Perros de paja, 1971A falta de ver su reciente remake, nada mejor que aprovechar el recuerdo, y ver la original. Perros de paja (1971), posiblemente la mejor película de Sam Peckinpah, un maestro del celuloide que supo sacarle partido a la botella de whisky. ¿Quién dijo que beber es malo?

No sé cuánto tiempo habrá pasado desde la última vez que vi esta película de Sam Peckinpah; no lo sé, pero seguro que más de veinte años. Un título que recordaba con gran impacto, no en vano por aquel entonces no era más que un crio, sin embargo con el paso de los años me había olvidado por completo de ella. Es ahora, con su remake a la vuelta de la esquina, cuando se encendió en mí la tenebrosa luz de un recuerdo terrible, trepidante, angustioso..., y excitante. De inmediato sentí el deseo de volver a disfrutarla. Salvando las distancias, algo parecido me sucedió hace poco con el Remake de The Mecanic, de Jason Stahan; si no fuese por ese remake es más que posible que nunca me diese por volver a ver la original de Charles Bronson; y que buena ésta última por cierto. Es irónico, pero a veces el principal propósito de un remake es el de hacernos buscar como locos la versión original; muchas veces es para lo único que sirven.

Dicho todo lo anterior, cuando me dispuse a ver Perros de Paja no era capaz de recordar apenas ningún fotograma, y ya no digamos el argumento en sí, más allá de lo que resulta obvio. Solo tenía un enorme bloqueo mental, y el vago prejuicio de una película violenta y horripilante, pero claro, estas apreciaciones siempre hay que tenerlas en cuenta en función tanto de la época a la que pertenecen, como los años que uno calza por aquel entonces, más bien pocos y absolutamente impresionables. Desde este punto de vista no esperaba demasiado; son ya muchos los títulos que llevo a mis espaldas como para impresionarme por una película tan vieja. Y de hecho, no es la primera vez que una película de la que tenía un buen recuerdo ochentero, vista hoy en día provoca hasta vergüenza ajena. Sin embargo…

Perros de Paja, a pesar de los años sigue transmitiendo las mismas sensaciones que en la época de su estreno. No ha envejecido ni un ápice. El comienzo es lento, pausado, y poco a poco va dibujando una serie de personajes depravados, viciosos, pero desde una perspectiva creible y realista. La fotografía resulta exquisita, con una campiña inglesa inhospita, brumosa, y que bien parece cualquier parroquia de mi querida y enfeitizada Galicia. El entorno y el caserón de piedra en el que se desarrolla la mayor parte de la trama cuaja perfectamente con los paisajes gallegos más alejados de la urbe, y eso es algo que no solo me ha gustado, sino que me ha influido notablemente en la forma de indentificarme con la trama, como decimos…, sencillamente terrible.

Otro de los aspectos que suponen cierto atractivo en esta película, aunque resulte un tanto banal, es su protagonista femenína Susan George (habitual en títulos menores de la época); bellísima de los pies a la cabeza, y cuyo busto prominente, y empitonado con cierta picardía bajo los típicos sweters de la época, no dejan de enviarte un mensaje, no sé si subliminal o vaya usted a saber, pero es algo así como… “tranquilo, paciencia, si deseas ver estos pezones, no quedarás decepcionado”. Y así es, tras una falsa secuencia de cama en la que parece que llega su hora, más tarde, cuando menos te los esperas, los verás. Sorprende como Dustin Hoffman, un actor de físico poco o nada “galán”, por aquel entonces disfruto de cuerpos femenínos de hermosas cabelleras rubias y suculento tetamen. Digo esto porque no hace más que un par de semanas que también degusté otro clásico del mismo actor “Marathon Man”. Excelente película en la que, al margen de la historia, el bueno de Dustin se cepilla a otra rubia de “pan y moja”.

Volviendo a la película, y dejando a un lado las tetas de Susan George, lo que tenemos es una historia que bien podría sucedernos a cualquiera de nosotros y en cualquier momento. No en vano nadie está exento de la naturaleza humana, pues somos lo que somos, máquinas de matar; máquinas de amar.

La secuencia final en plan “Rio Bravo” es una de ésas que tantas veces hemos comentado; un estilo que sencillamente me chifla, solo que la vuelta de tuerca que le da el director, ahondando en la violencia innata, recreándose en ella, incluso desde el primer minuto de la película en la que "inocentemente" se preparan los artilugios que se emplearan con posterioridad en su particular espectáculo, insano, dantesco, y hasta perpetuo, pues parece no tener fin (de hecho hay momentos en los que resulta incluso difícil entender como puede durar tanto el asedio), es para quitarse el sombrero.

