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Microrrelato: Niña de cenizas. Santiago Eximeno.

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11 years 7 months ago #437 by eximeno
Por ahora solo una cosa... ¡GRACIAS! :)

Muchísimas gracias por el tiempo que le habéis dedicado al microrrelato y muchísimas gracias por vuestra disección. Prometo tener en cuenta todo lo que decís y preparar una nueva versión en breve. Para respetar el espíritu del taller, os pregunto... ¿sustituyo el texto anterior por el nuevo con las modificaciones o preferís una nueva entrada?

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11 years 7 months ago #438 by yerboya

eximeno wrote: Para respetar el espíritu del taller, os pregunto... ¿sustituyo el texto anterior por el nuevo con las modificaciones o preferís una nueva entrada?


Pues..., ahí un ejemplo de situación no prevista.

Así que..., como tu prefieras. Aunque si los cambios son pequeños creo que sería mejor seguir en el mismo hilo, para que las anotaciones y el feedback no pierdan sentido. Sino, luego sería complicado seguir el proceso de aprendizaje, la evolución en sí misma de una idea primigenia a otra ya madura.

Sí los cambios son drásticos, es decir, un borrón y cuenta nueva, pues casi mejor abrir un nuevo hilo.

Que conste que estoy improvisando :unsure:

HT2014: Crítico

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11 years 7 months ago #439 by eximeno
Mmm... quizá incluso un mensaje en este mismo hilo con la versión 1.0, por ejemplo (la que os he mandado no llegaba ni a 0.8) :)

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11 years 7 months ago #440 by eximeno
Nueva versión (todavía no definitiva, pero se acerca un poco más)

DE BAILES Y CALABAZAS

Érase una vez una joven cuyo mayor deseo era asistir al baile que cada año se celebraba en el ático del hotel más elegante de la ciudad. Durante todo el año trabajó duro y logró ahorrar lo suficiente para adquirir un vestido de fiesta. Durante todo el año sonrió a los clientes y fue respetuosa con su familia. Sin embargo, cuando llegó la noche tan esperada, su madrastra le prohibió asistir al baile.
—Tú te quedarás aquí limpiando la casa, desagradecida –le dijo, y cerró la puerta tras ella al salir.
La risa de sus hermanastras le llegó desde el exterior como el susurro de hienas hambrientas. En la puerta de la casa estaba el taxi, que había amenizado la espera haciendo sonar el claxon sin pudor. Durante todos y cada uno de los bocinazos la joven había confiado en poder acudir al baile. Durante todos y cada uno de ellos había suplicado en silencio que, en esta ocasión, su familia adoptiva fuese magnánima con ella.
No lo había sido.
Antes de salir sus hermanastras habían hecho pedazos con sus propias manos el vestido, ese que ella había comprado gracias a las propinas que recibía en el bar de alterne. No contentas con ello, su madrastra le había tiznado el rostro con las cenizas de la chimenea. Y la joven había llorado, había llorado tanto mientras ellas se arreglaban y salían y el taxi las llevaba al baile que su rostro se había tornado una máscara patética, un bufón de película barata en blanco y negro.
Quizá por eso, por la desesperación que la embargaba, no reaccionó cuando el hada se materializó a su espalda.
—Hola, querida —le dijo el hada con voz metálica.
La joven, a pesar de tener la boca muy abierta, no habló. Se limitó a escuchar lo que aquella aparición, aquella holografía pixelada que brillaba y se apagaba y volvía a recuperar consistencia, le dijo. Que todo estaba arreglado. Que todo iba a ir bien. Que en la calle le esperaba su transporte: una enorme calabaza transfigurada en carroza por la magia de las hadas.
Ella, en estado de choque, dejó que el hada mal sintonizada la llevara al exterior y la condujera hasta la enorme calabaza que, sonriente, abría su portezuela y la invitaba a entrar.
Sí, tuvo tiempo de gritar cuando comprobó que bajo aquella cosa no había ruedas, que delante de ella no había ningún caballo de tiro y que lo que su mente perturbada quería ver como una portezuela no era más que la boca enorme de una calabaza desproporcionada. Los gritos duraron poco, interrumpidos por los ruidos de masticación y el inevitable eructo que dejó escapar la criatura.
Venida del espacio exterior.
La invasión de las calabazas gigantes había comenzado, y fueron felices y comieron… todo tipo de seres humanos.
The following user(s) said Thank You: salino

