El 7 de octubre de 1849 cayó a domingo, de la misma forma que lo es hoy, 7 de octubre de 2012. Desde esa fecha hasta nuestros días han transcurrido 163 años. Aquel domingo de octubre falleció Edgar Allan Poe a la edad de 40 años, y como no podría ser de otra forma –acorde a sus relatos–, lo hizo en extrañas circunstancias. A veces el destino te depara curiosas coincidencias, como la que me ocurrió hace unas cuantas horas. Sin ser consciente de ello, me puse a ver la película titulada El Enigma del Cuervo (The Raven, 2012), un fantasioso biopic acerca de los últimos días del escritor americano Edgar Allan Poe, considerado como el padre de los relatos de misterio terror, y maestro de ilustres figuras del pulp como Lovecraft. Tal coincidencia me dejó un poco perplejo, sobre todo por el hecho de hasta coincidir el día de la semana. Cosas que pasan.
«Si no has visto Prometheus, mejor no sigas con esta lectura, ya que contiene spoilers». Ante las dudas e incógnitas surgidas por muchos aficionados, le hemos preguntado al bueno de Ridley Scott cual era la verdadera explicación del universo Alien, y esto, más o menos, es lo que nos ha contestado. Para más información, puedes seguir el hilo en nuestros foros.
Eden Lake es una película como tantas otras dentro del género survival, sin nada nuevo que ofrecernos más allá de una realización impecable, una angustia continua, y un final que te deja un mal cuerpo como pocas. Encontrar referencias y similitudes con otras cintas: Deliverance, La última Casa a la Izquierda, Los Chicos del Maíz, y un largo etcétera, resulta inevitable. Solo que en esta ocasión los protagonistas de esta terrible historia vienen a ser una especie de «neds» (Non Educated Delinquents) que en un momento dado pierden por completo el control sobre sí mismos. Lo que nos ofrece el director es una situación de partida tan real como la vida misma. Por un lado tenemos una pareja de enamorados en pleno ejercicio de su felicidad, disfrutando de una acampada en el bosque. De otro, una pandilla de niños que representan perfectamente la maldad y la ruindad del ser humano en estado puro, aunque no afecta a todos por igual.
See trata pues, de una pandilla de niños problemáticos, pero incapaces por sí solos de cruzar la línea que separa a las gamberradas de los actos criminales. El único capaz de hacerlo es el cabecilla, un psicópata en toda regla que proyecta con mano de hierro su despotismo, empujando a los demás a que crucen la citada línea, siempre en el momento preciso; siempre cuando surge el más mínimo atisbo de duda. Todo lo que sigue después, en cuanto al detonante de los hechos, es bastante creíble. En un principio me recordó mucho a RED (2008) -no confundir con la película de Bruce Willis-, un título muy interesante que vi hará un par de semanas, y con una temática extremadamente parecida, aunque con un resultado completamente distinto. Cabe destacar que ambos son del mismo año.
Primero el adulto comete el error de intentar razonar con unos críos descerebrados y crecidos, poniéndose a su altura. Y estos responden con la violencia propia de un adulto, y eso es más horripilante todavía. ¿Quién puede matar a un niño? Preguntaría Ibañez Serrador. A partir de ahí, una vez que el enfrentamiento se produce, todo lo demás es un correcalles. La superioridad numérica de los niños, y sobre todo su depravación moral, desequilibran de inmediato la balanza a su favor. Lo que sigue es angustia, tensión, y supervivencia, que desencadenan un interesante duelo de pulsiones en el espectador. Una, el ardiente deseo de que los niños reciban su merecido, y a ser posible igual de cruel que el daño causado. Dos, la necesidad de un cambio en la conducta de los más débiles, lo suficientemente fuerte para que tener una esperanza.
No sorprende en absoluto el artificio de los guionistas en su empeño por equilibrar las fuerzas. Resulta obvio que, en un enfrentamiento de estas características, la única posible ventaja de un niño frente a un adulto, son tanto el factor sorpresa como la superioridad numérica. Me pregunto qué tipo de película hubiésemos visto si quien resultase herida de muerte fuese la chica en vez del chico. También cabe destacar el hecho de que esa chica, quien debe enfrentarse ella sola a todos los hechos que se van sucediendo de forma horripilante, sea, precisamente, una profesora. El efecto está servido, y vemos esa evolución en el personaje, donde la supervivencia se antepone a cualquier otro principio; una evolución similar a la que hemos podido ver en muchas otras historias, por ejemplo Perros de Paja, del director Sam Peckinpah.
