Presentación y entrevista con el autor de «Ecos de gente muerta, y otros relatos», la última publicación de Vidal Fernández Solano
Para muchos de vosotros no necesita presentación, pues Vidal Fernández Solano, además de escritor, es uno de nuestros colaboradores habituales y al que seguro ya habréis leido en más de una ocasión. Ahora, y tomando un poco como excusa la presentación de su último libro «Ecos de gente muerta, y otros relatos», le haremos algunas preguntas a modo de entrevista, y así saber un poco más sobre él. Respecto al libro, decir que se trata de una novela corta de terror y que, además, se acompaña de cinco relatos independientes, todos ellos de terror y fantasía. Estos cinco relatos llevan por título: La casa de al lado (una historia de fantasmas); Encargo especial (mafias y elementos sobrenaturales); Haga realidad sus sueños (fantasía terror tipo steampunk); The beast 2.0 (fantasía especulativa gótica); y Daemoniaca possessio (un relato de posesión en las montañas del norte de España). Pasemos a las preguntas y que sea el propio autor quien nos hable de todo esto.
Háblanos de ti Vidal, ¿Quién eres, y cómo has llegado hasta aquí? Es decir, ¿Cómo te has hecho escritor?
Mis primeros pinitos como juntaletras datan casi del Cretácico superior, más o menos. Ya en mis años mozos, hace unos veinte años, escribí varios relatos e incluso una novela corta. Aún la conservo, mecanografiada, pero me temo que se quedará en el cajón donde está. Aquello no tuvo continuidad durante mucho tiempo hasta que, a finales de 2011, un cliente de la empresa donde trabajaba me comentó que él escribía novelas, y entonces recordé los viejos tiempos y pensé: “¿Por qué no?”. Me puse manos a la obra y comencé a escribir relatos y a participar en concursos literarios. Mi primera publicación llegó unos meses después en una antología de fantasía épica y tras esta vinieron bastantes más. Poco después llegó “Molobo”, mi primera novela publicada a finales de 2013. “Ecos de gente muerta” es mi segunda novela en el mercado. He escrito otras dos y hay una más en proyecto para este año.
¿Te considerarías un escritor pulp? Puesto que eres uno de nuestros colaboradores, ¿se podría decir que, de alguna manera, te ha seducido el lado oscuro del pulp? ¿Cuales son tus influencias?
La verdad es que yo ni siquiera sabía lo que era el pulp hasta que entré en contacto con vuestra página. Fue después de saber en qué consistía me di cuenta de que, sin saberlo, mi manera de escribir y mi enfoque al crear historias tenía muchas similitudes con el pulp. Más que un escritor pulp seducido por el lado oscuro, yo diría que soy un escritor oscuro seducido por el pulp. Ya sé que es un galimatías, pero pienso que la secuencia fue esa. Al principio mis relatos eran todo acción, luego aprendí a ambientar y profundizar en los personajes. Esto último es muy necesario para llegar a escribir una novela. Respecto a mis influencias, de joven me encantaban King, Barker y Lovecraft, pero todos ellos quedaron en el pasado. Ahora leo un poco de todo, siempre se puede ir picoteando un poco cada cosa, es una manera de diversificar lo que uno puede contar. Desde fuera me han dicho que tengo un aire a S. King, pero yo no termino de verlo. Además, odio las etiquetas
¿Con qué te sientes más cómodo, con los relatos, o las novelas? ¿Qué te ha deparado más penas y alegrías?
Con el tiempo y la experiencia cada vez he ido necesitando más y más palabras para contar lo que quiero. Recuerdo que en mis primeros relatos llegar a 3.000 palabras parecía imposible, y ahora no tendría ni para empezar, jeje. Los relatos me han traído muchas alegrías, aunque también ha habido momentos muy duros en los he estado a punto de tirar la toalla. Hoy por hoy, me apetece más escribir novelas. La sensación de tener un libro tuyo, solo tuyo, entre las manos, es muy especial. Solo por ese momento vale la pena pasar por todo lo ingrato del mundo escritoril.
Sé de buena tinta que has tenido muchos problemas, digamos de tipo editorial ¿verdad? Todo escritor poco o nada conocido es, y será, el eslabón más débil de la cadena. ¿Qué puedes contarnos, o cuales serían tus consejos para quien esté empezando, o más bien peleándose ahora mismo con su primera novela? Tú ya llevas unas cuantas, creo.