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11 years 7 months ago #441 by salino
Fabuloso! Me ha impresionado la fluidez del texto y como ha mejorado, ya de por sí genial, este trabajo. Mi enhorabuena. :woohoo:
Le echaré un vistazo más tarde por si se me pasa algún comentario que quisiera hacer. Ahora me guardo el gustillo que dejas en mi imaginación, con una mirada a mi espalda por si hubiera algún holograma que quiera aprovecharse de mi estado de de shock :P

HT2014:Escritor
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11 years 7 months ago #443 by yerboya
Está genial! Coincido con Salino, pero... parafraseando a una conocida serie de televisión de los 80: “Buscais la fama, pero la fama cuesta, pues aquí es donde vais a empezar a pagar…con sudor”. Así que, en este taller, vais a sudar de lo lindo. :evil:

Pienso que un microrrelato tiene que, usar el menor número de palabras posibles, sin variar el mensaje. Y creo que éste podría reducirse, y acabo de intentarlo, pero no es fácil. Bueno, ahí me tiro a la piscina con mis propuestas:

Propuesta uno. Reduccion a lo bestia, juas:

De cómo una chica fue al baile de su vida, y terminó bailando en las tripas de una calabaza


Propuesta dos. Recortando un poquito por aquí, y por allá:

Érase una vez, una joven cuyo mayor deseo era asistir al baile que cada año se celebraba en el ático del hotel más elegante de la ciudad. Durante todo el año trabajó duro e hizo todo lo que se esperaba de ella, sin embargo cuando llegó la noche del baile, su madrastra le prohibió asistir.
—Tú te quedarás aquí limpiando la casa, desagradecida –dijo, y se fue dando un portazo.
El taxi aguardaba en vano junto a la puerta de la casa, y mientras sus bocinazos imploraban el perdón de la joven, dentro tan solo se escuchaba la risa de sus hermanastras, similar al susurro de hienas hambrientas.
Su última esperanza se difuminó, cuando sus hermanastras hicieron añicos el vestido que ella había comprado gracias a las propinas que recibía en el bar de alterne. Creyendo que el daño aún no era suficiente, la madrastra le tizno la cara con las cenizas de la chimenea. Y la joven lloró, lloró tanto que mientras ellas se arreglaban para ir al baile, la joven hubo de conformarse con la patética máscara que cubría su rostro, un bufón de película barata en blanco y negro.
Quizá por eso, por la desesperación que le embargaba, no reaccionó cuando el hada se materializó a su espalda.
—Hola, querida —dijo el hada con voz metálica.
La joven, a pesar de tener la boca muy abierta, no habló. Se limitó a escuchar lo que aquella aparición, aquella holografía pixelada que brillaba y se apagaba y volvía a recuperar consistencia, le dijo. Que todo estaba arreglado. Que todo iba a ir bien. Que en la calle esperaba su transporte: una enorme calabaza transfigurada en carroza por la magia de las hadas.
Ella, en estado de choque, dejó que el hada mal sintonizada la llevara al exterior y la condujera hasta la enorme calabaza que, sonriente, abría su portezuela y le invitaba a entrar.
Sí, tuvo tiempo de gritar cuando comprobó que bajo aquella cosa no había ruedas, que delante de ella no había ningún caballo de tiro y que lo que su mente perturbada quería ver como una portezuela no era más que la boca enorme de una calabaza desproporcionada. Los gritos duraron poco, interrumpidos por los ruidos de masticación y el inevitable eructo que dejó escapar la criatura.
Venida del espacio exterior.
La invasión de las calabazas gigantes había comenzado, y fueron felices y comieron… todo tipo de seres humanos.


HT2014: Crítico
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