¿Qué sería del cine de terror sin los «Museos de Cera»? Eihir nos ofrece un repaso imprescindible acerca de las películas más destacadas al respecto; sin duda uno de los tópicos más antiguos y directamente relacionados con la literatura pulp
En el último artículo que escribí, que trataba sobre el tema de las Casas Encantadas, ya cité una película de la productora Amicus titulada La Mansión de los Crímenes. Es una peli de relatos, donde el segundo de ellos trataba sobre un individuo que visitaba un museo de cera donde una de las esculturas tenía un parecido asombroso con una mujer que conocía. Pues bien, en este artículo vamos a hablar de este tema en concreto. Dentro de las historias de terror, el mundo de los museos de cera constituye uno de los subgéneros más amados (y explotados) por todos. ¿Acaso no resulta inquietante contemplar efigies en extremo parecidas a nosotros, con esos rostros brillantes y pulidos, que normalmente representan afamados iconos del terror? Salas mal iluminadas, llenas de estatuas cerúleas inmóviles, donde reina un ambiente siniestro en cuyos rincones oscuros acechan ocultos a nuestros ojos los asesinos más retorcidos que cabría imaginar. ¿O tal vez el asesino es una de las esculturas de cera, disimulando mientras vigila cada uno de nuestros movimientos a la espera de asestar el golpe definitivo cuando menos lo sospechamos? Bienvenidos al horror de lo que se oculta en…¡los Museos de Cera!
Revistas Pulp, y Museos de Cera
Desde que comenzó la Edad Dorada del Pulp, siempre ha sido inevitable que en sus páginas apareciese de vez en cuando alguna historia relacionada con museos de cera, uno de los géneros más famosos dentro del terror. A continuación pondremos algunos ejemplos de historias pulp:
- En el número correspondiente al mes de mayo de 1940 de Uncanny Tales, aparece una historia titulada «House Where Evil Lived», del autor Russell Gray, una Weird menace en toda regla.
- El autor Alfred McLelland Burrage (1889-1956) escribió varias historias fantásticas, algunas de ellas recopiladas en tomos como «M. Burrage - The Waxwork & Other Stories: Classics From The Master Of Horror Fiction: Volume 1», donde la historia principal tiene que ver con estatuas de cera.
- La escritora inglesa Eleanor Smith (1902-1945) tiene adaptadas al cine varias de sus obras, aunque « Raeburn's Waxwork» no es una de ellas. En esta inquietante historia un hombre consigue un trabajo para vigilar una exposición de obras de cera sobre asesinos y maníacos. Una de dichas figuras, una hermosa envenenadora, obsesionará al vigilante arrastrándole al borde de la locura.
- El prestigioso escritor norteamericano y ganador de un Premio Nébula en 1998 por toda su carrera, Nelson Slade Bond (1908-2006), firmó varios relatos en revistas como Planet Stories o Amazing Stories, cultivando varios géneros. El horror fantástico está presente en «The Mask Of Medusa» (Bluebook, December 1945).
- El francés Walter Lionel George (1882-1926), escritor tanto de novelas como relatos, fue el encargado de escribir «Waxworks», donde el protagonista y su esposa acuden a visitar una cámara de horrores con figuras de cera.
- «Fun and Games at the Whacks Museum and Other Horror Stories» contiene la historia que da pie al título de la recopilación, escrita por Elliott Capon (que parece ser un pseudónimo, por lo de Elliot Ness y Al Capone).
- El famoso autor de Psicosis, Robert Bloch, también le dio a la cera (como Kárate Kid) en alguna que otra obra, como en Psicosis III, donde la mansión Bates se convierte en un museo para atraer turistas.
- «The Horror in the Museum», publicado en 1933, es la contribución del célebre Lovecraft al género, una historia de ceremonias y ritos, asesinatos y entidades primigenias (como en él fue habitual).
- «Woodrow Wilson's Tie» es una obra de la prestigiosa Patricia Highsmith, donde el protagonista es un asesino obsesionado con un museo de cera que decide llamar la atención asesinando a las personas que en él trabajan.
Por supuesto que hay muchas más obras, como relatos en The Vault Horror o Tales From The Crypt, aunque es muy difícil saber en qué publicaciones y números hicieron su aparición.
Películas de terror ambientadas en museos de cera
Waxworks (Paul Leni, 1924)
El Hombre de las Figuras de Cera es una producción alemana del cine mudo, donde encontramos a un joven poeta encargado de publicitar una galería de figuras de cera. Para ello decide crear tres historias distintas con tres protagonistas diferentes (las estatuas de cera del museo), los cuales son el sultán Haroun-al-Raschid, el zar “Iván el Terrible” y el siniestro asesino “Jack el Destripador”.
