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× Halloween Tales 2013. Taller Literario Pulp dirigido a escritores, correctores y críticos. Bases de la convocatoria: Convocatoria Halloween Tales 2013
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Relato HT2013 Titulo: JEREMIAS

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10 years 7 months ago - 10 years 7 months ago #1694 by José Luis Castaño
Hola chicos, aquí les dejo el relato para la convocatoria de Halloween. Espero que lo disfruten. :P

“JEREMIAS”

UNO

En algún lugar de Luisiana, 1965.

La carretera 90 no era más que una mancha difusa enfrente de las titilantes farolas del viejo Chevy. La lluvia parecía empeorar y Mendoza tuvo que sumar un ladrillo más a sus preocupaciones. Según la radio, la cola del huracán cruzaría cerca de Bateman Island, pero los truenos y el viento helado que rugía a través de la ventanilla aseguraban lo contrario.
—¿Aún vive? —inquirió contemplando a sus acompañantes por el retrovisor.
Los ojos desteñidos de Mike resplandecieron de manera extraña al asentir. Mendoza se mordió los labios al comprender que había sido una pregunta estúpida. ¡Pues claro que estaba vivo!, los jadeos entrecortados de aquel imbécil le habían taladrado el cerebro durante la última media hora. Por un momento, tuvo la idea de detenerse y arrojar el cuerpo del creole a la orilla del camino para que lo devorasen los cocodrilos. El hijo de puta había sido el culpable de aquel debacle. Si no le hubiese disparado al policía, habrían podido abrir la caja fuerte del banco y escapar de Morgan City con algo más de los miserables mil dólares que tomaron de las cajas antes de que los refuerzos les aguaran la fiesta y, de paso, le arrancaran medio brazo a Jean Paul.
—Debemos desviarnos de la vía principal. —La voz de Mike retumbó en la boca de su estómago. Aunque no respondió, comprendía que aquel sujeto extraño y silencioso tenía la razón. Continuó sin desacelerar a pesar de que el pavimento mojado anunciaba el peligro en cada curva cerrada.
—¿Alguna sugerencia? —preguntó de mala gana, mirando al hombre calvo por el espejo—.De todos modos hemos perdido a esos bastardos hace un buen rato.
En la penumbra los dientes amarillentos de Mike adquirieron un aire macabro. A Mendoza no le gustaba para nada aquel sujeto, pero al menos le había sido de utilidad cuando el adicto del creole lo había echado todo a perder. Sin su ayuda tal vez estaría encerrado en una celda o en la cama metálica de la morgue.
—No pienses que son estúpidos —explicó Mike con calma, a pesar de sostener el cuerpo ensangrentado de Jean Paul sobre sus piernas—. Más adelante nos estarán esperando. Todo un ejército de patrullas bloqueando la vía, ansiosos por convertirnos en un buen trozo de queso gruyer.
Mike soltó una carcajada que estremeció a su interlocutor. Por un momento, Mendoza creyó ver una sombra de locura en su expresión, como si en verdad disfrutase de todo aquello.
—Nadie espera que con este condenado clima nos adentremos en los pantanos —continuó Mike sin pestañear, mientras el Chevy tomaba una curva que por poco los saca del camino.
Mendoza tragó saliva y se limpió el sudor que le escocía los ojos a pesar del frío. La idea de sumergirse en las marismas en medio de aquella noche infernal no le hacía ninguna gracia, pero sin duda se trataba de una estrategia genial. Al parecer había subestimado a aquel psicópata.
El hombre calvo pareció leer los pensamientos del cubano, ya que continuó hablando con tranquilidad.
—Más adelante nos toparemos con algunos senderos comarcales que nos conducirán a Lake Verret o las marismas del Yellow Bayou. —Mendoza no apartaba la vista del camino, pero escuchaba con atención las instrucciones de su compañero—. Desde allí podremos robar un bote y escapar hacia el norte apenas amaine la tormenta.
—Al parecer estás bastante familiarizado con la zona —manifestó el cubano, rompiendo el silencio que le embargaba. Mike agitó la cabeza y por un momento su semblante se crispó levemente.
—Mi abuelo creció cerca de este lugar —comentó tratando de restarle importancia al asunto—, un viejo miserable embrutecido por las leyendas locales. —Mike respiró el aire viciado por el sudor y la sangre y su feo rostro se ensombreció.
Mendoza captó cierto desasosiego en la mirada del pasajero, pero no quiso averiguar qué podría alterarle de esa manera. Al fondo, Jean Paul se retorcía como un animal acorralado, el antebrazo destrozado envuelto en un trapo enrojecido. El vehículo continuó en medio del vendaval buscando el sendero que les conduciría a la salvación.

