Un vistazo a la literatura rusa de ciencia ficción, y sus revistas pulp. Russian pulp literature, 1907 - 1940
Aquí tenemos otro grandísimo artículo de nuestro amigo Jess Nevins acerca de la influencia y evolución de la era pulp en otros países, en este caso la Unión Soviética. En artículos anteriores os presentamos un pequeño acercamiento a las revistas pulp europeas: Revistas Pulp Europeas. Parte I y Revistas Pulp Europeas. Parte II; y con especial referencia a lo concerniente a la Alemania Nazi: Pulps, Nazis y Ciencia Ficción. Ahora, estiramos la vista un poco más allá, y atenderemos a la evolución de estos conceptos en sitios mucho menos conocidos como la Unión Soviética, y sus regímenes totalitarios. La tradición rusa dentro de la ciencia ficción, aun siendo menos conocida por nuestras tierras que las propias del mercado anglosajón, siempre ha sido profusa en historias y contenidos de calidad, donde sus autores se movían como pez en el agua entre utopías, distopias y viajes extraordinarios, allá por el siglo XIX. Sin embargo, la primera novela rusa tipo Hard SF data del año 1784, siendo la primera en introducir el concepto de viajes interplanetarios: Noveisheye puteshestviye (The Newest Voyage, 1784) obra del autor Vassily Lyovshin, y precursora de los trabajos del científico y escritor Konstantin Tsiolkovsky (1857-1935), considerado el padre de la cosmonáutica.
Durante los siglos XVIII y XIX proliferaron a nivel popular numerosas publicaciones baratas de tipo folletinesco, las cuales se conocían como lubok, similares a los chapbook (vendidos por buhoneros), tan extendidos por Europa, y dando lugar ya en el siglo XX a las kopeck novels, similares a las dime novels americanas. Antes del siglo XX los géneros más populares que uno podría encontrarse en estas publicaciones de folletín eran principalmente sobre crímenes, bandidos, historias bélicas y de aventuras, pero raramente se encontraban relatos de ciencia ficción, y los que había eran de tipo serio y riguroso, muy alejados de la visión estrafalaria tan característica de los pulps americanos. Digamos que los rusos se centraban más en la ciencia propiamente dicha, que en la imaginación fantasiosa. De esta forma se podían diferenciar claramente dos tipo de publicaciones, unas de literatura popular, y otras de ciencia ficción, las cuales nunca se mezclaban.
Un ejemplo lo tenemos en el personaje Rakhmetov, una especie de Doc Savage en versión rusa obra del autor Nikolai Chernyshevsky, y que se publicó en Chto Delat? (1862-1863). Un personaje extremadamente serio y frio. Este tipo de pulps, término desconocido por aquel entonces y que aplicamos a efectos didácticos, eran de todo menos pulp, si así los definimos en base a los contenidos que caracterizan esta clase de literatura; ¿Qué es la Literatura Pulp?
Trabajos como los del escritor Valery Yakovlevich Bryusov van en la dirección que apuntamos, como es el caso de su relato Respublika Yuzhnavo Kresta (1905). La obra de Valery Bryusov nos ofrece una utopía acerca de la Republic of the Southern Cross, una república de hombres trabajadores cuya capital Star City es una ciudad construida bajo una cúpula en el Antártico, donde sus habitantes aquejados de una extraña enfermedad de tipo psicológico mueren uno tras otro, arruinando así una ciudad próspera. Un tipo de literatura metódica y seria, que el mismo autor repetiría en trabajos como The Earth: A Tragedy of Future Times (1905)
No fue hasta el año 1907 cuando desapareció esa división que había entre la literatura popular y la ciencia ficción, lo cual coincidió con los primeros pulps, genuinamente pulps, que llegaron de Estados Unidos y Europa, traducidos al ruso. Sin embargo, estos primeros pulps que tanta influencia tuvieron en la literatura rusa popular, no eran estrictamente de ciencia ficción. De entre todo ellos destacó la serie americana de Bufalo Bill (American dime novel Buffalo Bill Stories), y las aventuras alemanas del detective Pinkerton ( German dime novel Nat Pinkerton, der König der Detectivs). Fruto de estas influencias habían nacido las “Russian pulps”, unas revistas que se popularizaron a un ritmo endiablado y que abrieron la veda estrenándose en el género detectivesco y de misterio.