Perteneciente al género del expresionismo alemán que impregna toda la estética de la película, con conexiones a cintas como El Golem o El Gabinete del Doctor Caligari. Aunque no es un fil que yo caracterizaría como plenamente pulp, si posee ciertas connotaciones del género, especialmente en el tercer relato (el del Destripador). Aunque es una película en blanco y negro, posee una técnica de filtrado de color que permite diferenciar ante qué historia se sumerge el espectador.
En definitiva, una historia de amor con tintes de aventura, exotismo, misterio y hasta un pequeño toque de horror, aunque no es muy recomendable para estómagos poco acostumbrados a ese tipo de cine que hoy en día ya no se hace. Al menos resulta bastante curiosa.
Mystery of the Wax Museum (Michael Curtiz, 1933)
Misterio en el Museo es la película original que dio vida al género, y gracias a ella hemos podido disfrutar de muchas historias de crímenes con tanta sangre como cera. El argumento es bastante conocido, con un escultor londinense cuyas diferencias con su socio provocan una pelea que termina con el museo en llamas, a fin de que el socio pueda cobrar el seguro y pagar las deudas. El escultor queda inconsciente en medio del fuego, consigue sobrevivir pero tullido y con las manos tan quemadas que ya nunca más podrá trabajar en su arte. Años más tarde reabre el museo en Nueva York, y comienza su cruel venganza contra el mundo, utilizando los cadáveres de sus asesinatos para recubrirlos de cera y exponerlos en su museo.
Estamos ante una obra histórica de la época, una película que sabe sacar rendimiento al escaso nivel técnico que existía en los años treinta. Sabe combinar con acierto los grandes decorados (magnífico el diseño del museo, el auténtico protagonista) con las escenas de acción, todo ello con un toque del expresionismo alemán visto en El Hombre de las Figuras de Cera comentada anteriormente. También hay un elemento tan curioso como atrevido, y es que la protagonista femenina es una periodista tan alocada como desenvuelta, una periodista de mala muerte en busca de una historia que no duda en coquetear con todo aquel que la pueda ayudar en sus planes. El humor que aporta este personaje es diluido por elementos más duros como la corrupción policial, la dureza de los interrogatorios (mira que torturar psicológicamente a un pobre yonqui) y por supuesto los crímenes escabrosos. Es cierto que en momentos recuerda a El Fantasma de la Opera, con ese villano de rostro horrible que camina renqueante y embozado de negro, y que en algunos momentos el espectador advierte de forma inequívoca que las estatuas de cera no son tales sino simples actores en posición rígida (debido a que los focos de la filmación eran capaces de derretir la cera auténtica), pero a pesar de ello la película resulta un conjunto bastante agradable de visionar. Yo la recomiendo, aunque es una versión algo menos lograda que la protagonizada por Vincent Price, tanto por su personaje femenino poco realista como por esas estatuas que respiran y parpadean.
The Frozen Ghost (Harold Young, 1945)
El Fantasma Helado está protagonizado por Lon Chaney Jr, el famoso hombre lobo de la Universal, productora que también está detrás de esta cinta. Es la cuarta entrega de una saga de películas de misterio llamada "Inner Sanctum", y que está constituida por un total de seis títulos, cuyo protagonista fue siempre Lon Chaney Jr. En esta ocasión el prestigioso actor interpreta a Gregor el Grande, un hipnotizador y mentalista que en uno de sus actos en público cree matar a uno de los espectadores con sus supuestos poderes. Por ello entra en una especie de crisis personal que le obliga a retirarse a casa de una amiga, donde en la parte de atrás hay un tipo siniestro que fabrica estatuas de cera para su museo personal.
No es una de las mejores películas de la Universal, y se encuentra bastante alejada de sus grandes clásicos del terror, pero es entretenida y posee ciertos elementos atractivos como el tema de los poderes hipnóticos del protagonista, o el duelo entre mujeres que se disputan el amor del bueno de Gregor. El villano tampoco lo hace mal, un tipo frío y solitario que ve la presencia del mentalista como una amenaza personal, y que seguramente es el fantasma helado al que se refiere el título del film.
En resumen, una película simple cuyo final es bastante previsible, pero que se sostiene gracias a sus actores y a ciertos factores de la trama.