DOS


Como era de esperarse, las cosas no hicieron más que empeorar al conducir a través de aquellos senderos asfixiantes en medio del vendaval. Un par de millas más adelante la transmisión del viejo Chevy se hizo trizas al cruzar sobre un tronco que bloqueaba el camino. La dirección se reventó y el vehículo se convirtió en un amasijo de chatarra. Mendoza maldijo a todos los santos conocidos al apearse del coche para revisar los daños. La camisa hawaiana se le pegaba al cuerpo y el frío le acuchillaba las articulaciones sin compasión.
—¿Ahora qué demonios vamos a hacer? —gritó hacia el cielo cubierto de nubes al tiempo que el agua resbalaba por su semblante marcado por la viruela.
La silueta enjuta de Mike se materializó a su lado como por arte de magia, los ojos desteñidos denotaban una franca preocupación. La voz quejumbrosa de Jean Paul era un eco sordo en el fondo del vehículo al que apenas prestaron atención.
—Ahora si estamos jodidos —musitó Mendoza apretando los labios. Un nuevo relámpago iluminó por unos segundos el descampado para develar lo que ocultaban las sombras.
—¿Has visto eso? —El tono de Mike estaba cargado de emoción al señalar hacia la espesura—.Creo que hay una cabaña allí adelante.
El cubano frunció el ceño y trató de vislumbrar algo en medio del espeso muro de tinieblas que amenazaba con engullirlos. Parpadeó para librarse del agua que le escocía los ojos y advirtió un leve destello a media milla de allí. Fue tan sólo un fulgor moribundo, pero suficiente para elevar su maltrecha moral. Sacaron el cuerpo desmadejado del creole del vehículo y se sumergieron hasta las rodillas en el cieno nauseabundo mientras avanzaban hacia la orilla de pantano. Al cabo, una descarga azulada iluminó las marismas y les confirmó la presencia de un destartalado caserón que se alzaba en medio de la nada. Se trataba de una imagen desasosegante, pero en aquellas condiciones la apariencia siniestra de aquel lugar era lo último que les importaba.
El viento rugía con fuerza inusitada, un sonido espectral que a Mendoza le erizó todos los vellos del cuerpo. Observó la casona y una sensación extraña le cortó la respiración. Todo aquello pasó a un segundo plano cuando Mike soltó un improperio y le obligó a aferrarse de su hombro para no caer en aquel limo asqueroso. Lo primero que debieron haber notado al poner pie en la propiedad fue la completa ausencia de vegetación alrededor de la estructura, algo extraño en medio de la exuberancia que les rodeaba. Sin embargo bajo la penumbra y la tormenta pasaron por alto aquel detalle.
Mike frunció el ceño al advertir la gelidez pegajosa que le envolvió al pisar tierra firme. Miró a Mendoza y captó el desasosiego que destilaban sus ojos marrones. Alzó la vista y contempló la ruina desmadejada y amenazante del antiguo edificio. Le sorprendió que aún continuara en pie en medio de aquel clima húmedo y malsano. La casa le recordaba las antiguas plantaciones que solían pulular en Lousiana, un recuerdo de los antiguos días de gloria posteriores a la guerra de secesión.
—¡Esto no me gusta nada! —manifestó Mendoza en voz alta, tratando de hacerse oír entre el rugido del viento. Mike le miró y se alzó de hombros, cualquiera cosa era mejor que permanecer a la intemperie en aquella borrasca.
