A pocas horas de una noche mágica, seguidamente os recomendamos una película para que podáis disfrutar de la festividad que nos ocupa, el Samhain (Samaín, tal y como lo conocemos en Galicia); o Noche de Halloween, para quien así lo prefiera.
Si lo recordáis, nuestra última recomendación fue Truco o Trato (2008), una película de historias cortas directamente relacionadas con la temática de Halloween, y aunque se barruntaba la posibilidad de la segunda parte para la noche de hoy, me temo que no será posible. Sin embargo, tenemos un reciente estreno en DVD de lo más apetitoso: Black Death, y no es una película de terror en sentido estricto, pero el relato que nos cuenta está íntimamente ligado con los ritos paganos y la resurrección de los muertos, y además… ¡está muy bien hecha!
Christopher Smith es un director británico con pocas películas a sus espaldas, sin embargo, las dos únicas que hasta la fecha había visto de él, Severance y Creep, me han dejado un muy buen sabor de boca. Así, con tales precedentes, y teniendo en cuenta las enormes posibilidades narrativas de una época tan oscura, tétrica y espeluznante como fue la “Ira de Dios”, en forma de peste negra o peste bubónica, allá por el medievo, las expectativas eran enormes. Black Death, además, cuenta con un actor para el papel protagonista que me gusta bastante, Sean Bean –lo tengo pendiente de contratación para mi película Zombis vs Vampiros, donde debería encarnar el papel del capitán Sullivan, pero en fin, esa es otra historia–.
Anoche, anticipándome a Halloween, vi Black Death, y aunque quizás era mucho lo que esperaba de ella, lo cierto es que aun sin colmar todas mis expectativas, creo que puedo sentirme satisfecho; e incluso reconociendo que el guión no aporta nada nuevo, siendo en todo momento bastante predecible. En algunos foros he leído que se parecía demasiado a The Wicker Man (véase versión original y secuela), y ciertamente los parecidos son mayúsculos. Pero todo ello da igual, porque la película resulta muy entretenida.
Clark Ashton Smith (CAS) fue uno de los grandes escritores pulp de los años 30, y junto a sus amigos epistolares y colegas de profesión, H. P. Lovecraft y R. E. Howard, venían a ser “los tres mosqueteros de Weird Tales” —mítica revista de la época—. Estos tres ilustres escritores contribuyeron sin duda alguna al increíble auge de estas revistas pulp durante su era dorada (1928-1939), donde primaban los relatos fantásticos y de terror. Dichos relatos, aunque todos ellos con un objetivo común, lo cierto es que mostraban un amplísimo repertorio de estilos, tantos como autores, y entre estos CAS siempre ha figurado como uno de los primeros en cualquier lista que se precie.
Las casas encantadas son como los zombis; temáticas que se repiten una y otra vez, como si fuesen una horrible pesadilla; pero algo tendrán, porque no dejan de engancharnos, y esto queda más que demostrado en las cuatro líneas de la sinopsis de Apartamente 16, tan atractiva como sugerente, palabra por palabra. Lo que tampoco tiene desperdicio es la retahíla de críticas que a modo de marketing se adjuntan con dicha sinopsis, que de tantas flores que le echan a la novela en cuestión, poniéndola como una obra maestra de la literatura de terror, como poco, más bien terminará pareciendo una montaña de crisantemos a la sombra de un ciprés el día de los difuntos —a la vuelta de la esquina, a propósito—. Aun así, parece que Adam Nevill ha dado en el clavo con esta historia, Apartamento 16, y que según parece se le ocurrió cuando tuvo que trabajar de vigilante nocturno, al igual que su protagonista. Bien, echémos una pequeño vistazo a esta novela de intriga y misterio que la editorial Minotauro nos presenta.
Bien, el tema está candente, y cada vez falta menos para ver en la gran pantalla a todos estos machotes de pintas estrafalarias -antaño esencia de ilusiones en los comics pulp-, y confieso que estoy bastante ansioso por comprobar el resultado.
Hoy es un día triste; ha muerto Steve Jobs, y a una edad demasiado temprana. Como dijo Galileo Galilei, el mundo se mueve; sí, se mueve, pero es la gente como Steve Jobs la que le da sentido y significado a ese movimiento. Todos le recordaremos no solo por lo que hizo, sino también por todo lo que podría hacer. Sin embargo, como decimos, el mundo seguirá girando, seguirá moviéndose, y otros tomarán su relevo. Sin gente así no existiría internet, no existiría esta web, y todavía estaríamos dando gruñidos en la caverna de Platón. Pero aquí estamos, y la providencia ha querido que la entrada que tenía prevista para hoy, una humilde crítica sobre una película de superhéroes, que nada tiene que ver con los de verdad, quede así recogida en tan singular fecha. En fin, seguimos… ¡hablemos de la Linterna Verde!
Tanto superhéroe, uno tras otro, como si fuese la cola de un baile de disfraces, puede llegar a ser harto cansino. Con esta premisa, cuando le di al play…, lo hice consciente de que me quedaría dormido a los cinco minutos, sobre todo después de la insulsa Thor, que me dejó bastante decepcionado, y más aún con el cansancio que arrastro en estos últimos días; lo cierto es que apenas tengo tiempo ni para dedicárselo a la web —lo siento, y pido disculpas—, pero…, ¡no, no me quedé dormido! Es más, con ese arranque espectacular, con el piloto protagonista en plan Top Gun, tratando de batir a dos cazas ultimísimo modelo, tanto que ni siquiera necesitan de piloto… ¡pues ya me ha ganado!
La historia empieza muy bien; con todos sus tópicos, pero bien. Tiene algo que engancha, y según avanza la trama el interés no es que crezca, pero al menos se mantiene, lo cual no es poco. Y se mantiene lo suficiente como para obviar el patético momento de todo superhéroe, es decir, cuando se calza sus mallas a todo color y aun por encima con un ridículo antifaz que no sé para qué sirve, porque es imposible ocultar tu identidad con semejante tontería. Ya lo he dicho otras veces; es muy difícil que un personaje de cómic funcione en formato película de carne y hueso. Aunque siempre hay excepciones. La pregunta es… ¿La Linterna verde es una de ellas?
La recopilación de relatos de ciencia ficción que ahora nos presenta la editorial Ediciones B, obra del autor estadounidense Orson Scott Card, lleva por título “El Guardían de los Sueños”; título que podemos confundir con la obra homónima de Margaret A. Salinger, hija de J. D Salinger —El guardián entre el centeno—, y que nada tiene que ver. Con una simple búsqueda en google veremos que la confusión está servida. Una vez aclarado esto, a nosotros lo que nos interesa ahora es destacar los relatos de Orson Scott Card.
Orson Scott Card (24 de agosto de 1951) es un escritor estadounidense de ciencia ficción y otros géneros literarios que ha ganado numerosos premios Hugo y Nébula. Su obra más conocida es El juego de Ender, sin embargo, muchos de nosotros lo recordamos sobre todo por algo tan curioso, y por qué no decirlo, también friki —supongo que excéntrico quedaría mejor—, como es el hecho de que este hombre fue el responsable de aquellas míticas peleas de insultos; hablamos del videojuego Monkey Island, una aventura conversacional de las que dejaron huella, y sin duda marcaron toda una época. Algo tan tonto como dichas peleas de insultos crearon escuela, y todo un estilo a seguir.
Desde el otro lado del charco nuestro amigo David Hanna nos envía este pequeño relato para compartir con todos vosotros.