Al final, todo concluye de una forma arriesgada, pero —y dejando a un lado la improbabilidad de un giro tan rocambolesco como el que nos ofrece James Watkins—, lo suficientemente desesperanzado como para sentirte mal una vez termina la cinta, y, en el caso de tener hijos de esa edad, preguntarte… ¿ellos serían capaces de hacer algo así…, si en su pandilla hubiese un líder como el que nos propone Watkins? Asimismo, también te preguntas… ¿cómo es posible que haya gente en el mundo, que la hay, tan depravada, y ya desde niño? La respuesta la tienes, una vez más, de la mano de su director, donde el final de la película muestra un claro culpable de todo lo sucedido: La educación. Ahora bien, el debate vuelve a ser el mismo de siempre, el típico debate roussoniano. ¿El niño malo lo es por naturaleza, o porque el ambiente en el que se desarrolla lo hace así?
Llegados a este punto entraríamos en la disquisición acerca de la propia naturaleza humana. Entonces podríamos atender a dos de las posiciones más conocidas, la de Rousseau y su famosa frase “El niño es bueno por naturaleza, solo se corrompe en la sociedad”, y la de Thomas Hobbes, con su frase estrella “El hombre es un lobo para el hombre”. Dos pensamientos contrapuestos, donde para uno la sociedad es la responsable de la condición humana, y para el otro, la sociedad es el instrumento mediante el cual controlar el egoísmo inherente a esa condición. Como es lógico cada uno de nosotros tendrá su propia percepción. La mía es que Hobbes tenía mucha más razón que Rosseau, a quien en cierto modo consideraría un iluso. Esto nos llevaría a otra discusión, que si genetistas, que si ambientalistas, y que si posiciones más o menos eclécticas.
Yo soy de los que creo que sí hay mucha gente que disfruta haciendo daño, y eso se lleva dentro, no se aprende. Lo único que se puede aprender son diferentes y mejores formas de hacer daño. Pero no se aprende hacer daño. Creo que esto además me ha quedado claro después de ver dos películas de este tipo en las últimas semanas, una ésta, y la otra RED, que ya cité unas líneas más arriba. Si tengo que posicionarme, lo haría del lado de Hobbes, lo tengo claro.
Me queda la duda de si el director trató de hacer una buena película con la que transmitir la mayor tensión posible al espectador, o si por el contrario, lo que pretendía era enviarnos un mensaje en formato survival.
¿Y tú, que opinas?
Ficha Técnica: TÍTULO ORIGINAL: Eden Lake. AÑO : 2008. DURACIÓN: 91 min. PAÍS: Reino Unido. DIRECTOR: James Watkins. GUIÓN: James Watkins. MÚSICA: David Julyan. FOTOGRAFÍA: Christopher Ross. REPARTO: Kelly Reilly, Michael Fassbender, Thomas Turgoose, Bronson Webb, Shaun Dooley, Jack O'Connell, Finn Atkins, Eliza Elkington. PRODUCTORA: Rollercoaster Films. WEB OFICIAL :www.edenlakemovie.co.uk. PREMIOS : 2008: Festival de Sitges: Premio especial del jurado. GÉNERO: Terror
SINOPSIS: Una pareja, Steve y Jenny, se escapa de fin de semana romántico. Sin embargo, su tranquilidad se verá interrumpida cuando una banda de chicos jóvenes aparezca por el lugar. Estos, como acto de rebeldía, robarán las cosas a la pareja y destrozarán su coche. Steve les hará frente pero sufrirá un violento ataque. A partir de ese momento, Jenny tratará de escapar a través del bosque... (FILMAFFINITY)
Lo mejor: Angustiosa, reflexiva, y brutal.
Lo peor: El guión es demasiado, digamos…, rocambolesco.
Veredicto: Si buscas una película que además de entretener, te deje mal cuerpo, es posible que ésta lo consiga.