Las primeras publicaciones de las revistas pulp rusas se nutrían de relatos traducidos como estos que acabamos de citar; impulso que además se vio reforzado por una traducción muy especial, nos referimos a las aventuras de Sherlock Holmes (A. Conan Doyle), las cuales ya contaban con una versión traducida en 1903, pero sumamente penosa. Los pulps detectivescos pronto se convirtieron en los preferidos por el lector ruso, y las novelas kopeck (revistas pulp rusas), comenzaron a publicar no ya solo traducciones, sino también numerosas secuelas no autorizadas de Nat Pinkerton y Sherlock Holmes, aprovechando así el tirón, y en las cuales cada vez más se confundían todo tipo de géneros, ya que solían incluir personajes tan dispares como científicos chiflados, «Yellow peril. Terror Amarillo», o conceptos estrafalarios de la típica ficción pulp, como los consabidos rayos de la muerte, o cohetes espaciales.
Poco a poco los contenidos de ciencia ficción fueron copando la mayoría de las revistas pulp rusas, sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en Europa y Estados Unidos, nunca se llegaron a publicar pulps exclusivos de ciencia ficción. La publicación que más cerca estuvo de ello fue Tref, the First Detective in Russia #1-? (1910), una serie de relatos cuyo protagonista era un perro policía de Moscú, cuya inteligencia casi humana le hizo ganarse el sobrenombre de “El Sherlock Holmes a cuatro patas” (the four-legged Sherlock Holmes).
Uno de los pulps más populares de esta época, publicado entre los años 1907 y 1913, fue la serie del autor F. K. Sologub, titulada: "Tvorimaia Legenda" , acerca de un mago satánico y científico chiflado, de nombre Grigorii Trirodov. Un personaje que se dedicaba a experimentar con niños muertos, devolviéndolos a la vida para que utilizarlos como esclavos. Hasta que, un día, sus vecinos se alzan contra él, pero Trirodov logra escapar gracias a su máquina antigravitatoria, con la que sale volando rumbo al reino de las Islas Unidas, reuniéndose con su amada la reina Ortruda.
Alexander Bogdanov escribió dos novelas futuristas de interés, Krasnaya Zvezda (1908) y Inzhener Menni (1913), ambas acerca de una utopía comunista, la primera ambientada en el planeta Marte, y la segunda en Venús.
Alexei Tolstoi (1883-1945) (no confundir con Leon Tolstoi), fue un escritor de ciencia ficción conocido sobre todo por novelas como Aelita (1923) y El hiperboloide del ingeniero Garin (1927), sin embargo, unos cuantos años antes, concretamente en 1910, publicó una novela serializada en el rotativo ruso Kopeika, de San Petersburgo. Esta novela se titulaba "The Tsars of the World", y trataba sobre un científico loco que dominaba la electricidad hasta el punto de crear un terrible rayo capaz de hacer explotar minas, y destruir las fortalezas enemigas desde grandes distancias. Invento que trató de utilizar para dominar el mundo, aunque finalmente fracasaría.
Otra novela serializada de relativo éxito fue la anónima Russian Warrior (1909), que trataba sobre las aventuras de un superhombre, en ruta por toda Europa, y derrotando a todo aquel que osaba desafiarle. Este personaje de extraordinaria fuerza y musculatura se basa en las teorías de Eugen Sandow (1867 – 1925), un prusiano considerado como el padre del culturismo moderno.