House of Wax (André de Toth, 1953)
Los Crímenes del Museo de Cera es la mejor película del género, sin duda, pese a ser un remake de Misterio en el Museo (la de 1933). El argumento es el mismo, esta vez con el genial Vincent Price (una vez más presente en un artículo de películas pulp, demostrando ser una de las grandes figuras inmortales del género) como el creador de las esculturas. Tras pelearse con su socio por disparidad de criterios, el artista queda tullido y desprovisto de su capacidad creativa, por lo que tendrá a su cargo a varios ayudantes, destacando el mudo sirviente Igor. En esta versión, Igor está interpretado por Charles Buchinsky, nombre que a nadie dirá nada salvo por ser el auténtico nombre de… Charles Bronson (pues sí, el mismo que protagonizó la saga del Justiciero de la Noche, aquí con apenas veintipocos años y sin su característico bigotillo).
Aquí la protagonista es una testigo del asesinato de su compañera de habitación, que huye aterrorizada del siniestro asesino de rostro abominable y movimientos renqueantes (y que recuerdo mucho, mucho, al Darkman de Sam Raimi). Por tanto aquí no hay presencia de personaje femenino humorístico como ocurría en su predecesora, lo que contribuye a mejorar un producto de intriga y terror que es lo que busca el espectador.
Al rodarse en una época en la que estaba de moda la técnica del 3D, algunas escenas de la película se crearon adrede para aprovechar dicho efecto, como la del hombre a las puertas del museo golpeando las pelotas con su paleta, o la de las bailarinas de una revista de variedades. Además cuenta con escenas impactantes en su momento, como la de las llamas devorando las figuras de cera.
Así pues, estamos ante una gran película que catapultó al éxito a su estrella principal, Vincent Price, iniciando su carrera como icono del cine clásico fantástico y de terror, a la altura de los grandes del género. Una historia de venganza, que cuenta el descenso a la locura de un hombre amable que termina convertido en cruel asesino psicópata, obsesionado con las figuras de cera que ya no puede crear, pero sí “recrear”.
The Mad Magician (John Brahm, 1954)
El Mago Asesino también tiene como estrella principal a Vincent Price, pero aquí en una trama distinta a la de los Crímenes en el Museo. En esta película interpreta a Don Gallico, un maestro diseñando ilusiones mágicas (incluyendo máscaras para disfrazarse que son tan reales que parecen auténticas) que luego vende a otros magos más famosos a través de su empleador, el Sr. Ormond. Cuando Gallico se embarca en su propia carrera artística mostrando sus propias ilusiones, su gran sueño de alcanzar el éxito fracasa por culpa de Ormond, por lo que termina asesinándole. A continuación usa su habilidad para el disfraz y se hace pasar por la víctima, pero es descubierto por su exmujer y también la asesina, embarcándose así en una espiral delictiva y demencial de la que ya no tiene escapatoria.
No es una película de museos de cera al uso, ni tampoco es tan buena como Los Crímenes del Museo de Cera, pero se deja ver y encima el villano es Price, el mejor aliciente para disfrutarla. Y también resulta interesante el hecho de ver los distintos métodos que emplea el asesino para deshacerse de sus víctimas, algo nuevo en aquel momento donde la mayoría de los crímenes cinéfilos eran con cuchillo, pistola o cuerda de estrangular. Aquí al menos existe un componente de innovación.
Horrors Of The Black Museum (Arthur Crabtree, 1959)
Horror en el Museo Negro es una película de crímenes, donde un altivo escritor y su joven ayudante poseen un macabro museo donde guardan los recuerdos de sus delitos. Destaca lo macabro de los asesinatos, como por ejemplo alterar unos prismáticos para que salgan cuchillas que agujereen los ojos hasta el cerebro, guillotinar a una chica en su cama, o meter en ácido un cadáver después de haberlo electrocutado.
En esta ocasión el criminal de turno es el actor Michael Gough, conocido por papeles más amables y simpáticos como el fiel Alfred de las películas de Batman de Tim Burton y Joel Schumacher. Mientras él es el cerebro de los crímenes, su joven ayudante (al que somete a su influencia gracias a los efectos de una droga, al más puro estilo Doctor Jekyll y Mr. Hyde) es su brazo ejecutor.
Interesante película que mezcla varios conceptos, aunque tal vez su mayor defecto sea un final demasiado precipitado que roza lo absurdo. Pero entretenida sí que lo es.
A Bucket of Blood (Roger Corman, 1959)
Un Cubo de Sangre es una película bastante extraña, donde el actor Dick Miller (el vecino cascarrabias de las dos entregas de los Gremlins) es aquí un joven camarero de un bar de artistas. Acomplejado y con cierto retraso mental, el ambiente artístico que lo rodea influye en el joven de tal forma que comenzará a cometer crímenes, usando los cadáveres como base para sus exóticas esculturas de arcillas. Hasta que en la noche de su primera exposición al público la arcilla se derrite y todo su plan queda desvelado.
