El argumento maestro para escribir relatos pulp

¡Muy bueno el Post!
Si mi experiencia sirve de algo: normalmente me desenvuelvo mejor en relatos largos (mínimo 25 hojas Word), pero últimamente me he dado cuenta que Internet exige relatos de unas 3000 palabras máximo. Lo que implica comprimir y comprimir. Aunque según mi opinión, la técnica debe ser la misma.
-Imprescindible un guión detallado de principio a fin. Es muy interesante aprender las técnicas de cinematografía. Allí se detalla todo, desde un estornudo, hasta el perfume de la chica.
-Desarrollo de personajes: apariencia, psicología, antecedentes, historia. Para no quedarse atascado y no olvidar o mezclar.
-Manejo de vocabulario preciso para cada ámbito. Leer, leer, leer y dormir con el diccionario.
Con estos ingredientes, agitar la coctelera y listo.
Una recomendación más: lo primero que se te ocurre suele ser lo bueno, no es aconsejable retocar y retocar o sino uno se estanca y no avanza. Siempre es mejor escribir y escribir. Luego repasar las posibles faltas y reposar. Al cabo de unos meses no te acuerdas de lo escrito y te sorprendes a ti mismo.
Espero haber sido de ayuda. Un saludo.

Estoy de acuerdo con Emilio, y también está la cuestión de los gustos del lector. Los hay quien prefieren leer relatos cortos y los que gustan más de densas novelas. Uno puede tener en sus manos la super-mega-novela best-seller de la leche, y a las 100 páginas hartarse de estar leyendo de donde vienen las cortinas de plástico de la ducha del baño del protagonista, etc... Lo que es innegable en los relatos de la edad dorada del pulp era su estilo directo, con pocas romerías, y no por ello dejaban de ser buenos.

En mi opinión, parte del encanto de los pulps reside precisamente en el uso de fórmulas. Como sabemos, es literatura pensada para vender en grandes tiradas y agradar a un público masivo. Pero, a diferencia de Dan Brown o E.L. James, no son novelas basadas en el mero éxito comercial por la novedad del asunto, sino por la reiteración misma de sus clichés. Personajes estáticos, perdurables, que se enfrentan a dificultades diferentes en cada número y salen de aprietos gracias a los recursos que ya conocemos. Y en eso radica el placer de este tipo de lectura.

El pulp no es una literatura que busque sorprender al lector por la novedad de la trama, o por romper constantemente con los clichés literarios. Es la reiteración la base de su placer estético. Tampoco la estetización del estilo. Cuando leo a Burroughs (Rice, que el otro nunca me convenció lo suficiente), no busco a Henry Miller. Por mi, que le den a Miller. Quiero ver a Tarzán salvando a Jane, esta vez de una tribu perdida de simios blancos, ora de cazadores belgas o traficantes de marfil o panteras. Son novelas que cumplen con la máxima básica del estilo literario: claridad. Y eso, señoras y señores, se extraña en estos tiempos donde todos los escritores buscan desesperadamente parecer listos. Si me apuran, es un tipo de literatura pensada para la clase trabajadora, con los defectos que eso puede implicar, pero también con sus virtudes: precisión de lenguaje, amenidad, exotismo, sensualidad y una ética interesante.

Fijémonos de hecho en que Dent, aquí, hace lo que en la academia se llamaría, muy estiradamente, una poética del pulp. Pero como el pulp es una literatura clara y directa, en lugar de perder tiempo escribiendo cuándo una novela pulp es buena o cuándo es mala, se dedica a mostrarnos cómo se escribe un relato pulp. Sin concesiones. Sin dudas. "Esto lo hago así"; "Eso se dice así"; "Haz esto". Vamos, no me digan que no les da un poco de rabia cuando un cantamañanas de la literatura dice, ante la pregunta de cómo lo hace para escribir así o asá: "Bueno, yo, ejem, espero a que llegue la musa" o "Salgo a la calle, a respirar su maravilloso aire urbano y a dejarme llevar por la noche" o "Yo saco mi literatura de lo más hondo de la cultura, de mi tierra y de mi gente..." Por favor. Gracias, Mr. Dent, por compartir el Oficio. Por mostrarnos las entrañas y asumir que le pagan por relatar y por entretener. Por dar a otros/as la posibilidad de jugar al juego con usted y hacerlo bien.

(P.S.: Por otra parte, parece ser una especie de tendencia entre los autores pulp. Lovecraft hace lo mismo, en sus "Notas para escribir relatos fantásticos")