Los mitos de Cthulhu, en versión reality show. Con tanto guiño al cine de terror, puedes acabar con un tic nervioso de por vida
Pocas veces en mi vida he sentido la extraña sensación de cabreo absoluto, mientras estoy viendo una película, y no porque me sienta engañado, o porque me arrepienta de haber perdido tiempo y dinero, sino que me refiero a un tipo de cabreo muy distinto, al de no entender absolutamente nada, y sentirte rabioso porque quieres entenderlo. «La cabaña en el bosque» (The Cabin in the Woods, dirigida por Drew Goddard, 2013) me la ha jugado desde un principio. Tengo la costumbre, buena costumbre, de procurar saber lo menos posible de una película antes de verla, y por las pocas imágenes de un tráiler pasado a doble velocidad, y la sinopsis que acompaña a la carátula, pensé que se trataría de otra vuelta de tuerca con adolescentes perdidos en el bosque, luchando por sus vidas, a medio camino entre Cabin Fever, y Posesión Infernal. Sin embargo, tras los primeros compases, es obvio que algo no cuadra, y el hecho de no entender de qué demonios iba la película, con el paso de los minutos mi cabreo iba en aumento. Si no la has visto, mejor no sigas leyendo. Ahora entremos al detalle.
El hilo argumental, a medida que avanza, inevitablemente nos recuerda a las típicas películas de terror, desde Matanza de Texas, hasta Las Colinas Tienen Ojos, pasando por cualquier otra al uso que se os ocurra. Nada se escapa a los estereotipos del género. Cinco jóvenes, una furgoneta, y un viaje a una choza abandonada en medio del bosque, y junto a un precioso lago, que ni Crystal Lake (Viernes 13). Incluso, con la parada de rigor para repostar, donde un chiflado profético anuncia el horror que se les vendrá encima a los pobres muchachos. Es tal la secuencia de tópicos, que uno no sabe si está viendo algún tipo de parodia en plan Scary Movie, o si le están tomando el pelo de mala manera, sin embargo, lo más desconcertante, es la «subtrama», que poco a poco se va hilvanando con la principal. Dicha subtrama, en la que aparecen unos técnicos de laboratorio “supervisando” el devenir de la propia película, y su vez «interrumpiendo» de forma constante la atmosfera de terror que se suele procurar en este tipo de historias, a mí, por lo menos, logró cabrearme.
Tras media hora de metraje, dejé de tomarme en serio la película, y entonces pensé que más bien se trataba de algo así como «El show de Truman», un Reality Show, o quizás, un experimento psicológico por el cual se sometía a unos muchachos a una experiencia paranormal dentro de la cabaña. Obviamente, para que esto tuviese sentido, uno de los muchachos debería actuar como gancho, y por supuesto, los zombies deberían ser actores con máscara. Bien, ésta fue mi idea principal, y de tal forma me convencí, durante un buen rato, de que esto era así. Y entonces me tranquilicé.
Mi cabreo había desaparecido. Al fin había logrado comprender de qué iba la trama, y estaba tranquilo. El problema vino más tarde, cuando vi que las muertes iban en serio, y entonces pensé en una Snuff Movie, y entonces dije… ¡bueno, vale! Pero al ver que los zombies, eran zombies de verdad, entonces volví a cabrearme ¡pero de qué coño va esta película! Eso ya fue el colmo. De verdad, que no tenía ni idea cual era el objetivo de todo aquel tinglado.
