La Mosca, un relato y, hasta el momento, cinco películas. En el siguiente artículo Eihir le pega un repaso a todas ellas
¿Qué sería del pulp sin los Mad Doctors o Científicos Locos? Es cierto que hay infinitos elementos que caracterizan una buena historia pulp, pero desde luego uno de ellos es la figura del extravagante hombre de la bata blanca que realiza extraños experimentos encerrado en su laboratorio. Y si a ello se le añaden una chica guapa (normalmente la víctima del experimento o el objetivo del deseo amoroso del científico) y unas consecuencias catastróficas de lo más delirantes, ya tenemos servida una buena historia. O al menos, si no es buena, de seguro nos tendrá un buen rato enganchado mientras la leemos.
Y precisamente aquí os traemos una obra del pulp clásico que aúna todos estos elementos y que conviene recordar, sobre todo a los lectores más jóvenes que tal vez no hayan oído hablar de… «La Mosca». The Fly es un relato del escritor George Langelaan publicado por primera vez en la revista Playboy en Junio de 1957, algo extraño teniendo en cuenta que no se trata de un relato erótico ni nada por el estilo. Es un relato corto (apenas algo más de treinta páginas) donde su autor nos cuenta la historia del científico Robert Browning, casado con Anne y padre de un niño llamado Harry. Todo es paz, amor y felicidad hasta que al hombre se le ocurre experimentar con la teletransportación mediante el uso de dos máquinas con el aspecto de cabinas telefónicas. Cuando Robert decide teletransportarse él mismo para poder probar que su invento funciona también con personas y no solo con objetos inanimados, una pequeña mosca se cuela como invitada no deseada a la fiesta y ocurre la tragedia; la cabeza y un brazo del científico son la de la mosca, mientras que el pequeño insecto absorbe dichas partes de la anatomía de Robert. El horror está servido.
Cabe destacar que La Mosca no solamente se puede encuadrar dentro del entorno de la ciencia-ficción, o del cine de monstruos horripilantes, sino también posee ciertos tintes del género policiaco debido a la narración desde el punto de vista retrospectivo. Y es que el relato comienza con una llamada de Anne a su cuñado (el hermano de Robert) diciendo que ha matado a su esposo. La presencia del inspector Twinker, la búsqueda de la mosca de cabeza blanca, el enigma de los dos usos de la máquina martillo-pilón, y por último la confesión de la mujer explicando toda la historia conforman las piezas de este puzzle maravilloso que combina de forma magistral varios géneros, incluyendo también el drama final.
Respecto a los nombres de los personajes, curiosamente hay dos versiones de la obra. Una en la que son los arriba mencionados, y otra en la que aparecen los nombres de la película de 1958, donde el protagonista es André Delambre y su mujer es llamada Helene, además de otros nombres cambiados como el hermano, el niño o el comisario.
El Autor: George Langelaan
George Langelaan (1908-1972) nació en París, pero poseía nacionalidad británica. Su obra está compuesta por varios relatos de carácter fantástico, historias góticas de fantasmas, de ciencia-ficción, e incluso de espías, por lo que no era un autor que estuviese encasillado en un solo género en particular. Pero desde luego su obra si lo define como un auténtico escritor pulp. Y no solo eso, sino que en su vida personal Langelaan fue también bastante pulp. Corresponsal durante la Guerra Civil Española, espía en la Segunda Guerra Mundial sometido a cirugía plástica, aventurero…, conforman a este autor atípico como un verdadero espíritu inquieto.
La Mosca (1958)
Dirigida por Kurt Newmann y protagonizada por el siempre brillante Vincent Price como el hermano del científico, esta película es todo un clásico de la ciencia ficción de la época que refleja fielmente la obra original. Sin embargo se toma la licencia de darle un pequeño toque de felicidad al drama, puesto que la viuda del científico es liberada de los cargos contra ella y se presume un futuro romance con su cuñado. Se prescinde aquí del final infeliz original donde Helene se suicida tras darle la confesión por escrito a su cuñado.
El laboratorio del sótano, las cabinas telefónicas de teletransportación, y por supuesto la máscara de goma que simula la cabeza de la mosca son sin duda elementos que han pasado a la historia del cine. Muy recomendable para los nostálgicos de la época.