En esta primera etapa de las revistas pulp rusas también tuvieron bastante éxito las historias de bandidos y villanos retorcidos. Dentro del primer grupo destacan los pulps de Anton Krechet, un bandido de ficción sobre el cual se llegaron a publicar hasta 800 historias en el periódico Kopeika, entre 1909 y 1616. Este bandido era un aristócrata, cabecilla de una banda de forajidos que, desde su escondite en “La guarida del lobo”, corría sus aventuras por todo el imperio ruso, el este de Europa, en incluso tras las líneas enemigas durante la guerra ruso-japonesa. En cuanto al segundo grupo, referente a villanos despiadados y retorcidos, todas las historias que aparecieron en Rusia están claramente influenciadas por las novelas de Fantomas (1911-1963) de Pierre Souvestre y Marcel Allain. Sin embargo, fue la película The Phantom, estrenada en 1914, acerca de un criminal en Moscú inspirado en Fantomas, el hito más significativo que dio paso a toda una suerte de artilugios y dispositivos de fantasía dentro del género.
Toda esta primera oleada de pulps rusos se vino abajo cuando estalló la I Guerra Mundial en 1914, mostrando los primeros síntomas de declive ya en 1910. Durante este periodo de pausa los pulps salieron de la escena cotidiana de los rusos, para volver aparecer en 1920. Tras el final de la contienda, y la Revolución de 1917, el gobierno soviético estableció por decreto la suspensión de todo tipo de publicaciones serializadas, etiquetándolas de burguesas. Fue con la apertura del Nuevo Periodo Económico (1921-1928), tras dicha Revolución, y los fracasos de occidente por derrocar la pujanza de la nueva Unión Soviética, cuando la gente de la calle comenzó a consumir otra vez de forma asidua todo tipo de novelas de aventuras. Muchos de los escritores occidentales tuvieron su parcela de éxito, desde Jack London hasta Joseph Conrad, por ejemplo, y esto se debía en parte a que las novelas de escritores rusos eran tradicionalmente más lentas, y más centradas en las implicaciones morales y psicológicas de los personajes, frente a las occidentales, mucho más entretenidas y dedicadas por entero a la acción. Los pulps de Nick Carter, Nat Pinkerton, y los imitadores de Sherlock Holmes, habían vuelto.
Ante esta situación el gobierno soviético decidió tomar cartas en el asunto, e inmediatamente presionó a escritores y editores para que los personajes que salían a la calle fuesen más ideológicamente correctos. Esto no es nuevo, pues recordemos como en Alemania, bajo el régimen nazi, los pulps fueron regulados por ley: Pulps, Nazis y Ciencia Ficción. Y si bien esta medida fue más o menos aceptada, en algunos casos puntuales se dieron reacciones violentas, y a modo de ejemplo podemos destacar a Yevgeni Zamyatin (1884-1937). Zamyantin fue un escritor ruso de ciencia ficción y sátira política, profundamente preocupado por las posiciones adoptadas por el CPSU (Communist Party of the Soviet Union), surgidas tras la Revolución Rusa de 1917. Así, su obra más famosa, “WE”, una novela distópica publicada en 1921, se convirtió en la primera prohibida por la censura soviética, y tuvo que arreglárselas para pasarla de contrabando y de esta forma publicarla en occidente. Esto supuso un escándalo sin precedentes, que finalmente le llevó al exilio en Francia, donde murió entre la pobreza. Oficialmente está considerado como el primer disidente del régimen soviético, y todo por su novela “WE”, y su negación a acatar las reglas de la censura. Novela que desarrollaba una distopia futurista donde se golpeaba duramente las bases del régimen. La trama se desarrollaba en una ciudad estado donde todo estaba bajo control, desde los comportamientos sexuales, hasta el número de masticaciones que debía efectuar un sujeto para alimentarse. Todas estas injerencias del gobierno en la literatura rusa pulp supuso notables diferencias en los caracteres que imitaba, teniendo por ejemplo, a imitadores de Sherlock Holmes continuamente críticos con el capitalismo. Una vez más, observamos las mismas tendencias que en la Alemania nazi, no en cuanto al contenido, pero si en las formas.
