Fantastic Story Magazine¿Cómo saber si tu borrador merece la pena? Colección de tips o consejos para el escritor primerizo que no sabe qué hacer con el borrador de su futura novela

Antes de entrar en detalle, ya te lo digo yo: ¡tira el borrador a la basura, y mejor dedícate a otra cosa! La estadística es una ciencia muy útil para ganar dinero, y si tuviese que apostar sobre un borrador antes de leerlo, no sería difícil acertar. Sin embargo, el escritor es orgulloso por naturaleza; bueno, el escritor y ser el humano en general. Todos, y entre los que por supuesto me incluyo, tendemos hacia la noble creencia de que somos diferentes, somos especiales, y por el mero hecho de escribir un borrador, creemos que puede ser una buena novela.

Ese sentimiento de creernos especiales lo podemos ver en un claro ejemplo de actualidad muy pulp: “El Apocalipsis Zombie”. Somos muchos los que, influenciados por la literatura y el cine, fantaseamos acerca de cómo sobreviviríamos ante una situación de apocalipsis zombie, cuando en realidad, por mera estadística, más bien deberíamos fantasear sobre cómo nos iría el día a día convertidos en un zombie, y cómo deberíamos buscar alimento, mientras evitamos que algún superviviente nos agujeree lo poco que nos queda de cerebro. Esa es la realidad; y es cuestión de estadística, como decimos. ¿Desanimado? Espero que no; no debieras estarlo. La estadística es cosa de computadoras, y las novelas, de humanos. Las personas tenemos sentimientos, y el orgullo, el afán de superación, el no darnos por vencidos, anula todo cálculo estadístico.

Sí, tu borrador puede que sea una pérdida de tiempo, pero… ¡qué diablos, es tuyo, es tu criatura, y debes defenderla como si fuese la mejor! Ésa es tu obligación.

Bien, tampoco hay que pasarse. Está bien ponerse un ratito en plan Bravehearth (podrán tirarnos para atrás, pero jamás nos quitarán la ilusión), pero si quieres tomarte tu actividad de forma profesional, lo mejor será que establezcas un método de análisis, y en la medida de lo posible evaluar por ti mismo lo qué estás haciendo, y lo que quieres hacer.

En un artículo anterior: Escritores, novelas y borradores. Una solución radical, hemos comentado una de las soluciones más radicales y, posiblemente, efectivas de cara a validar un borrador. La idea de base es muy sencilla: lo que importa es el contenido, y no el formato. Y la forma de ponerla en práctica consistía en destruir el borrador de tu novela y reconstruirlo en varios formatos: relato corto, relato largo, novela, etc…, con el objeto de determinar lo verdaderamente importante, frente a lo que no lo es. Esta es una de las técnicas más útiles que existen, pero quizás demasiado extrema y dolorosa. También te recomendamos que visites nuestra sección de ayuda al escritor: Artículos de utilidad para el escritor pulp.

Ahora, dentro de una línea más convencional, os vamos a dar diez pequeños consejos o tips extraídos y comentados de la web io9.com, en un artículo publicado por Charlie Jane Anders: How to Tell if the First Draft of Your Novel Just Isn’t Worth Salvaging.

1. La trama, ¿progresa adecuadamente?

Puede que tu novela sea demasiado sencilla, pero a no ser que estés escribiendo para el público infantil, esto no suele ser la norma. Los autores cuando escriben una novela, sobre todo los noveles, a sabiendas de que a estas alturas ya está todo inventado y que para despuntar el único camino posible es la originalidad, normalmente suelen liar la trama principal con otras secundarias generando situaciones del todo rocambolescas e inverosímiles, muy difíciles de seguir por el lector. Un error frecuente que suele cometer el escritor primerizo es tratar de explicar el avance de la trama constantemente a través de los diálogos de sus personajes, liándola todavía más si cabe. Si observas que tus personajes hablan entre sí con bastante frecuencia de dicha trama, ofreciendo demasiadas explicaciones, entonces algo falla.

2. El personaje principal, ¿te gusta de verdad?

Suele decirse que en la vida para triunfar lo importante no es lo que dices, sino cómo lo dices. Bien, esto es cierto, pero puede que tus lectores sean más listos de lo que crees, y estos necesitan una buena historia de fondo. No juegues con ellos. Y además, una buena historia necesita de personajes que estén a la altura, que sean fuertes, que tengan reacciones emocionales intensas, sinceras, porque ya no basta con que sean creíbles. Parafraseando a Stephen King, si en un momento de la trama le das muerte a uno de los personajes centrales, y el lector no siente ninguna clase de emoción, entonces es que has hecho mal tu trabajo. Debes plantearte el personaje en todas sus dimensiones, crearle unas señas de identidad que lo hagan especial. Por ejemplo, todos recordamos el látigo y el sombrero de Indiana Jones; son su marca. Si cuando has creado a tu personaje, no te has emocionado con él, entonces no sirve. Debes encerrarte con él en una cabaña sin electricidad ni comida, y aguanta el tiempo que haga falta, pero no salgas hasta que lo conozcas a fondo, incluso mejor que a ti mismo. Un personaje mal trabajado echará por tierra una buena historia, no lo dudes.

