Otro relato de Manuel del Pino, con sus habituales tramas pulp noir
El pendrive, por Manuel del Pino
–Éste siempre será un país de mierda —dijo Carla.
–Eres irresistible e insoportable —repuso Esteban. Por supuesto, no era su verdadero nombre. El de Carla, tampoco.
—No me jodas.
—Ojalá pudiera joderte.
—Qué ingenioso —Carla dejó una pausa –. Dame ese pen drive.
—Ni lo sueñes. Me ha costado cien mil euros.
—A ti no, cabrón. A todos los contribuyentes. ¿Contiene lo que yo creo?
—No puedo dártelo. La situación está muy delicada. ¿Quieres que todo se vaya a la mierda de una puta vez en este maldito país?
—Los ciudadanos tienen derecho a saberlo.
—No me jodas con los derechos. En los últimos tiempos tuvimos demasiados. Ése es nuestro problema. Ahora, si no tenemos cuidado, los perderemos todos.
—¿Y qué piensas hacer con él?
—Lo destruiré en un lugar seguro. Nadie sabe que estamos aquí. Nadie se va a enterar de esto nunca, ni sabrá quién me lo ha vendido.
Carla torció el gesto. Miró con cuidado por la ventana del piso franco. Abajo en la calle, el otoño estaba pelando los árboles. No hacía ni frío ni calor. Los peatones pasaban como hormigas a sus menesteres. Todo estaba tranquilo.
—Saldré yo primero —dijo Carla.
—No, primero yo. Cuando antes me vaya de aquí, mejor. Lástima que nunca quisiste nada conmigo. No quiero que te pase nada.
—Nadie sabe que estamos aquí.
—Por eso. Y nadie lo sabrá nunca.
Esteban se puso la chaqueta. Salió del piso sin mirar atrás. No le gustaban las despedidas. Nostalgias estúpidas, pensaba.
Carla esperó unos minutos, mirando por la ventana. Se sentía fastidiada. No le gustaba seguir las indicaciones de un compañero como si fueran órdenes. Con la presión continua de los jefes tenía suficiente.
En la calle se oyó un frenazo. Un gran golpe. Suele ocurrir en las grandes avenidas de la capital. Con la velocidad, un todoterreno se estampó contra la fila de coches estacionados junto a la acera. Machacó a Esteban en medio.
Esteban murió al instante. Dos hombres bajaron del todoterreno. Le socorrieron y le registraron. Pero ya era tarde. Subieron al todoterreno y se largaron.
La gente se agolpó alrededor del peatón atropellado.
Carla no llamó a una ambulancia. ¿Para qué?
De propina, arriba, una típica portada pulp noir detectivesca, donde más o menos podemos ver reflejada la conversación entre Carla y Esteban, los protagonistas de este relato
Breve y conciso. Buen relato. Además es muy actual, con las recientes noticias de España y todo el tema de corrupción e información digital que se sabe que hay rondando como moneda de curso legal.
Me ha gustado, un saludo
Un relato que ganará sabor con el tiempo, al igual que el vino, cuando echemos la mirada atrás y veamos que esa era la España en la que vivíamos. Quizá tarde para sofocar lo que el relato denuncia.
Pues sí, por desgracia es un tema de rabiosa actualidad, como se suele decir. Al margen de eso, hay una frase que me despista:
"Esteban murió al instante. Dos hombres bajaron del todoterreno. Le socorrieron y le registraron. Pero ya era tarde. Subieron al todoterreno y se largaron"
Ese "pero ya era tarde", no sé, da que pensar. Puede que resulte un poco ambiguo. Entiendo que los tipejos, que aguardaban por Esteban, lo mataron y se largaron con el pendrive. Pero también podemos pensar que sí, lo registraron, pero ya era tarde, ya no tenía el pendrive, y que carla, habilmente se lo quitó tras despedirse, y Esteban ni se dio cuenta... ¿Soy yo que tengo la cabeza fatal, o también os quedastéis con la duda?
A mi entender, el "pero ya era tarde" se refiere a que murió en el acto. Era tarde para ayudarle. Aunque es cierto que deja un aire de misterio que podría maticarse.
Sí Michel, yo también creo que esa es la intención del autor, y no precisamente hacernos dudar, pero claro, yo soy un lector de cabeza revuelta, y puesto que no sabemos a ciencia cierta qué ocurrió en esa cita, y en cierto modo la historia se puede abrir a varias interpretaciones, pues ya tenemos el lio montado ¡Que nos lo aclare el autor!, y de paso nos diga si está inspirado en algún caso real concreto
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