
Como la gaseosa, tras la explosión inicial, arrolladora, solo queda un batiburrillo de cameos, y un desconcierto ridículo y soporífero. La historia de las brujas, muy desaprovechadaAhora mismo podríamos estar hablando de la película pulp española por excelencia; la perfecta revisión del tópico «Witches Tales», más todavía teniendo en cuenta que el argumento escogido se basa en una historia real, y con enormes posibilidades, pero no, no será éste el caso, y todo por la santa manía del director por no saber, o no querer, encontrar el punto de equilibrio entre humor negro castizo, y el ridículo más absurdo y bochornoso. Anoche revisé esta película, no sin cierto resquemor, pues el genial Alex de la Iglesia, el paladín de nuestro cine patrio, llamado a rescatar del olvido al mejor fantaterror de todos los tiempos, otrora vilmente soterrado por Almodóvar y su troupe, y quien nos sorprendió con títulos como El Dia de la Bestia, ahora, y tras sus últimos fracasos como Balada de Trompetas, pues me costaba esperar algo bueno de Las Brujas de Zugarramurdi, más viendo algunos de los nombres que encabezaban el reparto. Sin embargo, al poco de arrancar la película, comencé a vibrar como nunca antes lo había hecho, pellizcándome, y así comprobar que lo que estaba sucediendo no era fruto de mi imaginación, sino algo real. Ni me estaba quedando dormido, tal como podría suceder con cualquier otro título español, y ya no digamos del citado Almodovar, ni lo que tenía en pantalla era tan malo como cabría esperar. Todo lo contrario: Una Road Movie de Impresión. Lamentablemente, el director no supo aguantar el ritmo que marcó de inicio, y en vez de rematar la faena, y dejar al espectador ojiplático, una hora y diez minutos más tarde, el guión agoniza de forma irremediable, provocando al final una extraña sensación que no sé si describir como vergüenza, o desesperanza.
Los mitos de Cthulhu, en versión reality show. Con tanto guiño al cine de terror, puedes acabar con un tic nervioso de por vidaPocas veces en mi vida he sentido la extraña sensación de cabreo absoluto, mientras estoy viendo una película, y no porque me sienta engañado, o porque me arrepienta de haber perdido tiempo y dinero, sino que me refiero a un tipo de cabreo muy distinto, al de no entender absolutamente nada, y sentirte rabioso porque quieres entenderlo. «La cabaña en el bosque» (The Cabin in the Woods, dirigida por Drew Goddard, 2013) me la ha jugado desde un principio. Tengo la costumbre, buena costumbre, de procurar saber lo menos posible de una película antes de verla, y por las pocas imágenes de un tráiler pasado a doble velocidad, y la sinopsis que acompaña a la carátula, pensé que se trataría de otra vuelta de tuerca con adolescentes perdidos en el bosque, luchando por sus vidas, a medio camino entre Cabin Fever, y Posesión Infernal. Sin embargo, tras los primeros compases, es obvio que algo no cuadra, y el hecho de no entender de qué demonios iba la película, con el paso de los minutos mi cabreo iba en aumento. Si no la has visto, mejor no sigas leyendo. Ahora entremos al detalle.
Del zombie vudú, al zombie de competición. Casi un siglo de ejercicio, y aquí tenemos el resultado«Y no olviden supervitaminarse y mineralizarse», así cerraba el plano la mítica serie de dibujos animados «Super Ratón», y esto es más o menos lo que le ha sucedido al zombie clásico, el zombie vudú de toda la vida. Al ritmo que vamos, probablemente los próximos zombies que veamos en pantalla podrán volar. Dicho esto, debo reconocer que la película Guerra Mundial Z, basada en el best seller de Max Brooks, me ha sorprendido gratamente. Hoy en día la norma es ir ver una película, y esperar que al menos no te decepcione demasiado, pues ya sabemos de que palo va el cine actual, y claro, cuando vas preparado para lo peor, y te encuentras con una película que te engancha de principio a fin, pues te quedas sorprendido como poco. Y algo parecedido me pasó hace unas semanas con Oblivion, pero esa es otra historia, y ahora toca hablar de zombies.
Dagon, un Dios Primigenio o un pulpo a la gallegaLa obra de Lovecraft, sus relatos, ha inspirado una enorme cantidad de películas de terror, sin embargo, la gran mayoría de éstas son producciones de serie b, muy alejadas de los circuitos comerciales. A excepción de Re-Animator (1985), dirigida por Stuart Gordon, el resto de adaptaciones difícilmente son reconocidas por el público en general. A cualquier persona que se le pregunte al azar, por la obra de Lovecraft y sus adaptaciones, muy pocos sabrían nombrar algún otro título que no fuese Re-Animator. Sin embargo, sí existen muchos otros títulos, y uno de ellos es el que ahora destacamos: Dagon, la secta del mar (2001), dirigida como no, por el ya citado Stuart Gordon, y producida por Brian Yuzna, otro habitual dentro del género.