Obviamente, al final todo tiene sentido. Bueno, mejor dicho digamos que las explicaciones proporcionadas nos permitirán entender la película, porque sentido, lo que se dice sentido, seguirá sin tenerlo. Todo es un despropósito, y como bien dicen dos de los técnicos de laboratorio: “antes era mucho más fácil, bastaba con arrojar los sacrificios dentro de un volcán”. ¿Realmente es necesaria toda la parafernalia que se monta en la cabaña, para a ofrecer cinco sacrificios? ¿y esas competiciones internacionales? ¿y todas esas bestias que se utilizan a modo de juego? Sentido, la verdad, es que no tiene mucho. Aunque tampoco creo que sea necesario buscárselo. Un planteamiento de lo más pulp, que bebe directamente de los mitos de Cthulhu, y donde la firma de Lovecraft es más que evidente. La parte final de la trama, aunque no deja de ser una mezcla de varios títulos conocidos, tales como La Niebla (Stephen King), Cube, o 13 Fantasmas, logra sobreponerse a todo ese batiburrillo de imágenes ya vistas, y ofrecernos un cierre apoteósico de muerte y destrucción. Por momentos incluso eché en falta algunos mounstruos imprescindibles, como el propio Jason Voorhees, Freddy Krueger, o Pinhead, aunque a este me dio la impresión que le buscaron un sustituto en el todo a cien. Vamos, que no sé yo si la Cabaña en el Bosque no será algo así como Una Pandilla Alucinante, pero para adultos, dicho esto por los pechos de la rubia, y algún que otro fotograma de casquería. De todas formas nada comparable a Evil Dead. Con tanto guiño, habrá que tener cuidado de no terminar con un tic nervioso de por vida. Si hasta me ha parecido ver incluso un guiño a «Scooby Doo».
En líneas generales, la propuesta que nos presenta Drew Goddard, director primerizo que se estrena en la gran pantalla con este título, es fruto de un disparatado guión, perpetrado tanto por el propio Goddard, como por su compañero de profesión Joss Whedon, con bastante más experiencia a sus espaldas, director y guionista, entre otros, de títulos como la reciente The Avengers.
Dicho guión juega de forma peligrosa con la parodia de las cinta clásicas de terror, tratando de ocultarte su verdadera esencia, y esto puede que, en determinados momentos, lejos de mantenerte en vilo por descubrir el misterio, pases directamente a perder el interés. Este no fue mi caso, aunque a punto estuve.
Resulta difícil clasificar esta película, pero de ningún modo se podría decir que es de terror. Sino más una comedia que parodia las películas de terror, pero que lo hace de forma seria, como queriéndote asustar de verdad, por lo que resulta muy probable que te sientas confundido, o cabreado, durante buena parte del metraje. Sin embargo, está lo suficientemente bien hecha, y la fórmula tan bien calculada, que te atrapará hasta el final, a pesar de que el terror, propiamente dicho, brille por su ausencia.
El secreto: Bien, esto no deberías leerlo si piensas ver la película, pero si ya has llegado hasta aquí, puede que sea demasiado tarde. ¿De qué va La Cabaña en el bosque? Desde siempre, desde el origen de los tiempos, existen uno Dioses Ancestrales, y uno de ellos vive bajo la Tierra. La humanidad debe rendirle tributo, ofreciendo de vez en cuando un sacrificio de cinco jóvenes (la prostituta, el atleta, el sabio, el loco, y la virgen), y siempre respetando un orden preestablecido. Si este sacrificio no se cumple, el Dios Ancestral, Primigenio, o lo que demonios sea, saldrá a al superficie y extinguirá a la humanidad. Un sociedad secreta, compuesta por científicos, técnicos, y fuerzas militares, tiene su base instalada debajo de la cabaña; la cabaña en el bosque. A dicha cabaña, engañados, acuden los jóvenes para pasar un agradable fin de semana. Allí, se les ofrecerán diferentes alternativas, pero todas ellas con idéntico final, el sacrificio de los muchachos. Lo curioso, e incomprensible, es que este sacrificio será ejecutado por diferentes monstruos de pesadilla. Finalmente, como era de esperar, todo se tuerce.
Lo mejor: Que sin saber cómo, al final la túrmix funciona, y el resultado deja un buen sabor de boca. La última media hora es memorable.
Lo peor: Que probablemente esperes ver una cinta de terror adolescente, y te sientas decepcionado, pues menos terror, tiene de todo. Y si no sabes dónde te has metido, la primera mitad de la película puede llegar a ser desesperante, como poco.
Veredicto: Merece la pena verla, siempre y cuando sepas de antemano que no es una película de terror, y que, por supuesto, nadie te haya desvelado el secreto.