El Regreso de la Mosca (1959)
Tras el éxito de su antecesora, volvieron los experimentos científicos con esta película dirigida por Edward Bernds y protagonizada una vez más por el genial Vincent Price en su papel de tío del joven Delambre. El niño de la primera película ha crecido, se ha convertido en un científico como su padre y encima su madre ha muerto, por lo que tiene libertad para experimentar. La particularidad consiste en que el joven se vuelve mosca por culpa de la traición de su amigo y no por un error en el proceso de teletransporte.
La diferencia con la película original es que aquí hay más personajes y más muertes, y esta vez la mosca se deja ver mucho más (la máscara de goma es mucho más grande también, con esos horribles ojos saltones muy propios de los monstruos del cine de la época). Esta vez el final es aún más feliz si cabe, el proceso es revertido con éxito y los malos malosos mueren.
La Maldición de la Mosca (1965)
Tras el éxito de las dos películas anteriores, Hollywood volvió a la carga con una tercera entrega para intentar atrapar más moscodólares. El resultado fue…esta película, que a mi juicio se le puede calificar de al menos un tanto peculiar. Los descendientes del científico original juegan a ser dioses con la cámara de teletransporte, con nefastos resultados para todos. Dirige Don Sharp y protagoniza Brain Donlevy (el que fuera el famoso profesor Quatermass en las películas del mismo nombre).
Lo mejor sin duda son los elementos de terror y misterio, como la chica escapada de una clínica de salud mental, los experimentos fallidos encerrados en el sótano, y los misterios de la casa que poco a poco van siendo revelados al espectador. Y lo peor…pues que no hay mosca, solo intentos de alargar la vida mediante procesos genéticos relacionados con el teletransportador (que encima ya no es la vieja cabina telefónica).
La Mosca (1986)
Clásico ochentero de lujo, esta película dirigida por David Cronenberg y protagonizada por Jeff Goldblum y Geena Davis recupera la esencia del original pero actualizándola de forma muy convincente. La trama es la misma, con un científico experimentando con la teletransportación que sufre un accidente por culpa de la mosca. Sin embargo aquí la transformación del protagonista, tanto física como mental, se va produciendo paulatinamente y no será hasta el final cuando podamos ver a la auténtica criatura de pesadilla. Gran dirección y magníficos efectos de maquillaje, un film que fusiona con brillantez La Mosca de Langelaan y La Metamorfosis de Kafka, y que invita a ser revisionada de vez en cuando.
La Mosca 2 (1989)
Al público le van las moscas, eso es seguro, de lo contrario no se hubiese hecho esta película. Dirigida por Chris Walas y protagonizada por un Eric Stoltz muy joven, el film narra las aventuras del hijo del científico de la primera parte, el cual sufre de un envejecimiento celular que solo puede ser curado de una forma. ¿Adivináis cuál? Pues sí, una vez más hay que meter la cabeza de nuevo en la dichosa cámara de teletransporte.
Con un guion no muy brillante que mezcla elementos de El Regreso de la Mosca y La Maldición de la Mosca, además de meter a la chica con calzador, el film no es más que una historia palomitera que entretiene un rato y nada más, sin duda la peor de toda la saga.
Así que ya sabéis, si tenéis tiempo libre no perdáis la oportunidad de revisar este gran clásico del género que seguro no os defraudará. Científicos obsesionados, experimentos secretos, cámaras de teletransporte, monstruos con cabezas de mosca…Una vez más los peligros de la ciencia llevada al límite por los humanos de mentes privilegiadas forman la moraleja de este relato, muy al estilo de las novelas escritas por H.G. Wells con las que comparte ideologías aunque esta vez incluyendo una buena dosis de horror. Y esto puede verse en una sola frase del protagonista: «Dios nos dio la inteligencia para descubrir las maravillas del universo; sin ese don nada sería posible».
Pero prefiero terminar este pequeño artículo con el eslogan que acompañó en su momento a la versión que hizo Cronenberg en 1986:
«Tenle miedo. Mucho miedo».