¿Qué sería del pulp sin los Mad Doctors o Científicos Locos? Es cierto que hay infinitos elementos que caracterizan una buena historia pulp, pero desde luego uno de ellos es la figura del extravagante hombre de la bata blanca que realiza extraños experimentos encerrado en su laboratorio. Y si a ello se le añaden una chica guapa (normalmente la víctima del experimento o el objetivo del deseo amoroso del científico) y unas consecuencias catastróficas de lo más delirantes, ya tenemos servida una buena historia. O al menos, si no es buena, de seguro nos tendrá un buen rato enganchado mientras la leemos.
William d'Alton Mann (1839-1920), soldado americano, hombre de negocios y editor, fundó, entre otras, las revistas literarias Town Topics en 1891, The Smart Set en 1900 y Transatlantic Tales en 1905, cuyo título, erróneamente —esto le ha ocurrido a un servidor—, puede hacernos pensar que se trataba de una revista pulp dedicada a relatos e historias extravagantes, de lujo, crimen y pasión, o quizás, de fantasmas a bordo, o encuentros en la tercera fase, contextualizadas en vetustos trasatlánticos de vapor cruzando el océano, pero no, nada de eso; si ésta es la imagen que te evoca el título, te has equivocado. Transatlantic Tales es una revista de relatos traducidos provenientes de Europa, en su mayoría de autores franceses, alemanes y, en menor medida, también españoles.
¿Quién no ha leído alguna vez historias sobre hombres que se vuelven invisibles, criaturas monstruosas mitad hombre y mitad animales, invasiones alienígenas de hostiles naves espaciales o viajes a través del tiempo? Mucho se ha escrito sobre estos y otros temas derivados hasta la saciedad, y con el paso del tiempo la ciencia ficción ha formado parte de nosotros tanto en literatura, cine, cómics o videojuegos hasta el punto de que se ha perdido un poco la perspectiva del origen. Y es que a veces el esfuerzo por innovar dentro del género, ese afán por la “adaptación moderna” que disfraza la falta de ideas con la máscara ingenua de la búsqueda de la modernización, lo que realmente produce es un desprendimiento tan profundo de la obra original que culmina con el olvido despreciativo hacia el “clásico”. Como si dicho término fuese algo aborrecible hasta el punto de parecer un sacrilegio la fidelidad tanto a la obra como al autor que generó la idea original.
Muchas veces hemos defendido nuestro propio slogan de «un pulp para cada tipo de persona, pulps para todos», y aquí tenéis otra prueba más. Antes de nada debo confesar que ni yo mismo tenía la más mínima idea de que una revista de relatos pulp como la que sigue pudiese existir, aunque lo intuía. Suelo tener cierto interés en todo lo relacionado con los mercados financieros, la bolsa en concreto, y más de una vez me he preguntado cómo sería la vorágine que se debió vivir en la bolsa americana durante los meses previos al famoso Crack del 29, que a buen seguro habría determinado todos los aspectos que le son propios a una sociedad; política, cultura, economía…, seguro que la bolsa estaba presente en todas las conversaciones, de forma directa o indirecta. Más allá de películas, libros, y algún que otro documental de Canal Historia, es difícil aproximarse a una realidad como ésta, y cómo el crack del 29 hizo las veces de catalizador para pasar de los felices años 20 a los sucios años 30. Resulta innegable que Wall Street tuvo mucho que ver en el ir y venir de la literatura pulp, pero lo que no sabía, hasta hace muy poco, es que había una revista de relatos en exclusiva para el tema: Wall Street Stories.
Sí, Correos, el operador español de servicio postal y paquetería, se ha puesto en contacto con nosotros para proponernos una Joint Venture. Su director, seguidor de nuestra web, y harto de tanto «guasap», así como de la pérdida de la capacidad gramática de nuestros jóvenes, nos ha consultado acerca de posibles iniciativas. Durante las últimas semanas hemos estado trabajando en diferentes fórmulas de cómo revivir el espíritu y el gusto por las cartas de antaño, y una de las primeras medidas que hemos acordado es lanzar una emisión de sellos pulp, con portadas e ilustraciones que nosotros mismos vamos a seleccionar, tanto para los sellos como para las postales.
Balance de situación: Otro año que se esfuma, y otro año que estamos aquí para contarlo, y ya van unos cuantos. Apenas faltan unos meses para nuestro quinto aniversario: ¡El 12 de febrero de 2015 cumplimos 5 años!; y aún recuerdo aquellas navidades del año 2009, cuando, tras quedarme en paro, y no saber qué hacer con mi vida, me puse a escribir, a darle formato a un montón de ideas que se estaban apolillando en alguna parte de mi cerebro, de mi cerebro pulp. Y, como no tenía mucha paciencia para los portazos editoriales, aquellas navidades decidí que mis relatos necesitaban una casa. Así, entre turrones, polvorones y la necesidad de ocupar mi tiempo libre, tras alcanzarme de lleno la onda expansiva del colapso de Lehman Brothers, nació, en febrero de 2010, Relatos Pulp. Y, todo hay que decirlo, nació un poco de rebote, aprovechando el enorme vacío editorial que por aquel entonces había en la red respecto a este tipo de literatura.
Aparte de Taras Bulba, ¿qué otros cosacos famosos conoces? Una de las primeras revistas pulp, y una de las más populares, fue Adventure, y, como su propio nombre indica, estaba dedicada a los relatos de aventura; aventuras de todo tipo. En esta revista, que nació en noviembre del año 1910, vieron la luz un sinfín de personajes, con mayor o menor fortuna, pero que sin duda sirvieron de inspiración para la siguiente hornada de escritores, como por ejemplo Robert E Howard, uno de los admiradores de la obra de Harold Lamb. Pero, ¿Quién fue Harold Lamb, y quién fue Khlit the Cossack, una de sus principales creaciones, publicada en Adventure, entre 1917 y 1926, y que tanto gustó a Howard? Pues bien, si lo tuyo son las historias de cosacos y tártaros en plena estepa rusa, allá por el siglo XVII, este artículo puede ser de tu interés. Te vamos a presentar a un héroe pulp poco o nada conocido: Khlit El Cosaco.