Tras el éxito de Rambo (1982) llegaron —principalmente al mercado VHS—, innumerables imitadores con más o menos fortuna. Todos ellos cumplían con las exigencias del guión de forma inequívoca, y los torsos medio desnudos, hinchados de hormonas y horas de gimnasio, junto con cara de pocos amigos y una ametralladora M60 como la amante perfecta, atiborraban las baldas de los videoclubes; ¡y vaya como disfrutábamos! Sin bien Sylvester Stallone lo bordó, y sentó las bases de un género cinematográfico tan masculino, también es cierto que pronto tuvo serios competidores que amenazaron su hegemonía.
J. L. Bourne (autor de los dos títulos que hasta ahora componen su obra), es en la vida real un marine; un marine de verdad, y mientras estuvo cumpliendo servicio en una zona de conflicto (Guerra de Irak), en los ratos libres se dedicó a escribir entradas en su blog acerca de una invasión zombi, a modo de entretenimiento (si es que el frente ya no es lo que era). Ni él mismo podía imaginarse la gran aceptación que tendría, pero ya no había vuelta atrás, así que decidió escribir una novela/diario en toda regla, y dejar para siempre las penurias de una trinchera en medio del desierto.
Me gusta comentar aquellas películas que non son demasiado conocidas, y que por uno u otro motivo creo que se lo merecen. Uninvited (1988) es uno de esos títulos que era incapaz de recordar, pero no así la película en cuestión. Llevaba tiempo intentando echarle el guante para ver que tal había envejecido, sin embargo la decepción ha sido mayúscula. Uninvited (1988), lo tiene todo para ser una de esas películas imprescindibles, y sigue el esquema de tópicos a rajatabla. Por un lado tenemos un barco; por otro a unos jóvenes fiesteros y desvergonzados; luego un tiparraco mafioso al que solo le interesa la “pasta”; y por último, un bicho mutante de insaciable apetito… ¡todo un género en sí mismo!
No soy partidario de concursos —sobre todo si hay dinero de por medio—, ni tampoco me gusta escribir ciñéndome a unas normas, creo que es algo que va contra natura; no obstante…, siempre se puede hacer una excepción. Me refiero al X Premio Carlos Casares de microrrelatos organizado por el Liceo de Ourense, mi ciudad, y siendo así, decidí participar. Según las bases del concurso se podían presentar hasta un máximo de tres trabajos por autor, de temática libre y con un tope de 1500 caracteres (sin contar espacios). Aquí lo más goloso sin duda es el premio (único) de 1500€, es decir, a euro por caracter, casi nada. Si tienes la idea, un microrrelato se escribe un santiamén. Quizás lo peor sea el hecho de tener que andar contando las palabras (bueno, eso lo hace el word), pero en fin, las normas son las normas (aproximadamente hablamos de una carilla a doble espacio). Ayer, día 27 de mayo conocimos al ganador, Rafael Laso Lorenzo (ingeniero y escritor natural de Xinzo de Limia y residente en Vigo, con varias novelas ya publicadas), por su obra titulada “Amor de monicreques”, y desde aquí le felicitamos (más info). Una vez concluido el concurso, y puesto que hoy no tengo ninguna entrada mejor para esta web —y sin que sirva de precedente—, publicaré las tres obras con las que he participado. Son tres microrrelatos en gallego, y de pulp tienen bastante poco, pero en fin… Estos son: 1) Xaque mate (una reflexión sobre la vida y la muerte tomando como punto de partida un viejo proverbio); 2) ¡Adiante, meus valentes! (mi preferido) 3) A carraxe dun cheirume (un claro homenaje a Carlos Casares, pero totalmente fallido; este microrrelato estuve a punto de no presentarlo).
Las monsters movies, o películas de bichos mutantes, como prefiero llamarlas, son sin lugar a dudas uno de los tópicos más prolíficos y socorridos en la historia del cine de terror. El género de los bichos cabreados nos ha proporcionado infinidad de títulos, secuelas, remakes…, y me resulta muy difícil pensar en algún bichejo que no haya tenido su película. No sé si quedará alguno, aunque dada la enorme variedad de especies que existen en el reino animal, es de suponer que sí... La pregunta es ¿Cuál propondríais? El tema incluso tiene su género propio, muy recurrente en la literatura pulp: BEM (Bug Eyed Monster). Ahora bien, en lo que se refiere a «bichos normales», y no inventados, citar ejemplos de películas puede ser una tarea titánica. Los primeros que recuerdo, sin morir en el esfuerzo, son: arañas (Arac Attack, 2002); babosas (Slugs, muerte viscosa, 1988); cangrejos (El Ataque De Los Cangrejos Gigantes, 1957); cucarachas (Nido Subterraneo, The Next, 1988); gusanos (Gusanos Asesinos, Squirm, 1976), y un largo, larguísimo etcétera. No estaría de más tener un buen listado. Supongo que alguno habrá, pero las búsquedas que hice por google no fueron muy fructíferas.
En mi acostumbrado vistazo a las novedades del día acabo de encontrarme con ésta Entrelazados, escrita por Gena Showalter —ni idea de quién es; según parece una especialista en romances para adultos ¿?—, y publicada por la editorial Harlequin. Y claro, un argumento tan…, tan…, tan sugerente como el de un chico con cuatro almas viviendo en su cabeza, pues qué queréis que os diga…, lo primero que pensé fue… ¡Leñe, esto tengo que comentarlo!
Resulta que las almas en cuestión, como era de esperar, de normalitas tienen poco. Son almas con poderes; a saber… Una puede viajar en el tiempo; otra puede despertar a los muertos; la tercera puede predecir el futuro; y la última puede poseer a otro humano. Y yo me pregunto ¿cómo harán para llevarse bien?
Entrelazados es una de esas novelas que no puede pasar desapercibida. Y si bien es cierto que una idea tan atrayente y disparatada tiene innumerables posibilidades, también lo es que corre el riesgo —o al menos la pinta tiene—, de convertirse en toda una memez romanticona al estilo de Crepúsculo, pues según lo poco he podido averiguar hay ciertas coincidencias…, por un lado tenemos a chicos de instituto, por otro vampiros, una trilogía que apunta a tetralogía, amores imposibles..., en fin, ya sabéis lo que quiero decir. Ojalá, y al menos eso espero, que se parezca más a Soy el número 4, que a Crepúsculo.
Creo que el cine actual ha perdido toda capacidad de sorprenderme, y quizás por ello me aburre. Ni siquera el tan cacareado 3D -excusa válida para todo tipo de remakes-, resulta en modo alguno digno de mención. No obstante, a veces y cuando menos te lo esperas, llega un nuevo título sin apenas darte cuenta, y ¡zas!, te deja con la boquiabierto. Esto es precisamnte lo que me ha sucedido con Furia Ciega, y eso que nada más ver el cartel pensé… ¡Vaya, la segunda parte de 60 segundos! —supongo que sabréis por qué lo digo, y estoy convencido que a más de uno le habrá pasado lo mismo—. Pues bien, anoche me apetecía ver algo nuevo, y me encontré con Furia Ciega. Seguía sin saber nada más de ella, y seguía enrocado en mi convencimiento de que se trataba de una peli de ladrones de coches y tías buenorras. Nicolas Cage es un actor que no me gusta, sin embargo sí que tiene buen ojo a la hora de escoger trabajos. He visto casi todas sus películas, y la mayoría son bastante aceptables —si hablamos de entretenimiento puro y duro, como por ejemplo La Roca o Kick Ass—, así que no le di más vueltas, y me puse a verla, sin más, aunque con un nivel de expectativas realmente bajo. Pero...