En el año 1923 el gobierno soviético mostró más interés, no ya en censurar o prohibir las publicaciones pulp por sus contenidos, sino más bien explotarlas a su favor tomando partido de pleno. Era mucho más útil utilizarlas en beneficio propio y como vehículo transmisor de una ideología, que prohibirlas. De esta forma tuvo lugar una campaña de efectos propagandísticos para fidelizar todas las publicaciones en favor de la ideología comunista. Esta campaña recibió el nombre de “Krasnyi Pinkertonitscha”, en honor al personaje pulp Nat Pinkerton, uno de los más populares por aquellos años, y que encabezó este movimiento de “Red Pinkertonism”, donde todo debía teñirse con los colores rojos del partido comunista, haciéndose eco de la lucha de clases internacional, y el triunfo de la Revolución. Había nacido un nuevo Nat Pinkerton, comunista de los pies a la cabeza.
La producción de pulps comunistas pronto se convirtió en una floreciente industria, y a lo largo de una década no hubo género que escapase a su influencia, ciencia ficción incluida, por supuesto. Hablamos de los Soviet Pulp SF. Dentro de estos, cabe destacar el pulp basado en el personaje de Mike Thingsmaster, obra de la autora Marietta Shaginian. Thingsmaster era un carpintero líder de una asociación secreta llamada Mess-Mend, cuyo propósito era el de luchar contra el capitalismo y el fascismo por todo el mundo, así como arreglar todo el daño que habían hecho. Para ello se servía de todo tipo de instrumentos tecnológicos avanzados, con lo que siempre se alzaba con la victoria y aseguraba la supervivencia del régimen. Sus aventuras dieron para tres novelas que se publicaron entre 1923 y 1925, así como para una publicación en un pulp alemán en 1924, y una película en 1926.
Debido a la campaña “Krasnyi Pinkertonitscha”, los pulps de ciencia ficción rusa se encontraban tremendamente limitados, y poco podían hacer. En estos años veinte destaca el anteriormente citado Alexei Tolstoi, quien escribió Aelita (1922), un romance interplanetario donde un científico e inventor ruso viaja a Marte y, con la ayuda de un oficial del Ejército Rojo, acaba con la civilización existente y su régimen fascista, instaurando un paraíso comunista. Más tarde, en 1924, incluso se produjo un cortometraje de dibujos animados a modo de parodia sobre este relato, conocido como Interplanetary Revolution. La otra obra de este autor, también muy conocida, fue El hiperboloide del ingeniero Garin (1927), sobre un ingeniero que inventa un rayo de luz y calor (algo así como un prototipo de rayo láser), y que usa para conquistar el mundo.
El escritor y periodista soviético de familia judía, y corresponsal en la Guerra Civil Española, Ilya Ehrenburg (1891 – 1967), en su obra D.E. Trust: A History of the Demise of Europe (1923), nos cuenta como Jens Boot, el hijo bastardo de una campesina holandesa y un príncipe europeo, constituye la sociedad D.E. Trust, con el objeto de alcanzar la absoluta destrucción de las decadentes, avariciosas, y materialistas sociedades de Europa. En 1940, tras treinta años de esfuerzos, este personaje, Boot, junto con el D. E. Trust logran el anhelado éxito, gracias a la financiación de millonarios americanos, y al uso de armas químicas y bacteriológicos, masacrando los diferentes países de Europa.
