Autoedición, un suplicioHasta hace poco obtener un código ISBN era algo gratuito, los costes corrían a cargo del Ministerio de Cultura, ahora en cambio habrá que pagar por ello, y no precisamente poco.

El fin último del ISBN, como un código que identifica de forma inequívoca una obra y su formato, es en teoría un elemento imprescindible, sin embargo, dadas las circunstancias del mercado actual en el que un ebook pude publicarse en una docena de formatos distintos, y teniendo en cuenta que cada formato necesita un ISBN, y que además habrá que pagar una cuota por cada uno de ellos de…. 45 ¡eurazos!, pues…, sinceramente: ¡los cojones del caimán!, como diría nuestro amigo el teniente Berkley. Y es que sí, amigos, ya tiene cojones la cosa.

La entrada de hoy viene a ser una actualización de otra más antigua Solicitud ISBN, experiencias de un autoeditor, que dadas las circunstancias se ha quedado un poco obsoleta. Ahora el ISBN ya no es gratis "Tarifas 2012 Agencia ISBN", un hecho del que se pueden extraer varias lecturas, y que más o menos se pueden reducir a las que siguen:  O bien se busca el negocio del siglo, o bien desanimar a los autoeditores (y así filtrar toda la borralla, que la hay, y mucha), o bien, enterrar definitivamente el ISBN.

Antes todo era papel, y los ebooks no existían. Todo era mucho más simple, y el ISBN una herramienta clave. Ahora esto ya no es así. La edición digital sigue una progresión geométrica difícil de calcular y que avanza a un ritmo endiablado, y por si fuese poco, atiende a una enorme variedad de formatos, muchos de ellos adscritos a su propia plataforma de venta. Pensar que para una obra digital tienes que pagar tantos ISBNs como formatos en los que se edita, aunque parezca algo lógico y razonable, en la práctica no lo es. Si esto fuese así entonces estaríamos hablando del negocio del siglo; y si este fuese el negocio del siglo, no creo que durase mucho el monopolio de la Agencia del ISBN.

A día de hoy la situación está fuera de control. Grandes plataformas como Amazon son ajenas al ISBN y las obras se comercializan según su formato propietario; y como Amazon muchas otras plataformas. Finalmente nos encontramos con que tiene más sentido la propio identificación de la obra según su plataforma o formato propietario, que el ISBN propiamente dicho, y a unos precios de 45€ formato, pues más si cabe.

Además, si antes el ISBN servía por ejemplo para diferenciar una obra en tapa dura respecto a otra de bolsillo, éste mismo razonamiento es un sin sentido en el mercado digital. El usuario puede adquirir un formato X, y al instante convertirlo al formato Y. Un libro de bolsillo siempre será un libro de bolsillo. Un epub hoy es un epub, pero mañana es mobi, y dentro de un rato vaya usted a saber. Lo que importa es el contenido ¿o no? Pienso que en todo caso tendríamos que hablar de un ISBN padre para un formato concreto, digamos el epub, y para todo lo demás…, ¡acaben ustedes la frase!

Lo cierto es que si empezamos a sumar gastos, que si registros, que si ISBNs para cada formato, y demás milongas, al final teniendo en cuenta que tu obra habrá de venderse por un precio “digital”, es decir, un euro, céntimo arriba, céntimo abajo, y sabiendo que de ese precio de venta tan solo ganarías un 35% en plataformas como AMAZON, pues al final, muchas, muchísimas unidades tendrías que vender para recuperar la inversión. Y no, éste no es el camino... A no ser que el ISBN sea la forma de filtrar borralla, o al menos así es como ellos lo ven (o el negocio del siglo).

El ISBN necesita una restructuración. No tengo soluciones mágicas, pero así, para ediciones digitales multiformato, no funciona. Y lo que no es de recibo es que para un autoeditor le salga a 45€ el formato. A mí me parece un precio totalmente abusivo, sobre todo cuando antes era gratis. Menos mal que no es obligatorio.