La puerta cedió con un crujido y una fetidez añeja les invadió las fosas nasales. Mendoza titubeó, pero Mike carraspeó urgiéndole a entrar, cansado de cargar el cuerpo de Jean Paul. El haz de la linterna escaneó con timidez las sólidas tinieblas que se enseñoreaban en el interior.
—Parece que nadie ha puesto pie en esta ruina en al menos cien años—refunfuñó el calvo con acritud.
El cubano torció el gesto y estudió las paredes mohosas y la marquesina desgastada por el tiempo. Los jirones sucios que alguna vez fueron elegantes cortinajes de seda se mecían con una cadencia siniestra que le arañó las tripas. Había algo anormal en aquel lugar, lo percibía en cada fibra de su cuerpo.
El creole soltó un quejido que retumbó con fuerza en la estancia vacía. Mike soltó un improperio y le recostó con torpeza en una esquina del corredor. El haz de la linterna parpadeó y les sumió por unos segundos en una tensa oscuridad. Un relámpago estalló en la distancia y Mendoza ahogó un grito de horror al advertir la silueta enjuta que se perfilaba con nitidez en la base de la escalera.
—¡Hay algo allí! —chilló con voz quebrada señalando el lugar.
Mike golpeó la base de la lámpara y el fulgor amarillo iluminó el sitio que señalaba el cubano.
—¡Te juro que había alguien allí! —insistió Mendoza con el miedo bailando en las pupilas.
Una sonrisa avisa cruzó el pálido semblante del hombre calvo.
—Al parecer los nervios te carcomen el cerebro, Mendoza —se burló con saña, ocultando su propio nerviosismo. Aquel lugar le traía recuerdos, memorias siniestras grabadas a fuego por los relatos de su abuelo. Pero Mike era un hombre rudo, tan obtuso que mataba a cualquiera por simple diversión. Agitó la cabeza para alejar los antiguos miedos y continuó avanzando por el pasillo, tarareando una pegajosa tonada. El cubano tragó saliva y le siguió los pasos, haciendo caso omiso de los lamentos del creole y de su brazo hecho trizas.
Dejaron atrás el extenso corredor y se adentraron en lo que alguna vez fue una elegante biblioteca. Algunas estanterías continuaban en pie, aunque la mayoría eran ruinas deshechas por las termitas. Algunas pastas de piel podrida demarcaban el lugar donde habían caído los libros, decenios atrás.
—¡Hijo de puta! —exclamó Mike abriendo los ojos de par en par. La linterna daba vida a un óleo que abarcaba tres cuartas partes de la pared. A pesar del polvo y la humedad que estropeaba los bordes, aún se apreciaba con claridad el motivo de la pintura. Se trataba de un cuadro de época, con un sujeto de mediana edad ataviado con una elegante levita y bastón. Tenía un rostro severo suavizado por una barba bien cuidada. A su lado se encontraba una mujer vestida con un vestido largo, y en un rincón un chico de color sostenía un espejo que los reflejaba a ambos en una curiosa composición.
Mendoza jadeó y un miedo visceral le aceleró el corazón. A quel muchacho negro era el mismo que había visto en la base de la escalera. Mike dio un respingo y una sensación gélida le recorrió la espina dorsal al captar la tormenta de emociones que batallaban en el rostro del cubano.
TRES

