SA24

Un callejón sin salida. Allí te encuentras torturando tu sableada mente. No hay escapatoria, la muerte os ha encontrado y arrinconado en el ring a base de golpes demoledores. Cuatro paredes, una puerta y el silencio tras la catástrofe.

De repente, tras la colisión, notáis bajo los pies el movimiento. El murmullo de las cercanas hélices impulsan con su último aliento el submarino. Sea lo que sea que esté pasando esperas que os saque de esta situación.

Vivís la agitación agarrados de la mano, con los dientes apretados. Cualquier gasto innecesario de oxígeno os consumirá tiempo de vida. El nivel de la nave parece establecerse, incluso algo te dice que está ascendiendo. Momentos después todo recupera la inactividad. Silencio, miedo, desesperación.

—Hay que salir, Ray. No podemos quedarnos con los brazos cruzados esperando que todo acabe.

Sabes que tiene razón. Este no puede ser el final. Te tomas unos segundos para recapacitar y apoyas las manos sobre la manivela de apertura de la puerta.

—Está bien, cariño. Será mejor que tomes aire.

El agua ocupa la sala en un pestañeo tras abrirla. Nadáis a tientas siguiendo el instinto. De vez en cuando notas el tacto de Lucy rozar tu tobillo y eso te da fuerzas para seguir. Tus pulmones están a punto de estallar cuando notas una corriente de agua que te succiona como un váter al que han tirado de la cadena.

SSSSSLOOOFFP....

Un banco de burbujas te acaricia la barriga y sigues su recorrido con la esperanza de atraparlas y alimentarte de las pasajeras moléculas de aire vital. Agitas los brazos y las piernas, un calor eléctrico te estrangula a la altura de la garganta. Tus ojos parecen querer salir de las cuencas para abandonar tu cabeza antes de quedar sin aliento. Agitas más tus extremidades hasta desfallecer. La oscuridad exterior te traspasa y se adueña de ti. Pierdes la consciencia a la vez que sientes una enorme burbuja formarse a tu alrededor... Todo se esfuma.

—Ray. Ray, despierta —toses expulsando agua. Estas vivo... o la muerte tiene el mismo sabor salado del mar—. Eso es, suéltalo todo. Lo hemos conseguido, Raymond.

Lucy está contenta de verte respirar de nuevo, aunque susurra sus palabras como si tuviera miedo de ser descubierta.

—¿Cómo hemos salido?

—Shhh... ¿No recuerdas nada?

—Solo recuerdo que...

Como retazos resbaladizos de un sueño las imágenes se escapan de entre tus dedos

Una luz, una forma imposible de vida se acerca en tus recuerdos, una voz en tu mente sin necesidad de palabras. Algo que no es de este mundo.

—Ray, el alien con el que hacía las pruebas el doctor Gerber no estaba muerto, viajaba en el submarino. Él nos ha salvado. Somos la última esperanza de evitar algo terrible, y no me refiero a que los nazis controlen el mundo. Si Wittmann logra abrir el portal oscuro desencadenará un desnivel cósmico. El me lo ha contado todo. Un reseteo al Universo... algo tan horrible que no solo dejaríamos de existir, sino que nunca habríamos existido.

Lucy se ha vuelto loca, seguramente ha tragado demasiada agua o la presión le ha quebrado la poca cordura que le quedaba.

—Bueno, cálmate —dices intentando tranquilizarla—. ¿Dónde estamos ahora? Lo primero es...

—Shhhh... No levantes tanto la voz.

Lucy te señala la extraña luz multicolor al fondo del estrecho túnel donde os encontráis. Ahora que observas a tu alrededor, te percatas de donde te encuentras. Estáis en un conducto gigantesco de aire construido en cristal opaco y robusto; un material desconocido para ti. Te reincorporas y te acercas a la luz que emana del suelo, a través de una rejilla de ventilación.

—Cielo santo —mascullas quedándote sin aliento—, el Portal Oscuro.

De alguna manera, sin pensar en la increíble historia del extraterrestre, os halláis en la nave alienígena, en uno de los conductos que recorren el ovni abandonado. Allí se dirigía Wittmann en busca del portal. Y ahora lo tienes delante de ti, bajo tus pies. Al otro lado del conducto hay una sala revestida de un metal plateado donde se reflectan las fluorescencias de un cubo multicolor, el cual gira suspendido a poca altura del suelo. Esa forma cuadrangular es el Portal Oscuro, no hace falta que alguien te lo confirme, y frente a él está Wittmann o lo que queda de él tras inyectarse uno de los experimentos del difunto doctor Gerber. Seguramente, piensas, es la única forma que ha encontrado tu letal enemigo para poder salir del submarino: transformarse en un mutante de forma monstruosa y con capacidades más allá de lo humano.

Ya estás cerca del desenlace. Buscas en la penumbra alguna de tus armas pero se han perdido por el camino. Solo tienes la mochila cargada a tu espalda: la bomba de napalm que fabricaste en el submarino, la mecha está empapada y no tienes nada para improvisar un detonador.

Ya se te ocurrirá algo. Localizas en tus bolsillos tu navaja multiusos y haces palanca con ella sobre la rejilla, mientras Lucy te ayuda a que no caiga sobre la cabeza de Wittmann.

Con movimientos silenciosos y precisos abres el conducto dejando vía libre a la sala inferior. El monstruoso mutante, con el rostro del teniente nazi incrustado en una joroba blanquecina y bulbosa, se desplaza usando sus múltiples tentáculos como si de una araña se tratara. Ocho extremidades como gusanos ciegos avanzan hacia el Portal, el cuerpo inflado y purulento se divide en el frontal dejando un enorme agujero del que asoman cientos de colmillos deformados. Es indescriptible pues su forma cambia con cada movimiento, solo el rostro y el único ojo de Wittmann quedan como recuerdo de su faceta humana. Espera, algo parece colgar entre sus pliegues de piel amorfa: la hebilla de su cinturón sepultada entre su carne. Con suerte tal vez tenga también su Luger escondida en un punto al que no pueden llegar tus ojos, pero no lo puedes asegurar.

Desde tu posición ves que uno de los serpenteantes brazos sujeta un diminuto cubo de cristal oscuro, la llave cósmica.

—Tiene la llave —confirma Lucy nerviosa—. No podemos permitir que la inserte en el Portal.

Este es el último paso de tu aventura; tú decides. A continuación, tienes 2 opciones:

Opción 1: Dejarte caer bramando un grito de guerra y coger por sorpresa al monstruoso mutante para conseguir hacerte con su pistola. Pincha aquí

Opción 2: Saltar a su lado blandiendo la navaja multiusos para cortarle el apéndice que sostiene la llave. Pincha aquí