El film es una comedia de terror, horror y suspense, muy al estilo de otras del mismo director, como La Tienda de los Horrores. Rodada en apenas 5 días, con un puñado de actores y un par de escenarios (el lugar de reunión de los artistas y la habitación del protagonista), Corman demuestra su habilidad de crear productos dignos con poco presupuesto. Lo mejor del film, además de la soberbia actuación de Miller como joven tímido y apocado en busca de reconocimiento artístico de un talento que en realidad no posee, es toda la crítica social al movimiento artístico. La película no cesa desde que arranca hasta que termina en reflejar las costumbres de los artistas, unos borrachos, otros tomando drogas, y muchos de ellos viviendo del cuento sin poseer en realidad un verdadero talento. La indumentaria de los jóvenes, sus ideas bizarras, su pedantería y sus gustos musicales, nada se salva de la batuta crítica de Corman.
En resumen, una buena cinta donde su director sabe aprovechar al máximo sus escasos recursos disponibles, consiguiendo momentos de horror gracias a los efectismos habituales del género.
The Chamber of Horrors (Hy Averback, 1966)
La Cámara de los Horrores presenta a un asesino en serie que se corta su propia mano para salvarse de la ejecución. En vez de muñón, se instala una serie de implementos (ganchos, cuchillos, sacacorchos) con los cuales puede asestar terribles heridas a sus víctimas.
Interesante film de horror clásico que recuerda mucho a las producciones de la Hammer, y que mezcla con acierto a Jack el Destripador, los modernos asesinos psicópatas y ¨Los Crímenes del Museo de Cera¨. Humor negro, diálogos ingeniosos, una puesta en escena soberbia junto a una excelente ambientación, y los diferentes trucos y armas que se coloca el asesino en su mano, todo esto y mucho más podéis encontrar en esta joya de culto imprescindible para los amantes del terror clásico.
Nightmare In Wax (Bud Townsend, 1969)
Pesadilla en el Museo de Cera trata sobre un ex maquillador, desfigurado después de una pelea con el jefe del estudio, que levanta un museo de cera dedicado a las estrellas del cine. Algunas de las estatuas son de artistas que desaparecieron misteriosamente. En realidad se trata del mismo maquillador, que ha desarrollado una fórmula que al inyectarla en sus víctimas las convierte en estatuas.
Interesante película, aunque de las que no envejecen demasiado bien. Sin embargo sus elementos de terror aún resultan atractivos, al igual que el tema de la fórmula que recuerda a los clásicos Mad Doctors de la literatura pulp. Echadle un vistazo a ver si os gusta.
Waxwork (Anthony Hickox, 1988)
Waxwork: Museo de cera está protagonizada por el joven Zach Galligan, el protagonista de los Gremlins. El argumento es bastante simplón, pues un nuevo museo de cera aparece de repente en la ciudad, y su misterioso propietario quiere llenar el lugar. En su interior las estatuas de cera reproducen escenas de crímenes macabros y los más terroríficos personajes, como vampiros, hombres lobo e incluso el marqués de Sade. Lo que no saben los jóvenes visitantes es que las figuras cobran vida y se nutren de matar a los inocentes que visitan el museo, que se convertirán en inesperados personajes de las historias que allí se representan.
Delirante película cuyo absurdo argumento solo es perdonable en cuanto sirve de excusa para ver diferentes relatos, cada vez que uno de los visitantes entra en el interior de una de las representaciones. Pero la película es mala, es más una parodia que otra cosa, y la verdad es que no sé cómo tuvo una secuela años más tarde. Desde luego es la peor de todas las películas de museos de cera, así que pasemos rápidamente a comentar la siguiente.
The Wax Mak (Sergio Stivaletti, 1997)
La Máscara de Cera viene con un guion firmado por varias figuras importantes del cine italiano del terror, como Dario Argento, Lucio Fulci, o Daniele Stroppa. El film narra una serie de crímenes cercanos a un museo de cera en Roma, donde trabaja una joven que en su niñez fue testigo y única superviviente de un crimen. Una noche, un joven apuesta que es capaz de pasar la noche en el interior del museo pero, a la mañana siguiente, aparece muerto. A partir de entonces, se suceden gran cantidad de asesinatos en las calles de la "ciudad eterna", al tiempo que las paredes del museo se van llenando con más y más figuras.