Está claro que el bueno de Peckinpah lo borda, y eso que dicen que solía rodar medio borracho, y de ahí esa inspiración, aunque a veces, según parece, se pasaba siete pueblos con la bebida, si no que que se lo pregunten al bueno de Kris Kristofferson, a quien dirigió en Convoy (1978), título éste que si hacemos caso a las malas lenguas, lo rodó completamente borracho, de princpio a fin. Lo curioso es que aún así le ha salido mejor película que otros en plenas facultades.


Ficha Técnica: Perros de Paja, 1971

TÍTULO ORIGINAL: Straw Dogs. AÑO: 1971. DURACIÓN 113 min. PAÍS: Reino Unido. DIRECTOR: Sam Peckinpah. GUIÓN: David Zelag Goodman & Sam Peckinpah (Novela: Gordon M. Williams). MÚSICA: Jerry Fielding. FOTOGRAFÍA: John Coquillon. REPARTO: Dustin Hoffman, Susan George, David Warner, Peter Vaughan, T.P. McKenna, Del Henney, Sally Thomsett, Peter Arne, Colin Welland, Donald Webster, Jim Norton, Ken Hutchison, Len Jones.

SINOPSIS: El astrofísico americano David Sumner (Hoffman) se traslada a vivir al pueblo de su mujer, en Gran Bretaña. Es un hombre reservado y tímido que vive absorto en sus investigaciones y procura evitar cualquier disputa. Sin embargo, la violencia de ciertos individuos del pueblo llega a tal extremo que Summer, situado entre la espada y la pared, reacciona con las mismas armas que sus agresores para defender a su mujer y su hogar... Obra clave en la filmografía de Peckinpah, "Perros de paja" es un estudio sobre la violencia del ser humano basado en la novela "The Siege of Trencher's Farm", de Gordon M. Williams.

Lo mejor: Todo, aboslutamente todo…, los personajes, las miradas, las situaciones, el interior de la casa, la música, la narración…, para que seguir.

Lo peor: Nada

Veredicto: Si no la has visto, ya estás tardando en hacerlo, y a ser posible hazlo antes de ver el remake que está al caer.

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Algunas capturas de imagen:

Perros de paja, 1971

Allá en lo más profundo del bosque, había una casita en la que...

Perros de paja, 1971

-Cariño, ¿cuál es el plan para esta noche? -preguntó ella, ardiente y deseosa.

Perros de paja, 1971

-Te he preparado un pasatiempo matemático. Si lo resuelves tendrás premio -dijo él, tan puñetero como de costumbre.

Perros de paja, 1971

-jo, ¿dos más dos igual a cuatro, o a veintidós? ¡Que dilema!

Perros de paja, 1971

-¿Y bien? ¿Has resuelto el problema?

Perros de paja, 1971

-¡Guapo, vamos a la cama, a ver si allí resuelves tú el problema! ¡Listillo, que eres un listillo!

Perros de paja, 1971

-¿Por qué no echamos un chess?

- ¡joder...! ¡Contigo no hay manera!

Un poco más tarde, en el bar del pueblo...

Perros de paja, 1971

-¿Frank, sabes una cosa? La pareja ésa, la que acaba de instalarse en el caserón, pues que la tipa está como un tren..., que suerte tienen algunos

Perros de paja, 1971

-¿Qué? Bah..., el tio tiene cara de empanado, no está a la altura.

Y en eso, el prota, deshauciado del lecho conyugal, y en busca de una birra con la que pasar la noche, no se le ocurre otra que ir a la taberna en cuestión..., en mal momento llegó su hora...

Perros de paja, 1971

-¿Qué acabas de decir?

Perros de paja, 1971

-¡Jajaja! ¡que se pone chulo! -añadió uno de los ilustres contertulios harta de cerveza barata

Perros de paja, 1971

-¡Me cago en todo lo que se menea!

Mientras tanto..., en la casa, y con la chica a solas...

-¿Nadie me quiere?

Perros de paja, 1971

-¡Tu, sí, tú!, el que está leyendo esta pseudo crítica. Deja de hacer honor al título y..., ¿por qué no entras en el fotograma? Te lo agradecería!

Perros de paja, 1971

-¡Allá voy!