3. ¿Tu borrador es un caos inconexo?

Suele ser habitual que un escritor comience a escribir una historia sin saber muy bien si lo que tiene entre manos es un simple relato, o algo más. También es habitual que lo deje a medias, y que siga con otra cosa, incluso dentro de la misma historia. Muchas veces los capítulos muestran tal grado de independencia, que más que una novela lo que has escrito es un compendio de relatos. Ante esto no hay reglas, cada uno escribe lo que le apetece, como le apetece, y cuando le apetece, esto es así. Y precisamente puede que esto sea una ventaja. Un recurso más o menos útil es el de escribir, y tratar de desarrollar, cualquier idea que nos venga a la cabeza en cualquier momento, aunque no tenga nada que ver con el trabajo que tenemos entre manos, pero lo hacemos, y lo guardamos. La mejor herramienta de un escritor, la más poderosa es la imaginación, sin embargo a veces resulta muy difícil encontrar ideas frescas, pero si tienes un montón de ellas escritas con anterioridad, si tienes un montón de capítulos inconexos, es ahí donde puedes servirte de otra gran herramienta, y es la de modelar; modelar las ideas para que encajen unas con otras. Basta con encontrar un hilo conductor, e hilvanarlas de forma creativa. Donde antes tenía un montón de capítulos, ideas olvidadas, o relatos sueltos, ahora tienes una novela, pero habrás de repasarla a fondo para que todo tenga sentido.

4. El relato que quiso ser novela.

He aquí una situación común, un simple relato que con cada repaso aumenta un buen puñado de hojas. Al final tienes el borrador de una novela, aunque para ti seguramente siga siendo un relato; un relato que se te ha ido de las manos. Eres ambicioso y lo sabes, te gusta, pero también padeces del síndrome de Diógenes. Todo te sirve, hasta la última palabra de más. Y ahora no eres quién de meter la tijera, también lo sabes, y esto te lleva a la desesperación. Incluso eres capaz de dejar el borrador aparcado en el fondo de un cajón durante un par de años, antes de enfrentarte a él. ¿A qué esperas, a tener la madurez suficiente? Bien, eso está bien. Muchas veces empezamos un buen proyecto, pero no tenemos la madurez necesaria para terminarlo, no has vivido lo suficiente. Si este es tu caso, quizás sea mejor que lo dejes reposar antes de que siga creciendo sin ton ni son; o esto, o metes la tijera de una vez, sin contemplaciones. Si no eres capaz de deshacerte del relleno, si no eres capaz de sintetizar la esencia de la novela en unas cuantas líneas, y si ni siquiera tienes claro el porqué, entonces es que sí, te falta la madurez necesaria. Sal a la calle, y vive un poco más, todavía eres demasiado joven para dedicarte a esto.

5. El condicionamiento de las partes.

Muchas veces nuestra novela comienza con una frase, una sola frase. Sabido es que la primera frase siempre es la más difícil, y cuando la tenemos, es muy probable que con ella ya tengamos toda la novela, aun sin tener ni la más mínima idea, pero la tenemos. Es entonces cuando escribimos esa primera frase, con tanta fuerza que probablemente sea lo único jamás volvamos a cambiar. Lo que sigue, es darle un cuerpo, una historia, que bien podemos dibujar con un par de líneas, y luego, el final. Ya tenemos nuestra novela, toda ella condicionada a un primer sentimiento, a una primera frase. Pero, de eso ya hace tiempo, y quizás ahora los sentimientos que te han llevado a esa primera frase han cambiado. Ese personaje al que has dado vida ya no tiene el mismo significado, suponiendo que todavía lo tenga. ¿Volverías a escribir lo mismo ahora? Porque si ya no significa nada para ti, menos para tus lectores.