Jean Paul permanecía sumido en un torbellino de dolor e inconsciencia. Una sensación espantosa que le envolvía en un vaho de constante sufrimiento, alejándole de la realidad. Por esa razón, no se sorprendió al advertir al muchacho demacrado y de profundos ojos oscuros que le contemplaba con fascinación desde la embocadura del pasillo.
—¿Quién eres? —balbuceó alarmado. A pesar de su estado, algo en su interior se revolvía con desesperación. El rapaz giró la cabeza con curiosidad infantil y le miró con unos ojos sin fondo.
—Jeremías —contestó en un tono tan árido como la arena del desierto, una voz espantosa que no parecía pertenecer a ese pequeño cuerpo.
El creole se removió horrorizado al ver que el chico se desplazaba con lentitud hacia él. La inocente expresión deformada en una mueca de siniestra avidez.
Jean Paul gritó con todas sus fuerzas cuando aquellos dedos ardientes se le sumergieron en la carne como hojas afiladas. Entonces advirtió algo más espantoso que el dolor físico, una sensación innombrable mientras la esencia, su propio espíritu, estaba siendo devorado con furia por aquella criatura, sumiéndole en un infierno de agonía. Percibió el crujido de sus huesos y el estallido de los tendones y nervios al fundirse con aquel parásito que pretendía extinguir todo lo que alguna vez fue. Poco a poco, sus gritos se sumaron a una cacofonía demencial, un coro de ecos lastimeros que ahora contaban con un nuevo miembro en el interior de la bestia.
Mike y Mendoza recorrieron el pasillo con torpeza tras escuchar el pavoroso clamor proveniente del recibidor. Ambos intercambiaron miradas de estupefacción al constatar que el creole había desaparecido. Sin pronunciar palabra, desenfundaron las armas tratando de discernir lo que se ocultaba tras el jugueteo burlón de los claroscuros.
—Debemos largarnos de aquí —musitó el cubano con urgencia, el reflejo de los rayos enmarcándole las facciones sudorosas—. Esta mierda no me gusta nada.
La madera podrida crujió y les paralizó el corazón. Ambos se volvieron y captaron la sombra que se insinuaba en la lobreguez del muro posterior.
—¿Jean Paul? —Las palabras de Mike permanecieron flotando en el aire, espesas y amenazantes.
Un nuevo crujido y luego un desasosegante silencio que pareció extenderse por siglos. Entonces una voz en el fondo del cerebro de Mendoza le instó a dar media vuelta.
—¡Mike! —aulló al descubrir a Jean Paul contemplándole con atención. El cubano retrocedió de manera instintiva, la 45 niquelada refulgiendo bajo el destello de la linterna de su compañero. El hombre que hacía tan sólo unos minutos se debatía entre la vida y la muerte, le miraba con expresión perdida desde la penumbra. El brazo le colgaba inerte de unas fibras de piel y carne.
—¿Qué diablos te pasa, Jean Paul? —inquirió Mike con voz pastosa, algo en el creole no estaba bien. Iluminó aquel rostro de piedra y quedó mudo al constatar que sus ojos no tenían pupilas, eran unos pozos sin fondo carentes de toda humanidad.
El semblante demudado de Mendoza perdió toda calma al ver cómo aquel sujeto caminaba con decisión hacia él. No pudo evitar vaciar la vejiga al advertir aquella mirada bestial.
—¡No te acerques, hijo de puta! —escupió el cubano con horror antes de descerrajar dos tiros sobre el creole a quemarropa. El cuerpo se dobló al recibir los impactos y la cabeza se ladeó en una posición antinatural, pero eso no evitó que continuara avanzando, repitiendo una y otra vez la palabra Jeremías.
Mike apartó la vista, deslumbrado por el fulgor de las denotaciones. Luego escuchó un gritó que le enfrío las entrañas. Parpadeó con angustia, luchando contra aquella ceguera momentánea. Al contemplar lo que estaba sucediendo, los horrores del pasado regresaron con vigor, atándole a la pared con cadenas invisibles.
Enfrente de Mike se desarrollaba una escena pavorosa. Mendoza gemía, lloraba y gritaba mientras aquella cosa, lo que alguna vez fue Jean Paul, se retorcía y deformaba, adhiriéndose a la carne del cubano, fundiéndose en un amasijo de crujidos y sonidos viscosos que le hicieron vomitar. Como pudo se arrastró hacia la puerta, enloquecido por los gritos de Mendoza y los gruñidos de la bestia que insistía en corromper la humanidad de su compañero. En un momento la voz humana dejó de suplicar, y en su lugar un gorgoteo metálico y vacío ocupó su lugar. De reojo captó las burbujas de carne y nervios y los huesos expuestos de la masa amorfa que palpitaba y crecía en medio del pasillo, en una metamorfosis herética.
Mike no se volvió, sabía que hacerlo le haría perder irremediablemente la razón. El frío y el agua le envolvieron sin clemencia, pero al mismo tiempo le recordaron que aún seguía con vida. Corrió hasta alcanzar la oscuridad de las marismas y oró por primera vez en años, rogando por una nueva oportunidad.