Continuando con un somero repaso de obras y escritores, tenemos a Valentin Kataev (1897-1986), conocido novelista soviético, quien escribió en el año 1924 su obra Erendorf Island, acerca de un personaje llamado Matapal, el hombre más rico del mundo, y cuya pretensión es la de crear un paraíso capitalista perfecto después de que el mundo sea destruido por una serie de terremotos y maremotos que el mismo predijo. Vsevolod Pudovkin y Lev Kuleshov produjeron una película en el año 1925, Death Ray, como su nombre indica, sobre un rayo de la muerte creado por un trabajador oprimido, víctima de una dictadura capitalista. Aleksandr Beliayev escribió en 1928 The Struggle in Space (1928), acerca de un conflict modern entre Europa y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, frente a los depravados, y corruptos Estados Unidos. Una guerra donde se emplearían instrumentos de tecnología futura, tales como rayos de la muerte, escudos de energía, teléfonos móviles, y armas dirigidas por control remoto. Un año más tarde, este mismo autor, Beliayev, escribió Lord of the World (1929), otra cursiosa novela donde se nos relata un duelo entre un ingeniero soviético con poderes mentales, frente a su homólogo alemán, que por supuesto era un villano. Y, Yevgeni Zamyatin, con su obra The African Guest (1929-1930), acerca de la lenta conversión, mediante adoctrinamiento, de un mono africano en un perfecto comunista.
Llegados a este punto, tampoco nos echemos las manos a la cabeza. No todos los pulps rusos de ciencia ficción eran netamente comunistas, muchos otros incluso bien podrían haberse publicado en occidente. El escritor pulp ruso más importante de esta época fue Aleksandr Beliayev (1884-1942), y si en el párrafo anterior hemos citado algún ejemplo claramente influenciado por la ideología del partido comunistas, también deberíamos citar otros más asépticos, como es el caso de la obra La Cabeza del Profesor Dowell (1925), sobre un científico loco que mantiene vivo a su colega, mejor dicho a su cabeza, en un frasco de cristal. Una obra genuinamente pulp y muy conocida, que probablemente tomase como punto de partida los experimentos del científico Sergéi S. Brukhonenko, del Instituto Químico-Farmacéutico de Moscú, realizados en el año 1923, quien tenía el firme propósito de construir un aparato que le permitiese mantener con vida los órganos separados del cuerpo humano. Esta máquina se llamaba autoejecutor, y funcionaba gracias a un sistema de válvulas que suministraba el óxigeno necesario a través de la sangre que hacía llegar a los órganos. Un sistema pionero, y un título que fue llevado al cine: El Testamento del Profesor Dowell (1984).
Beliayev, dentro de esta misma línea de pulps estrafalarios, también escribió The Man Who Does Not Sleep (1926?) y Flying Carpet (1927?), aunque ya no tan políticamente asépticos. Aquí la trama nos trae de nuevo a un científico loco que desarrolla un suero para que aquellas personas que no quieren dormir puedan permanecer despiertas. Sin embargo, un malvado alemán capitalista roba ese suero, y lo emplea con sus trabajadores convirtiéndolos en máquinas a su servicio. Más asépticos fueron Hoity-Toity (1927?), acerca de las travesuras que se producen cuando un cerebro humano es trasplantado a un elefante. Y The Amphibious Man (1928), sobre un chico argentino con branquias de tiburón que le proporciona cualidades anfibias.
Venjamin Kaverin (1902-1989) fue un popular escritor soviético, conocido sobre todo por su novela The Two Captains (1938-44), la cual obtuvo el galardón Stalin Prize en 1946. Este autor, además, fue uno de los fundadores del grupo literario Serapion Brothers, constituido en 1921, a imagen y semejanza del grupo alemán The Serapion Brethren (Die Serapionsbrüder), creado en Berlin, año 1918, por E. T. A. Hoffmann.
