La pulp fiction americana, su weird menace, y las shudder pulps. De cómo Bruce Henry primero, y Wertham después, elevaron a estas revistas a la condición de pecado.
Cuando hablamos de Literatura Pulp y de cómo su máxima difusión llegó a nuestro continente –Revistas Pulp Europeas–, resulta más o menos sencillo concretar las ideas subyacentes y vertebradoras de todo este movimiento y sus implicaciones sociales, sin embargo, la cosa ya no está tan clara a la hora de apuntar un motivo fundamental que explique la muerte y desaparición de este tipo de publicaciones, algo que no deja de ser un mito, porque nunca llegaron a desaparecer del todo, sino que más bien se adaptaron a nuevos tiempos; tiempos diferentes.
Las razones que se han esgrimido suelen tener como punto de partida el Crack del 29. Una crisis económica sin precedentes que desencadenó una serie de acontecimientos que culminaron en la Segunda Guerra Mundial. Dentro de este contexto, el caballo de batalla que supuso toda una persecución política contra los contenidos pulp de revistas tan irreverentes como las conocidas por el sobrenombre de Shudder Pulp, hasta los mismísimos superhéroes de cómic, tan inocentes la mayoría de ellos, y tan "dañinos" para la juventud americana, tuvo entre sus mayores perseguidores al psicólogo Fredic Wertham, defensor a capa y espada de tal afirmación.
En los años treinta la literatura pulp era una industria boyante, cuya única preocupación era la de hacer caja, muchas veces a costa de malas prácticas, como repetir una y otra vez los mismos relatos cambiándoles cuatro cosas, o forzando cada vez más el binomio gore y sexo. Este binomio tenía su máxima expresión bajo el concepto Shudder Pulps, un tipo de publicación que se caracterizaba sobre todo por sus portadas, y cuyo origen se le atribuye al editor Harry Steeger, a principios de los años 30. No obstante, el concepto en sí mismo fue acuñado por el periodista Bruce Henry, a través de un artículo escrito para la prestigiosa revista American Mercury en su número de abril de 1938, cargando las tintas contra este tipo de weird menace, según sus palabras tan degenerada que hasta el propio Kraft Ebbing –un reputado psiquiatra alemán experto en perversiones sexuales–, estaría revolviéndose en su tumba. Toda una declaración de guerra que atacaba los principios siempre defendidos por editores como Rogers Terrill, en cuanto a la naturaleza de las emociones (thrills) y su papel en el desarrollo sano y natural de la persona.
El artículo de Bruce Henry supuso un punto de inflexión definitivo para la industria pulp, directa hacia el declive. Además, hay que recordar que por aquella época, poco a poco iba cobrando más y más fuerza el tan lamentable código ético Código Hays, un código de producción cinematográfico que determinaba con una serie de reglas restrictivas qué se podía ver en pantalla y qué no en las películas que se proyectaban en estados unidos. Las amenazas de secuestro y confiscación de publicaciones por parte de personajes como el alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, hizo que los editores tomasen cartas en el asunto, rebajando el tono tanto de las portadas, como de los relatos. Muchas de estas revistas, Strange Detective Stories, o Dime Mystery Magazine, se vieron obligadas a dejar a un lado la provocación sexual, optando por historias en muchos casos demasiado estrafalarias y absurdas, restándoles interés. Hasta que, el estallido de la Segunda Guerra Mundial puso la puntilla definitiva. En los años 40 las Shudder Pulp no solo habían desaparecido, sino que eran mal vistas por la sociedad. No era nada aconsejable que te viesen con una de estas revistas en la mano. De ser así, tendrías problemas.
Es cierto que las Shudder Pulps, publicaciones tales como Terror Tales, habían alcanzado un punto de perversión hoy en día ni de lejos imaginable. Era tal la vorágine, que incluso autores reconocidos de izquierdas y de ideología abiertamente progresistas como Dashiell Hammett, explotaban al máximo conceptos tales como el machismo, la xenofobia o la violencia sádica, y a nadie parecía molestarle; a nadie excepto a algunos abanderados de la moral con influencias en la Casa Blanca.
Años más tarde, estos pulps se transformaron en comic books, donde de forma gráfica volvían a cobrar vida las historias siniestras y horrendas de siempre; hasta que… el psicólogo Fredic Wertham, en 1951, volvió a lanzar la voz de alarma con la publicación de su libro La seducción de la Juventud, donde relacionaba el incremento de la delincuencia juvenil con la industria del comic. La persecución, una vez más, había comenzado.
La puritana sociedad de la posguerra temía el resurgir de los antiguos pulps, los pujantes cómics de superhéroes suponían una más que evidente amenaza. La distinción entre uno y otro tipo de comics no existía a ojos de Whertman, y todos en general incitaban a la violencia, por lo que debían ser, no erradicados, pero si controlados, censurados. Wertham había elaborado un rocambolesca teoría acerca del crimen totalmente fuera de lugar. Él había fundamentado su teoría a partir de las entrevistas que realizaba a jóvenes delincuentes, y como todos eran aficionados al cómic, extrapoló la relación a toda la juventud americana, y, teneiendo en cuenta el contexto social del momento, con la caza de brujas del macartismo como telón de fondo, el despropósito estaba servido. La cabeza de turco fue la conocida firma EC Comics, que tuvo que cerrar poco después de comparecer sus directivos en el Capitolio.
Shudder Pulp. Weird Menace sin restricciones morales |
Fue William Gaines, heredero de la compañía Educational Comics, quien a partir del año 1949 trató de transformar la antigua weird menace al formato comic, introduciendo cada vez más elementos adultos. Finalmente, las siglas E. C. pasaron a significar Entertainment Comics, agrupando una serie de publicaciones tales como Tales From the Crypt, The Haunt of Fear, o The Vault of Horror, donde se daban cita algunos de los mejores ilustradores de la época, y donde la representación gráfica de la violencia y el erotismo, volvía por sus fueros. Hasta que se toparon con Whertman, y todo se fue al traste llevando a Gaines a la ruina
El siguiente paso fue el de institucionalizar la censura, por lo que se creó la llamada Comics Code Authority (CCA), que prohibía taxativamente el uso de palabras o imágenes consideradas pecaminosas según las normas establecidas para ello, las normas de Wertham. A saber, nade de desnudos, relaciones amorosas fuera del matrimonio, palabras mal sonantes…, y demás amoralidades al uso. Este tipo de normas hizo totalmente imposible que el pulp de los años treinta viviese una segunda juventud a través del comic, al no haber forma de adaptarlos a estas normas; no así las historietas de superhéroes, que, aunque descafeinadas unas, y desvirtuadas otras –véase el caso de Batman, al que tuvieron que inventarle una compañera, Batwoman, después de que Wertham pusiese en entredicho su orientación sexual.
Los años oscuros se prolongaron hasta principios de la década de los sesenta, a partir de ahí, y gracias al cine principalmente, la pulp fiction americana salió del ostracismo.
Más información: Robert Kenneth Jones - The Shudder Pulps: A History Of The Weird Menace Magazines of the 1930's.