Mientras se hundía en el marjal y tragaba aquella agua estancada y pestilente, rememoró con claridad las historias de su abuelo y comprendió al fin a qué se enfrentaba. La existencia de aquella cosa horripilante había pasado de boca en boca durante generaciones de residentes del pantano. Para Mike siempre había sido una historia de ignorantes embrutecidos, pero ahora comprendía con espanto que todo era verdad. El morador del pantano, el cambia formas, aquel ser de pesadilla que devoraba la esencia de bestias y hombres por igual, acababa de aniquilar a sus socios en el crimen.
Empapado de pies a cabeza y sin dejar de temblar, Mike se arrastró hasta la orilla y hundió los dedos en el barro infecto. Los pulmones le ardían y sus piernas no eran más que dos columnas de dolor, pero estaba a salvo, había conseguido escapar de aquel demonio primigenio. La lluvia había empeorado, pero esto no evitó que se pusiera de rodillas y terminase de vaciar lo que aún guardaba en las tripas. El miedo había dado paso a una euforia demencial que le impulsó a romper en carcajadas. Entonces, desde la oscuridad, su risa encontró un eco que le paralizó el corazón. Dio un respingo y guardó silencio. El pulso le taladraba las sienes como un rio desbocado.
Y entonces le vio. Una sombra erguida a menos de cien pasos de allí, silueteada por los rayos que rompían en el horizonte. Mike gritó horrorizado y la criatura le devolvió el gesto en tono burlón.
—¡¿Qué demonios quieres de mí, hijo de puta?! —rugió, echando mano del revolver que guardaba en la tobillera. Sabía que era un acto fútil, pero al menos le inyectó algo de coraje. Esperaba tener tiempo de escapar, de alcanzar la vía principal y apearse de cualquier vehículo que cruzará por allí. Pero perdió toda esperanza al advertir los movimientos ágiles y simiescos de su rival a través de la espesura.
Corrió como alma que lleva el diablo, la ropa hecha jirones y la piel destrozada por las ramas y los escollos del follaje. A sus espaldas, lo que alguna vez fue el cubano ganaba terreno, avanzando en cuatro patas, y emitiendo un sonido gutural que hacía eco en su cabeza, un nombre que se repetía una y otra vez, Jeremías… Jeremías…
Entonces un resplandor en la distancia, un fulgor difuso, le señaló la carretera principal. Una descarga de adrenalina le imprimió vigor a sus destrozados músculos y consiguió aumentar la velocidad de su huida. La salvación estaba a tiro de pájaro. Sonrió con desesperación, un gesto que se transformó en una mueca de pánico al perder pie en un tronco cubierto de musgo y rodar hacia el limo nauseabundo. Intentó moverse, pero un latigazo de sufrimiento le recorrió como un calambre electrificado. Giró la cabeza y vio la pierna retorcida en una posición antinatural. Sin embargo esta fue la menor de sus preocupaciones al captar el rumor que cobraba fuerza a través de la maleza.
El cuerpo de Mendoza se materializó enfrente de él. A pesar de su aspecto humanoide, le rodeaba en cuatro patas como una bestia salvaje, aquellos orbes oscuros y malévolos sin pupilas le escrutaban con un hambre visceral.
Mike apenas respiraba, el dolor en la pierna convertido en un rumor sordo en un rincón de su mente congestionada. Apuntó el revólver y apretó el gatillo en tres ocasiones, la criatura retrocedió enseñando los dientes, sin ningún daño aparente. De pronto, se arrojó a una velocidad impensable y sumergió las zarpas en la pierna de su presa. Mike aulló como si le hubieran lanzado a una piscina de aceite hirviendo. La carne se deshizo y se amalgamó con la sustancia del cambia formas en medio de una agonía insoportable. De inmediato percibió la presencia de aquel parásito apropiándose de sus células y alterándole el ADN. Al tiempo que eso sucedía, y su esencia se diluía a una velocidad impensable, vio en la mente imágenes que no le pertenecían, mundos perdidos en los confines del universo, meteoritos surcando los cielos del pleistoceno y una aberración informe alimentándose de la esencia de cualquier criatura que se ponía en su camino. En segundos recorrió la evolución del mundo con los ojos de aquel ser monstruoso, vio el surgimiento del hombre y las ofrendas que las antiguas civilizaciones precolombinas le ofrecían al parásito. Luego el mundo cambió y aquella herejía se ocultó en las marismas dando caza a cualquier ser viviente que se aventuraba en aquel erial putrefacto.
Apelando a sus últimos restos, consiguió unir los hilos de su ser que aún le pertenecían y apretó el cañón del arma contra su garganta. Sonrió desafiante y contempló por última vez a la masa nauseabunda y caliente que reptaba hacia su pecho en medio de un burbujeo que corrompía su humanidad.
—No me…. Tendrás —aulló en medio del dolor lacerante antes de volarse la tapa de los sesos y poner fin a aquel espantoso suplicio.
FIN