Kaverin, por discrepancias con el grupo, terminó abandonándolo. De esta época, en la que formaba parte de una comunidad literaria entusiasta y estimulante, escribió títulos menos conocidos, y que se agrupaban en una colección de historias titulada Mastera I Podmasterya ("Masters and Journeymen", 1923), donde se reunían un total de seis títulos: "Carpenters", "Shields (and Candles)", "Engineer Shvartz", "Chronicle for the City of Leipzig for the Year 18...,", "The Purple Palimpset", y "Fifth Wanderer". Todas estas historias bebían directamente de las influencias pulp estadounidenses y germanas, siendo fantasiosas y un tanto alocadas. Kaverin llegó incluso a enviar una copia a Gorky, quien sin embargo las criticó duramente por su pobre lenguaje, su falta de estilo, y la total falta de preocupación por la naturaleza de las relaciones sociales.
Mikhail Bulgakov (1891-1940), autor de la exitosa novela El Maestro y la Margarita, considerada por muchos una de las novelas más importantes del siglo XX de la antigua URSS, escrita en lengua rusa, también escribió Huevos Fatales (1924), una novela de ciencia ficción mal acogida por los críticos soviéticos, pues en cierto modo representaba una sátira de la Revolución Rusa de 1917, y de los líderes de la Unión Soviética. La trama de esta obra gira en torno a las truculencias de un científico zoólogo, y el descubrimiento de un rayo de color rojo capaz de multiplicar la tasa de crecimiento de diferentes organismos, lo que le lleva a experimentar con ranas, serpientes, cocodrilos, y un largo etcétera, lo que levanta la suspicacia de espías extranjeros (una temática que sin duda me recuerda a la película El Alimento de los Dioses, 1976, basada a su vez en una novela de H. G. Wells). Paralelamente, una extraña plaga infecciosa mata todos los pollos de Rusia, provocando graves a la población, al ser un sustento alimenticio de importancia. Así, el gobierno encarga al investigador que utilice su rayo para acelerar el crecimiento de unos huevos de pollo importados, pero a causa de un error con la partida, termina aplicando su rayo a otro tipo de huevos, como los de serpientes y cocodrilos, con todas las graves consecuencias que ello supone para la población. Una absoluta destrucción que ni siquiera el poderoso Ejército Rojo sería capaz de detener.
Si Huevos Fatales (1924) era un pulp en toda regla, éste no sería el único del autor, muy dado al género de los científicos chiflados y los experimentos de laboratorio. Así, otra de sus obras, Corazón de Perro (1925), nos cuenta como otro científico implanta los testículos y la glándula pituitaria de un criminal fallecido en Sharik, un perro extraviado, con el objeto de convertirlo en un ser psicológicamente superior. Los resultados no son los esperados, y Sharik se vuelve malévolo, alcohólico, y mal hablado, lo cual sin embargo le otorga un importante éxito dentro de la sociedad soviética del momento.
Vladimir Obruchev (1863-1956), geólogo, fue otro notable escritor ruso de ciencia ficción con evidentes tendencias pulp. Sus dos novelas más conocidas Plutonia (1915) y Sannikov Land (1924), imitan el patrón desarrollado por Arthur Conan Doyle en su obra The Lost World, describiendo con todo lujo de detalles un mundo aislado, de animales prehistóricos, en tierras inexploradas, en este caso en Alaska o Siberia. La habilidad del escritor para este tipo de descripciones le viene por sus conocimientos de paleontología.
El movimiento Krasnyi Pinkertonitscha se extendió durante todos los años veinte, hasta que, en 1932, toda la crítica y censura literaria del gobierno soviético, que tildaba estas publicaciones de burguesas, tomó cuerpo en forma de decreto. El gobierno se blindaba de esta forma contra unas publicaciones que resaltaban los caracteres individualistas, y que iban totalmente en contra de los principios comunistas y colectivos; únicos valores válidos frente al malvado y decadente capitalismo. Esto produjo una paulatina desaparición de los típicos pulps de ficción y misterio detectivesco, alcanzado su práctica extinción al inicio de la II Guerra Mundial. De esta última etapa, poco más se puede destacar que obras como Black Light, escrita en 1938 por uno de los habituales del género, Aleksandr Beliayev, acerca de un ojo trasplantado cuyo receptor es capaz de ver corrientes eléctricas, leer señales telegráficas, e incluso el sistema nervioso humano. En 1935, Georgi Grebner realize la película The Loss of Death, sobre un inventor Americano que desarrolla un conjunto de robots, de gran Fortaleza y totalmente carentes de emociones o sentimientos. Estos robots son robados por malvados capitalistas con oscuros propósitos.