Mi primera experiencia editorial en solitario acabó peor que mal. La editorial tuvo muchos problemas internos, los socios se pelearon y se gastaron el dinero, y la solución que dieron fue callarse. Un día nos encontramos todos los autores sin cobrar ni un duro y con la puerta en las narices. Lo bueno es que al menos nos devolvieron los derechos de edición, pero se portaron como unos golfos. Nada que no sea común en otros sectores, pero aquí además está en juego la ilusión del escritor; hay mucho tiempo y esfuerzo detrás de una novela, más de lo que la gente piensa. Saber que te han tomado el pelo y que todo acaba en el cubo de la basura es difícil de remontar. Pero de todo se aprende. Lo mejor para quien esté empezando es armarse de mucha paciencia, esto no es como se ve desde el escaparte y el escritor novato es la víctima perfecta para cierto tipo de buitres. Ponerse en contacto con otras personas de intereses similares a los de uno es muy positivo y fácil gracias a los foros y las redes sociales. Lo mejor es dejar la autosuficiencia y el ego un poco aparte y mirar a quien ya ha pasado por ello. Escribir es un aprendizaje continuo, no solo desde el punto de vista técnico. También hay que aprender a distinguir el grano de la paja, y eso no es fácil.
¿Qué es "Ecos de gente muerta"? ¿Qué le ofreces al lector con esta publicación?, y ¿Qué ha supuesto para ti? Háblanos de ello, con esta pregunta te toca hacer una buena presentación..., date cuenta que llegará a millones de posibles lectores (modo irónico).
“Ecos de gente muerta” es una novela corta que quedó segunda en un concurso a principios de 2015. Cuando la editorial (Rubeo Ediciones) y yo acordamos publicarla, dada su extensión, decidimos acompañarla de unos relatos para que el libro tuviese el suficiente empaque. Para mí su publicación ha supuesto no solo un paso más en mi trayectoria como escritor. Después de lo ya comentado, la autoestima queda muy dañada y sentir que lo que parecía perdido aún sigue ahí vale mucho. Todo el proceso ha sido muy satisfactorio, el resultado es un libro muy bueno desde el punto de vista físico, con una calidad muy buena y una portada insuperable a cargo de Angélica McHarrell. En las fotos es atractivo, en directo es indescriptible.
Los lectores encontrarán una historia de terror que no se basa en la violencia ni el gore. Se trata de una historia de fantasmas cuya protagonista es una niña que debe desentrañar un misterio para evitar un final fatal, y para ello debe luchar contra la incredulidad de los adultos y enfrentarse sola a los espectros que habitan su casa. Lo mejor que puedo decir es que quienes ya la han leído afirman que se trata de una historia que engancha; una vez empezada ya no se puede aparcar. Me gusta provocar esa sensación, cuando yo leo un libro me encanta que al acabar un capitulo quiera leer más. Saber que yo soy capaz de generar ese flujo entre el lector y la historia es fantástico. Todos los millones de lectores pueden tener seguro que no se arrepentirán después de leerlo. Las estadísticas dicen que el que prueba repite…
¿Qué vendrá después? ¿Cuáles son tus planes de futuro?
Ahora mismo estoy en plena promoción del libro. Hay previsto asistir a ferias y además tengo planeado dar unas charlas y unos talleres en bibliotecas e institutos. No descarto hacer alguna presentación más u organizar alguna firma de ejemplares. Poco a poco. También hay en el aire la publicación en el futuro de otra novela, es algo que viene de bastante atrás pero de momento es secreto de estado. Este año escribiré otra, como he dicho antes. Ya tengo es esquema general aunque aún he de perfilar algunas cosas antes de darle a la tecla. Sigo escribiendo relatos y colaborando con un diario digital (Tribuna Andaluza) y la revista Vuelo de Cuervos. Esto es más una cuestión de disciplina que de chispa mental, no hay que perder el hábito.
¿Algún secreto o anécdota inconfesable, o unas últimas palabras para nuestro público, además del consabido ¡comprad "Ecos de gente muerta"!?
Algún secreto hay, pero si lo cuento deja de ser secreto, jaja. Pero sí voy a contar una anécdota que me hizo mucha gracia. Durante la presentación de “Ecos…”, alguien me preguntó si la historia se basaba en una experiencia personal. Imagínate, una historia de fantasmas… Si un día viera uno no pararía de correr hasta Pernambuco. Mis relatos son todo fantasía. La realidad es mucho más terrorífica, nada que ver. Eso sí, en el libro hay un poco para todos los gustos, nadie quedará defraudado. Para el que hizo la pregunta, prometo escribir mis memorias un año de estos. Cuando las tenga, claro, jaja.
Muchas gracias por este buen rato, ha sido una entrevista muy divertida.