HT2013:Escritor
Last edit: 10 years 7 months ago by José Luis Castaño.

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10 years 7 months ago #1696 by Sergio L. Doncel
Bien, voy a iniciar ya mismo mi labor como crítico con este relato, el primero que se presenta en el taller. Naturalmente, me referiré a él con ánimo constructivo. El objetivo es mejorar los originales.

Dejo de lado ciertos detalles o errores formales de los que ya se ocuparán los encargados de la corrección.

Quiero destacar, primero, que a pesar de la obligada brevedad del texto los personajes están bien dibujados. Me los creo.

Respecto al tema escogido, los delincuentes que escapan de la policía y se meten en un problema mayor y las casas abandonadas con sorpresa dentro son viejos conocidos de las historias de terror. El comienzo, en este sentido, es prometedor, pero después he echado en falta alguna referencia concreta a los miedos de Mike, o que el texto se recrearse un poco más en ese ambiente tétrico, que está muy bien descrito. Se trata de poner algo más de suspense al asunto. Tampoco queda demasiado claro el modus operandi del bicho. ¿El niño negro es una víctima anterior o su forma original?

Otra duda que me surge es por qué Mike exclama "¡Hijo de puta!" al descubrir el retrato. ¿Es por el tamaño o se supone que le recuerda a su abuelo o a las supersticiones que desprecia?

En estos relatos una escritura con descripciones viscerales y exageradas, por así decir, es fundamental, y aquí ese aspecto está realmente conseguido. Me ha encantado.

Por último, el final tal vez flojea un poco, porque siempre se suele esperar una sorpresa o último giro. Mi sugerencia es añadir algo. Pongo dos ejemplos:

1) Poco después, los policías encuentran el coche, miran en dirección a la casa y se felicitan creyendo que ya tienen a los delincuentes cuando en realidad se van a topar con algo bien distinto.

2) Ya que lo has situado en 1965, mete una coda en la actualidad. La historia se repite, por ejemplo, o alguien compra la casa despreciando supersticiones de paletos.

Espero que estas recomendaciones sean de utilidad y, en todo caso, felicidades por el relato.

Un saludo.-

HT2013:Crítico/HT2014:Crítico
The following user(s) said Thank You: José Luis Castaño

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10 years 7 months ago #1697 by José Luis Castaño
Bueno Sergio, en primer lugar gracias por tus consejos, los voy a tener en cuenta. :)
El chico de color había sido la última víctima del parásito y permanecía en ese caserón desde hacía un buen tiempo. En cuanto a la reacción de Mike al ver el cuadro, fue más de sorpresa que otra cosa. Andas en la oscuridad en medio de una tormenta y de repente te topas con una imagen gigantesca que te coge de improviso.
Me hubiera gustado extender más el suspenso como tu dices, pero el límite de palabras me obligó a resumir las escenas. Pero todo puede mejorarse y tu consejo acerca del final me pareció interesante.
Al parecer esta idea del taller va a resultar bastante fructífera. B)

HT2013:Escritor

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10 years 6 months ago #1716 by Daniel L
A mí me gustó mucho. Esta muy bien escrito. Tal vez en la parte final habría que buscarle una vuelta más.
Tal vez al ver que el hombre se voló la cabeza la criatura de la vuelta y se encamine hacia la puerta, buscando más... "el mundo da muchas mas posibilidades" o algo así...

HT2014:Escritor

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10 years 6 months ago #1719 by José Luis Castaño
Bueno Daniel, estoy muy agradecido contigo, y me alegra que te haya gustado. Ya me estoy dando cuenta que el final necesitará una buena modificación.
Un abrazo.