6. La cultura del reciclaje.

Un mundo sostenible pasa por la cultura del reciclaje, y un escritor hábil, recicla como nadie. Ya hemos hablado en un punto anterior acerca del noble arte de reciclar ideas, propias claro está, aunándolas en un mismo proyecto estableciendo con habilidad un hilo conductor necesario y creíble. Solo necesitas un poco de imaginación, algo que ya te suponemos, o de lo contrario ya estás tardando en dedicarte otra cosa. En el punto anterior, a raíz de la inevitable interconexión entre los sentimientos del autor y su producción literaria, puede llevarnos a convertir un supuesto borrador de sentimientos desfasados o trasnochados, en una novela que ni nuestros familiares más allegados tendrán el más mínimo interés en leer. Esto es algo que debes ver por ti mismo, y si esto fuese así, simplemente adáptalo a una realidad, o desde una perspectiva que, sin perder la esencia de tus sentimientos, sea válida para el público, y no para ti solo. En este punto quizás deberías responder, ¿para quién escribes, para ti, o para los demás? Porque nada tiene que ver lo uno con lo otro.

7. Lista los momentos épicos.

Este punto y los que siguen hacen referencia al proceso de cuarentena que, como poco, todo borrador aspirante a novela debe pasar. No existe ninguna regla acerca del número de días que un borrador tiene que permanecer en el cajón, enfriándose, pero creo que cuarenta días no es ni demasiado poco, ni demasiado mucho. Cuarenta días es perfecto. Una vez transcurrido ese tiempo trata de listar de memoria todos los momentos épicos, y más apasionados de lo que será tu novela. Probablemente son muchos menos de los que crees una vez has terminado de escribirla, y de eso se trata, de eliminar relleno innecesario. Una vez los tengas listados intenta construir de nuevo la historia ateniéndote a ellos.

8. Lista los momentos más importantes

A diferencia del punto anterior, ahora lo que debes listar es todos aquellos momentos, pasajes, secuencias, o jugadas maestras que has escrito en tu borrador, y que crees que lo hacen especial. Son momentos determinantes para la historia, el combustible que hace que todo funcione, y una vez hayas listado todo esto, y tras extraerlos, junto con los puntos anteriores, todo lo demás, todo lo que resta…, sencillamente ¡fuera!

9. La técnica del niño preguntón: ¿y por qué…?

Para todos los padres, si hay alguna edad en la que sus hijos son un verdadero dolor de cabeza, es la etapa de los ¿y por qué, eso? ¿y por qué, lo otro? Un niño es capaz de estar así todo el día; día tras día. No se cansan, y como les sigas el juego terminas explicando el origen de los átomos, y aún seguirán preguntando. Pues bien, esta es una técnica muy interesante para todo escritor, pues no es nada raro que tú, como tal, hayas cometido el error de dar por sabidas muchas circunstancias de tus propios personajes, cuando no tienes ni la menor idea, y esto quieras que no, se nota; y tus lectores no te lo perdonarán. Tienes la obligación de conocer a tus personajes en su totalidad, sin resquicios, y la mejor forma es ir de adelante hacia atrás, preguntándote a ti mismo los porqués de todas y cada una de sus acciones. A modo de concreción, pero sin ser exactamente lo mismo, esta técnica también nos puede ser útil para establecer una relación de causa-efecto, a través de una cadena de porqués, tal que así: El héroe ganó la batalla final porque tenía una espada mágica, que se la dio la bruja del sur porque él le había salvado la vida, porque los malvados de Endor la habían capturado (etc…). La cadena final tiene que tener un orden lógico y atractivo, esa es la clave. Si en algún momento de esa cadena te quedas sin respuesta, o lo único que se te ocurre es responder “esto es así, porque sí”, entonces mal vamos. Ya sabes por dónde tienes que meter la tijera.

10. ¿Estás preparado para escribir la novela?

Sobre esto ya hemos hablado en el punto cuatro, pero merece la pena volver a destacarlo. Escribir supone un acto de madurez. Arturo Pérez Reverte acaba de publicar su última novela en verano de este año: “El tango de la vieja guardia”, y, en sus propias palabras: “empecé a escribirla hace veinte años, entre "El club Dumas" y "La piel del tambor", pero cuando llevaba unos 30 o 40 folios me di cuenta que aún era pronto para contar lo que quería contar. Vi que me faltaba todavía ese registro de voz y de mirada que me da el tener 60 años cumplidos. Hay una cosa: una novela es como un campo de minas. Al principio es fácil retroceder pisando tus propias huellas, pero si caminas demasiado, te metes y ya no puedes salir de él. Entonces, antes de llegar a ese momento irreversible, paré y decidí dejarla para cuando tuviera la mirada más fina”. Nada más que añadir. En la vida cada cosa tiene su momento, y si eres capaz de realizar la introspección necesaria para darte cuenta de ello, tendrás a los lectores en el bolsillo, porque ellos sí que se darán cuenta.

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