Otras películas de referencia: Funny Games; Perros de Paja, de Sam Peckinpah; Deliverance; La última Casa a la Izquierda; Los Chicos del Maíz; Red
Tal y como suele ser costumbre no estoy de acuerdo con los críticas que ha recibido este film. En líneas generales pienso que es una buena película, o al menos no tan mala como se dice. La historia de fondo no es nueva, hay muchas películas más o menos parecidas, algo que desde luego le resta puntos, eso es cierto. De hecho dejemos claro desde un principio que se trata de un remake. La original No Temas a la Oscuridad (Don't Be Afraid of the Dark), dirigida por John Newland, data del año 1973, la cual no he visto, así que en las líneas que siguen no habrá comparaciones.
El tema de las hadas, los dientes, y la oscuridad están lo suficientemente manidos para que muchas personas pierdan el interés, sobre todo cuando ya dejas de ser un niño, y precisamente ése es el público a quien va dirigido este film, solo que, tanto los niños como los adolescentes de hoy en día están más que curados de espantos. Más que una película de terror es un cuento de fantasía, y títulos al respecto los hay de todo tipo y condición. El primero que me viene a la cabeza, por nombrar alguno, es «En La Oscuridad (Darkness Falls, 2003)», y nombro éste porque es el que más fácil me ha sido sacar el título. Bueno, también acabo de recordar uno de los relatos cortos de Los Ojos del Gato (1985), donde un duende maligno acechaba a una niña. En este caso en vez de dientes lo que buscaba era robarle la respiración. Otra diferencia es que la niña estaba bien protegida por un gato… ¿gatos? ¿Por qué no había ningún gato en la casa del señor Blackwood.
El palmarés de renombres que hay detras de esta cinta podría hacernos creer que el producto final debería estar a la altura de las expectativas, sin embargo, éstas se difuminan al poco de arrancar la cinta. Da la sensacion que su director William Monhan, otrora guionista de Infiltrados (2006) para Martin Scorsese, no supo como entrelazar las diferentes ideas que el autor de la novela, en la que se basa London Boulevard, debería haberle transmitido.
El irlandés Ken Bruen, escritor de la novela en cuestión, es uno de esos escritores pulp en versión hard boilled, como en las míticas revistas Black Mask, y una pizca de esa esencia sucia y gamberra podemos apreciarla en el largometraje que protagoniza Colin Farrell (un actor que no es de mis preferidos), junto con la guapísima Keira Knightley, una pareja demasiado forzada. Sin embargo, el papel estelar, o al menos el que más perplejo me ha dejado es el de David Thewlis, totalmente irreconocible, y decir que su papel es curioso, es decir muy poco.
Supongo que nadie lo negará, y es que ver a Daniel Radcliffe haciendo algo distinto a su personaje de Harry Potter es ya de por sí una razón de peso a efectos de marketing; lo cual sería una pena, porque la película en cuestión es lo suficientemente buena como para no tener que recurrir a estas triquiñuelas. De hecho, La Dama de Negro es una buena película en conjunto, y los es por su excelente ambientación, su puesta en escena, y un perfecto diseño del habitual carrusel de sustos; sin embargo, también es cierto que si afinamos nuestra crítica, el fondo del asunto es un tanto vacío, y ya no digamos la segunda parte: La dama de negro 2: El angel de la muerte (2015), donde el listón baja estrepitosamente.
No sé cuánto tiempo habrá pasado desde la última vez que vi esta película de Sam Peckinpah; no lo sé, pero seguro que más de veinte años. Un título que recordaba con gran impacto, no en vano por aquel entonces no era más que un crio, sin embargo con el paso de los años me había olvidado por completo de ella. Es ahora, con su remake a la vuelta de la esquina, cuando se encendió en mí la tenebrosa luz de un recuerdo terrible, trepidante, angustioso..., y excitante. De inmediato sentí el deseo de volver a disfrutarla. Salvando las distancias, algo parecido me sucedió hace poco con el Remake de The Mecanic, de Jason Stahan; si no fuese por ese remake es más que posible que nunca me diese por volver a ver la original de Charles Bronson; y que buena ésta última por cierto. Es irónico, pero a veces el principal propósito de un remake es el de hacernos buscar como locos la versión original; muchas veces es para lo único que sirven.