Sin embargo, en opinión de Jess Nevins, el último pulp ruso de ciencia ficción que cierra esta etapa, de la misma forma que la obra Melmoth El Errabundo (1820) cerró la etapa del terror gótico, obra del autor inglés Charles Maturin, sería el poeta ruso Ilya Selvinsky (1899-1968), quien tendría este honor. La obra en cuestión se titulaba Pao-Pao, y trata sobre un científico alemán que trasplanta un cerebro humano en un orangután, al que llama Pao-Pao. Tras el éxito de la intervención, el científico se convierte en su profesor, y le enseña a ser un perfecto comunista. Pao-Pao, ya instruido, acude al zoo de Moscú con la intención de adoctrinar a sus hermanos primates, pero un gorila le planta cara, y lo rechaza. Es entonces cuando un científico soviético trata de ayudarle, pero resulta muerto. La obra termina con el cuerpo del científico sostenido en alto por Pao-Pao, mientras pronuncia estas palabras: ¿Ahora comprendes el significado de la vida?
Algunos puntos resumidos de interés:
-Los pulps rusos estaban claramente influenciados por los americanos y alemanes. Nombres utilizados: lubok, y kopeck novels.
-Reimpresión de los clásicos detectivescos americanos en una primera etapa.
-Diferenciación entre literatura popular, y ciencia ficción.
-Los pulps de ciencia ficción rusa son muchísimo más científicos, metódicos, y serios que sus homónimos americanos
-El tópico más repetido es el del científico de laboratorio especialista en trasplantes de órganos, así como en el desarrollo de nuevas tecnologías con las que someter a los enemigos capitalistas.
-Revolución Rusa de 1917, y determinación de los valores comunistas.
-El Gobierno Soviético tilda los pulps de burgueses, y critica los valores individuales que transmite (héroe), frente a los colectivos propios a la ideología.
-Campaña Krasnyi Pinkertonitscha: Transformación de los pulps en propaganda del partido comunista.
-Censura total. Los Pulps rusos desaparecen con el inicio de la II Guerra Mundial
Valoración personal: Tenía mucho interés en este artículo, puesto que no resulta sencillo conseguir información acerca de los pulps en países como Rusía. La mayoría de artículos que uno se puede encontrar hablan de ciencia ficción en general, pero no del soporte y de las implicaciones que tuvieron los pulps, propiamente dichos, como transmisores de cultura y entretenimiento. El artículo de Nevins es un acercamiento excepcional, pero sigue dejando muchas cosas en el tintero, que como aficionado echo en falta. Y me refiero precisamente a eso, al pulp como soporte físico. Poco o nada sabemos de ellos, de los editores, y nada, absolutamente nada de sus ilustradores, e ilustraciones, elemento esencial e indivisible de un buen pulp que se precie. Al margen de este pequeño detalle lo que si me ha quedado claro es, por un lado como los rusos se tomaban más en serio la ciencia ficción que sus homónimos americanos, y como, al igual que en Alemania, los regímenes totalitarios, tanto el nacional socialismo como el comunismo, desarrollaron la misma estrategia de convertir los pulps en propaganda a fin a las respectivas ideologías, pervirtiendo por completo la imaginación de los autores, llegando a extremos verdaderamante ridículos.
Fuentes: Science Fiction Under Totalitarian Regimes, Part 2: Tsarist and Soviet Russia |SF Enciclopedia Rusa