Se me olvidaba… ¡comprad el libro! O me encargaré de que los fantasmas os hagan una visita el día menos pensado…
En serio: gracias por dedicarme vuestra atención. Y un abrazo a todos los que habéis aguantado a leer hasta el final. Hasta pronto.
A continuación, os dejamos un extracto de la novela, para ir abriendo boca, como suele decirse. Así comienza...
ECOS DE GENTE MUERTA. Por Vidal Fernández Solano
Los había visto por primera vez una oscura mañana de febrero. No llegaron todos a la vez, primero fue ella y luego los demás. Pero para cuando los otros fueron apareciendo a Lorraine ya le pareció algo casi natural, una parte más de su vida.
Eran nuevas en el barrio, no conocían prácticamente a nadie. Su madre y ella se habían mudado poco tiempo antes y aún había cajas de cartón por todas partes, muchas de ellas sin vaciar. Lo que necesitaban a diario, con más urgencia, lo habían desempacado y colocado en su sitio: unos platos y cubiertos para comer, las cazuelas y la sartenes para poder cocinar algo que no fuera comida preparada todos los días a la hora de comer y a la de cenar, su ropa y unos juegos de sábanas. Todo con ese aire provisional del que se va de excursión al campo y se aloja en una tienda de campaña.
Los muebles los había acomodado el personal de la compañía de mudanzas durante los primeros dos días. No eran muchos, antes vivían en un pequeño apartamento y la casa nueva, a pesar de ser modesta y estar situada en un barrio obrero, parecía inmensa al lado del piso. Su madre afirmaba que no podía aguantar más allí, demasiados recuerdos pegados a las paredes. Lorraine no entendía cómo los pensamientos se pueden quedar pegados a ninguna parte, pero el sentido de lo que había dicho su madre estaba claro: se acordaba demasiado de su padre.
Tras la marcha de los transportistas habían quedado solas junto a una montaña de cajas repletas de objetos a los que iban adheridos millones de sentimientos, unos agradables, otros no tanto. Felicidad y tristeza, risas y lágrimas. Todas las tardes dedicaban un par de horas a sacar retratos, discos, libros y demás.
Ese día en concreto era sábado, Lorraine lo recordaba porque no había ido al colegio. Su madre había salido un momento, dejándola sola en casa.
—Vuelvo en un segundo, cariño. No salgas a la calle ni abras la puerta a nadie mientras estoy ausente.
—Tranquila mamá. No soy una cría. Ya tengo diez años ¿recuerdas?
—Precisamente por eso. Haz caso de lo que te digo. Ponte la tele un rato o escucha un poco de música. En media hora estoy aquí de nuevo. Solo voy al supermercado a por algo para la comida, el refrigerador está vacío. Con la mudanza no doy abasto, aún no he recuperado mi rutina.
—De acuerdo, mamá. Ve tranquila. Estaré bien.
Su primer impulso había sido encender el televisor según le había indicado su madre. Sin embargo, abrió una de las cajas que permanecían sin vaciar y se dedicó a husmear el contenido. Un revistero que esperaba su lugar en el salón, unas cuantas fotos junto a su padre… se detuvo a mirarlas un poco. El tiempo del llanto ya había pasado, decía su madre, pero a Lorraine aún se le encogía el alma cuando veía esas fotos. Le echaba tanto de menos…
Por fin encontró una revista de moda y decidió que sería más interesante ojearla que ver la tele. Se dirigió a la cocina para servirse un vaso de zumo con la idea de acomodarse en el sofá mientras examinaba los modelos que aparecían en la revista. Giró sobre sí misma, el vaso en la mano, y al llegar a la puerta del salón casi derramó el zumo. Le había parecido que alguien cruzaba por delante de la puerta que comunicaba el salón con el recibidor. La impresión fue similar a la que uno tiene cuando pasan por delante de un vidrio de esos que no se transparentan, sino que solo permiten ver una silueta difusa del otro lado.
—¿Mamá? ¿Eres tú?
Nadie contestó. Se acercó a la mesa de centro intentando no hacer ruido alguno con sus pisadas. Por suerte, la mullida alfombra acudió en su ayuda. Depositó el vaso y la revista con exquisito cuidado sobre la superficie de cristal sin quitar el ojo de la puerta del recibidor. «Eres una cagueta. Te quedas sola un momento y ya estás imaginado cosas», pensaba mientras se acercaba con sigilo a la puerta. Cuando llegó tuvo que armarse de valor para asomarse al pequeño pasillo que llevaba a la escalera para acceder al piso superior y a la parte trasera de la casa. Tomó aire y contó mentalmente antes de asomarse: uno, dos, ¡tres!
«CONTINUA...»
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