El film tiene cosas de interés, como el hecho de ser una mezcla bizarra de "Los crímenes en el museo de cera", "Terminator" y "El fantasma de la ópera". Sin embargo su desarrollo roza en algunos momentos lo absurdo, además de pecar de falta de coherencia en la mayor parte del metraje. Al final lo único que retiene el espectador después de verla es una serie de asesinatos perpetrados por el villano de turno, que es científico, alquimista, diseñador de estatuas de cera y cualquier otra cosa que le venga en gana. No llega a ser un truño, pero casi. Y la escena final, con ese robot al estilo Terminator, da que pensar. Lo mejor que se puede decir de esta película es que al menos si tiene muchas cosas del pulp clásico, solo que mezcladas de forma alocada.
House of Wax (Jaume Collet-Serra, 2005)
Si lo mejor que uno puede decir de La Casa de Cera, una película de terror para adolescentes, es que una de las protas secundarias es la esperpéntica Paris Hilton, imaginaos lo que cabe esperar de ella. Producida por la Dark Castle, responsable de otros remakes de dudoso interés como el de 13 Fantasmas o House On Haunted Hill, vemos un argumento típico del terror actual alejado de las películas originales de museos de cera. Aquí lo que nos presentan es a un grupo de jóvenes que, debido a un “inesperado” fallo mecánico, ven frustrado su viaje para ver un importante partido de fútbol americano. Mientras unos pocos tratan de llegar en vano al partido en uno de los coches, otros dos van en busca de un repuesto a un extraño pueblo cuyo mayor atractivo en el pasado fue un museo de cera ahora abandonado… o eso parece. Los protagonistas no tardarán en averiguar que la mayoría de las figuras de cera están hechas sobre restos humanos.
Aunque el trabajo del director es correcto, es el guion lo que supone la mayor debilidad de la película, además de sus actores. Sustos, muertes, y clichés por todas partes es lo que uno acaba encontrando al visionar este film. Y de esta fruta ya no se puede exprimir más jugo.
Wax (Víctor Matellano, 2014)
Contribución española al género como colofón de este artículo. Narrada como si fuese un falso documental (estilo que a mí personalmente no me gusta en absoluto), el film nos cuenta como una ambiciosa productora de televisión (Geraldine Chaplin) busca una gran historia, por lo que decide mandar a un atrevido joven a pasar una noche dentro del museo de cera. El pipiolo tendrá que grabar cámara en mano todo lo que ocurra en el lugar, bastante siniestro. Su interés recae inmediatamente sobre la figura del Dr. Knox (Jack Tylor), un maníaco doctor que usaba la carne de los cuerpos vivos para satisfacer su sádica curiosidad de experimentar con ella. A pesar de los rumores sobre fenómenos extraños y movimientos nocturnos que tienen lugar en el museo, el joven reportero piensa filmar un documental para evidenciar su falsedad, pero poco a poco se dará cuenta de su error. A partir de entonces entrará en un juego macabro donde deberá luchar para salvar su vida…
Aunque la película se supone que es una especie de homenaje a las clásicas de los museos de cera, el conjunto final se aleja bastante de lo pretendido. Es lenta, aburrida y torpe, y a mitad de película el espectador solo quiere que termine de una vez, lo peor que le puede pasar a una película de este tipo de género. Está repleta de tópicos, y su carencia de originalidad, unida a su planteamiento de cámara en mano, resulta en un producto insulso que pocas cosas buenas ofrece al espectador.
En una palabra, decepcionante.
Conclusión
El cine de terror siempre ha contado con el factor de la ubicación como uno de sus elementos más importantes. El escenario donde se sitúa la trama puede ser una casa maldita, un castillo encantado, un antiguo hospital abandonado, o un museo de cera. Y es que esas amplias y oscuras galerías donde las esculturas de cera nos vigilan, son el marco ideal para desarrollar las historias más dispares que uno pueda imaginar, aunque muchas veces se trata siempre de variaciones de la misma.
Así que ya sabéis, queridos lectores, cada vez que vayáis a visitar uno de esos museos de cera que hay en muchos países, ojito con lo que hacéis. No sea que tropecéis y vuestra cabeza caiga por accidente debajo de una guillotina, o tal vez bajo la cuchilla de Jack el Destripador. Y no se os ocurra aceptar la invitación del dueño del museo para bajar al sótano, porque seguro que al día siguiente habrá una nueva figura en el museo. Y curiosamente, su rostro tendrá un parecido asombrosamente siniestro…¡con el tuyo!
Nos vemos en el siguiente artículo