HT2013:Escritor

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10 years 6 months ago #1741 by salino
Me encantó este relato, lo he leído con atención una segunda vez. Aunque, como ya ha dicho Sergio, el planteamiento parece sacado de un tema clásico como los delincuentes perdidos que encuentran cobijo en una trampa mortal, no deja de ser atrayente para el lector. Advierto que haré spoiler, así que si estás leyendo esta crítica sin leer el trabajo, no te va a gustar…
Me parece muy correcto el uso del escenario, usas barreras naturales que crean tensión entre los personajes, el accidente, la niebla, el barro… es algo que me ayudó a creer en la historia. Los personajes, aunque creíbles también, no tienen habilidades características que los perfilen y los diferencien; solo su físico. Incluso Mike y Mendoza (Yo usaría nombres que comenzaran por diferentes letras, pues en relatos tan cortos como este, ayuda al lector a diferenciarlos rápidamente) usan más de una vez el mismo tono en sus diálogos y sobre todo en su reacción con la criatura:
«—¡No te acerques, hijo de puta! —escupió el cubano…»
«Mike gritó horrorizado y la criatura le devolvió el gesto en tono burlón.
—¡¿Qué demonios quieres de mí, hijo de puta?! —rugió»
La criatura, como dice Sergio, no tiene las reglas definidas. Por ejemplo, si puede salir de la casa ¿por qué su última víctima es uno de sus antiguos ocupantes? ¿Por qué no ha salido de allí en busca de nuevas víctimas? Creo que podrías solucionarlo haciendo que los personajes lo liberasen de alguna manera al entrar en la casa, sino no tiene sentido.
También, al tratarse de un ser primigenio, ¿por qué repite Jeremías? Yo creí en un principio que se trata del nombre del niño y eso me hizo darme cuenta al final del relato que era absurdo, pues una criatura tan antigua, con tantas consciencias, no era normal que repitiera un nombre bíblico. No sé, no me cuadra y crea incertidumbre en el lector, un cabo suelto.
Como a Segio, me confundió la exclamación de Mendoza al descubrir el retrato, creo que “Hijo de puta” no denota asombro o intriga, tal vez “Pero qué demonios” o algún comentario sobre las joyas que hay en el cuadro y lo que pensaría un ladrón al entrar en una casa con tantas antigüedades.
Veo muy acertado que los personajes encuentren pistas que expliquen la historia, eso me encanta, como un goteo deben ser administradas al lector para que él mismo saque una conclusión. Creo que ayudaría a comprender la trama subyacente algún tipo de diario o unas cartas reveladoras, además del cuadro por supuesto, eso dejaría mucho más claro la historia de la casa y del niño; y sobre todo los personajes tendrían más motivos para cagarse en los pantalones.
Hay algo que me gusta tener presente al escribir este tipo de historias, te lo voy a comentar por si te gusta la idea: Por ejemplo en la primera muerte, en la de Jean Paul, el lector ya sabe que el niño no es lo que parece, sabe que es una criatura y qué es lo que le hace a sus víctimas, joder lo sabe todo. A lo que me refiero es que en este tipo de historias se gana tensión si no cuentas lo que ocurre desde el principio. Creo que en esa primera de las muertes lo dejaba en que Jean Paul ve al niño y directamente pasaba al grito que escuchan sus compañeros. No contaría qué ha pasado, ni qué es el niño, ni si Jean Paul está muerto y absorbido por Jeremías… Te garantizo que ganas mucha más tensión y sorpresa a partir de ahí.
El lenguaje del narrador y el ritmo fue lo que hizo entretenerme de lo lindo con su lectura. Tal vez repites algunos adjetivos, en trabajos tan poco extensos se hacen redundantes, y hay acciones indirectas como «La lluvia parecía empeorar» en vez de «La lluvia empeoró» o «habrían podido abrir la caja fuerte del banco» en vez de una forma más directa como «habrían abierto la caja fuerte del banco». No hay que complicarse y narrar la historia con acciones directas, así el lector no tiene la impresión de que lo estamos engatusando; aunque lo estemos haciendo.
Esto son solo unas conclusiones que yo haría con mi propio texto, merece la pena revisar este tema pues son detalles importantes que hacen profesional un trabajo, y le falta muy poquito para conseguirlo.
En general el relato ha sido de mi gusto y ha conseguido su propósito. Es Pulp del clásico. Enhorabuena, Jose Luis. Me ha gustado el guiño lovecraftiano y tu forma de narrar.
Ahora vayamos al desenlace final. Al principio nos planteas un primer nudo en la trama: los policías persiguen a los ladrones. El cual no queda resuelto, aunque ayuda al avance de la historia. Creo que quedaría más redondo el relato si Mike, en su huída de la casa, encontrara a la policía en la carretera donde yacía el Chevy. Tal vez Mike consigue ver los faros de la policía y les pide ayuda, pero lo que hacen es arrestarlo. Cuando la policía se dispone a llevarlo esposado en su coche, la criatura ataca a los policías y deja a Mike encerrado en la cabina de seguridad del vehículo y… mejor lo dejo ahí. Creo que captas la idea.
De todas formas, hagas lo que hagas seguro que aciertas. He de decirte que lo que más me gustó fue el punto donde Mike va tomando la consciencia de la criatura, es genial. Me hizo flipar. Y el comienzo me atrapó desde el principio, en una frase dejas claro la situación, de donde vienen, porqué Jean Paul está herido… Muy bueno.
Gracias por participar, espero que haya ayudado en algo con esta charla. De colega a colega. Dejo claro que son opiniones personales, no tengo por qué estar en lo correcto. Un saludo.

HT2014:Escritor

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