Django, la “D” es muda, hasta que deja de serlo, Yango, el demonio negroEl adusto esclavo, que supuestamente debería tener las tres marcas de sumisión en su cráneo, una vez desencadenado, no habrá quien pueda con él. ¿Sumisión? Sí, claro, pero no al amo blanco, sino al irrefrenable deseo por rescatar a su amada, o lo que es lo mismo, toda una epopeya en la que Don Yango, o Mister Yango, tarda menos en desencadenar su instinto asesino, que un chupito de whisky en desaparecer sobra la barra de un bar, y todo por un buen revolcón de alcoba, o de choza, con su maravillosa princesa de ébano. De habilidoso asesino caza recompensas, a experto en mandingos ¿qué demonios significa esta palabra?; de exclavo nato, a erudito, y todo ello pasando por actor, cuya interpretación haría palidecer al mismísimo Paul Newman, o Robert Redford, en El Golpe.
No soy crítico de cine, pero sí sé lo que me gusta, y la mayoría de las veces (no siempre), también sé la razón. Quentin Tarantino llamó a la puerta de Hollywood con una sorpresiva cinta llena de tacos e infinita verborrea titulada Reservoir Dogs, que si bien es cierto que en su día supuso un soplo de aire fresco dentro del género, a un servidor no le levantó las pasiones suficientes como convertirla en un hito dentro de la historia del cine actual, pero lo cierto es que a su director le dio el crédito necesario para rodar la que sería su ópera prima: Pulp Fiction. A partir de ese momento, y a excepción de Kill Bill, pienso que su carrera no hizo otra cosa más que ir en picado. Ni Death Proof, cuyo guión parece escrito por un niño de cinco años tras haber aprendido sus primeras palabrotas, que como todos sabemos repetirá una y otra vez, hasta Malditos Bastardos, con un guión demasiado estúpido y ridículo, como para tomarlo en serio; y como parodia de las hazañas bélicas de la segunda Guerra Mundial, pues tampoco funciona.
Dashiell Hammett y el hardboiled. Mujer fatal, versus detective cínico, mujeriego, y misógino. Todo a la vezÚltimamente, y cuando puedo, trato de revisar las películas de serie b clásicas, las de blanco y negro de toda la vida, sobre todo las de ciencia ficción. Sin embargo, anoche he decidido dar un pequeño giro, y adentrarme en el cine de John Huston, y lo hice con su primer trabajo, El Halcón Maltés. Ésta es una de esas muchas películas que he visto cuando era crio, y que nunca más había vuelto a ver, permaneciendo desde entonces en el mayor de los olvidos. Obviamente la perspectiva es completamente distinta, pues en el primer caso te limitas a disfrutarla como inocente espectador, y ahora, ya con unos cuantos años encima, más bien tratas de fijarte en los detalles y de establecer relaciones con los conocimientos que has adquirido, y que cuando eras niño simplemente no existían. De niño lo más parecido a la cosa pulp que yo conocía era el pulpo de los domingos «pulpo a feira», y que bueno que estaba (y que está). En aquello tiempos no estaba yo para muchas reflexiones
Acaba de filtrase el guión original de Prometheus, escrito por Jon Spaihts, antes de que Damon Lindelof lo retocase, por decirlo de una forma eleganteHace algunas semanas os ofrecimos en primicia un artículo no oficial, fruto de una entrevista privada con Ridley Scott, acerca de su propia visión de esta película y de lo difícil que le resultó acoplarla en el universo Alien: Prometheus 2012, la verdadera explicación. Pues bien, el artículo que ahora os ofrecemos, que nada tiene que ver con éste, sí es el guión oficial escrito por Jon Spaihts, antes de que fuese modificado por Damon Lindelof, y cuyas diferencias ahora salen a la luz, sin embargo, por poco tiempo. El documento original, tras la filtración, está desapareciendo de todas las web por suponer una infracción de los derechos de autor, tras denuncia de la Fox. En la web io9.com tenéis todos los detalles que aquí tratamos: What did Damon Lindelof add to Prometheus? The Biggest Differences from the Original Draft. Pero el documento en sí, como es obvio, no podemos ofrecértelo.
Prometheus, por méritos propios, se está convirtiendo en una película de culto, y no precisamente por su calidad intrínseca, sino por toda la controversia que genera día tras día, algo que pocas películas han logrado conseguir. Resulta difícil que todo esto estuviese preconcebido, porque no hay duda de que les está saliendo redondo. Ahora, la última polémica viene dada por la aparición del script original –mucho más sencillo y directo–, y aunque las diferencias no son muchas, sí que podrían ser determinantes, y la verdad, no está claro si éstas serían para bien o para mal. Juzguen ustedes mismos: