EI14
Tras unos minutos de espera, por ver si regresa el capitán Solloway, decides continuar en dirección norte, siguiendo el curso del río hacia su desembocadura. Tu prometida Lucy, Abott y el incansable Ronin te acompañan. Avanzáis con sigilo, orillando este enigmático ser, oscuro y serpenteante, que atraviesa el entramado de árboles y plantas exóticas como los pasillos internos de una catedral de esmeralda.
A continuación del último recodo observáis como el paisaje comienza a cambiar. El caudal es cada vez más ancho y la corriente más intrépida, mezclándose sus aguas con las del pacífico. Podéis ver incluso destellos de un infinito horizonte, pero antes de que os deslumbre su magnificencia, Ronin adopta posición de peligro. Sus orejas echadas hacia delante, su vello erizado, y su hocico apuntando hacia una dirección concreta, la cual semeja perderse más allá de una cortina de palmeras que os obstaculiza la visión, no deja lugar a dudas. Ronin ha columbrado algo, y tú sabes lo que tienes que hacer.
—¡Chicos, quietos! —ordenas.
—¿Qué sucede? —pregunta Lucy.
—Ronin ha visto algo —explicas—, allí, al otro lado de esas palmeras. ¡Agacharos!
Lucy y Abott se echan al suelo, junto a ti.
—Echaré un vistazo —dices—. Vosotros esperadme aquí. No os mováis, y no hagáis ruido. ¿Ok?
—¡Odio Cocina! —dice Lucy.
—¡Oki Doki! —replica Abott, como si se tratase de un juego.
—¡Vamos Ronin, echemos ese vistazo!
Tú y Ronin os movéis a hurtadillas, colándoos al otro lado de la cortina de palmeras. Un poco más allá, tras los últimos vestigios de jungla, ocultos tras unos montículos de maleza, estiráis la mirada y observáis una extraña construcción de poca altura, pero muy consistente. Su color gris cemento, junto con un diseño hermético, de inmediato os permite saber de qué se trata. Es un búnker, probablemente uno de los muchos que construyeron los japoneses en casi todas las islas de la micronesia. Isla que tomaban, isla que coronaban con antiaéreos, baterías de costa, y el correspondiente búnker. Vaya manera de perder el tiempo, piensas, al fin y al cabo no les sirvieron de mucho durante la guerra; un tema del que sabes bastante, no en vano arriesgaste tu vida en muchas islas como ésta, cuando serviste en los marines. Pero ahora, la posición que estás pensando en tomar no está protegida por japos, sino por nazis, por esos jodidos krauts, y estos son mil veces más difíciles de coger por sorpresa.
Tratas de realizar una inspección ocular desde el mismo sitio en el que te hayas. Moverte sería demasiado peligroso. Todo semeja en calma. Tan solo has visto salir una patrulla, y afuera no hay nadie vigilando. No hay vigías a la vista, no hay nada, más que la entrada al búnker, y lo que parece un depósito de combustible. Das por hecho que en su interior tendrán retenidos a los marineros del Black Swan, y lo único que deseas es rescatarlos cuanto antes; abandonar de una vez por todas esta maldita isla. Sin embargo, una voz en tu cabeza te dice que detrás de todo esto hay algo de suma importancia. Que todo un enjambre de Kartoffeln se haya desplazado en un submarino hasta una isla de mierda debe tener algún tipo de significado, y cada vez tienes más interés por averiguarlo. Quizás se esté cociendo algo gordo, en cuyo caso deberías intervenir. Pero ahora no estás aquí para hacerte el héroe más de lo debido, ya habrá tiempo más adelante.
Dejas tus pensamientos a un lado y regresas con las noticias junto a tus amigos.
—¡Chicos, el olfato de Ronin es infalible! —dices—. Al otro lado de esas palmeras hay un antiguo búnker de los japoneses. Creo que dentro de él se encuentra el centro de operaciones de los nazis. Y si mi instinto no me falla, en su interior deben estar presos el resto de la tripulación del Black Swan. Tenemos que sacarlos de allí y encontrar una manera de escapar. Lucy, tú te quedaras fuera vigilando mientras Abott y yo...
—¡Y una mierda, Ray! —te interrumpe Lucy con una mirada tan pesada que agachas la cabeza—. Yo también iré, contra más seamos mayores posibilidades de sobrevivir tendremos.
No puedes discutir con ella, ahora no, y además tampoco es muy prudente dejarla sola en una isla en la que, de un momento a otro, una simple larva de mosca podría convertirse en una anaconda tan grande como un portaaviones.
¿Cuál es el plan? A continuación, tienes 2 opciones:
Opción 1: Crear una distracción con la ayuda de las habilidades explosivas de Abott y colaros en el búnker mientras dura el revuelo. Pincha aquí
Opción 2: Ir detrás de la patrulla alemana que has visto salir del búnker y conseguir un par de uniformes para disfrazaros y colaros con la excusa de traer a nueva prisionera. Pincha aquí