Separar el grano de la paja es un proceso mental, que todo lector lleva a cabo de forma inconsciente a medida que avanza en la lectura que tiene entre manos. En cambio, ¿hasta qué punto es el escritor consciente de ello? Grano y paja forman parte de un todo indiviso, donde el uno no podría existir sin el otro. A este punto, nuestro refranero popular cuenta con diversas expresiones, tal que así: «Una de cal y otra de arena, y la obra saldrá buena». Para nuestro artículo de hoy, la obra en cuestión será la novela que vamos a escribir, o que estamos escribiendo. Quien dice novela, dice relatos, solo que en este caso la situación es muy diferente dadas las restricciones del formato.
A la hora de afrontar un proyecto editorial como el nuestro, es importante conocer qué es lo que demanda el lector, y en la medida de lo posible no ir contracorriente. Es importante saber si el lector quiere relatos de amor, relatos eroticos, relatos de ciencia ficción, o relatos de terror; y una editorial que desee hacer caja, debe darle precisamente eso que está buscando. Muchas veces me he preguntado por qué las grandes editoriales desprecian casi por completo las publicaciones de relatos, y ya no digamos si quien las firma es don cualquiera, sin apellidos de abolengo, y sin la etiqueta de crack en los mass media, y la respuesta es tan sencilla como obvia. Sin embargo, esta vez he querido ir un poco más allá, y en la medida de mis posibilidades, observar qué es lo que demanda el lector cuando se pone al frente de google, justo al otro lado de la pantalla. Los resultados no es que me hayan sorprendido mucho, bueno, la verdad es que algo sí, por lo desproporcionados que son, pero en fin, esta es la realidad. ¡Veámosla!
De vez en cuando acercamos la mirada, desde una perspectiva histórica, a los diferentes rincones de nuestro planeta, para observar cómo, y qué medida, se desarrolló la Literatura Pulp, así como la cultura, el arte y los relatos que la describen. Relatos de amor, relatos de aventuras, relatos de terror, relatos… y más relatos; la esencia misma de la vida y la fantasía. Canadá, ése precioso país al norte de Estados Unidos, no iba ser ajeno al fenómeno, supongo que eso nadie lo duda, sin embargo, por el hecho de estar tan cerca de sus vecinos, primera potencia mundial del pulp, fueron menos productivos de lo que cabría esperar. A los canadienses les bastaba con importar pulps de otros países, especialmente americanos y británicos, y no fue hasta que, debido a la Segunda Guerra Mundial, se produjo una drástica reducción de estas importaciones y, entonces, solo entonces, las cosas cambiaron.
1) La soledad del escritor y el desprecio del lector: Bien, a grandes rasgos, ¿esto qué significa? Pues algo así como cuando nuestras madres preparan con todo mimo la cena de navidad, durante horas y horas, para que luego en un abrir y cerrar de ojos solo quede un motón de desperdicios sobre la mesa, y todo el mundo acordándose de la virgen que se está peinando, o los peces que beben en el rio, pero nadie de la cocinera ¿verdad? Sí, ésa que está fregando los cacharros mientras tanto, más que nada para ir adelantando la faena. Hoy vamos hablar de la relación entre los escritores y los comentarios de los lectores.
En un artículo anterior La cultura pulp ¿es sexista?, hablamos sobre los estereotipos sexistas que caracterizaban la literatura pulp, los cuales serían observados una vez definido el término, en la década de los sesenta. Sin embargo, uno de los precedentes que alentaron los movimientos feministas de la época, fue la aparición de un nuevo género pulp en los años 50, conocido como Lesbian Pulp Fiction (novelas pulp de ficción lésbica). Dicho género nació justo después del ocaso de la literatura pulp en general, que en la segunda mitad de siglo dejó paso a otras formas de entretenimiento. A pesar de todo, durante la década de los 50, y los 60, la edición de novelas baratas (paperback books, o también libros de bolsillo) sí tuvo una gran tirada; sustituyendo en buena medida a las revistas típicas de relatos. El pulp necesitaba reinventarse, y mientras los comics iban por un lado, las novelas baratas por otro. Y, dentro de este nuevo contexto, la editorial estadounidense Gold Medal Books (Fawcett Publications), publicó en 1950 un título revolucionario que logró vender más de dos millones de copias durante los cinco primeros años: Women´s Barracks (Cuarteles de mujeres), obra de la autora francesa Tereska Torres, considerada como la primera novela pulp lésbica de la historia. Un nuevo género que en realidad no era otra cosa más que un enfoque morboso y diferente de las conocidas Girlie Pulps (revistas pulp picantes para hombres); pues en sus orígenes el público al que iba destinado esta “Pulp fiction Lésbica” era el masculino. No obstante, pronto las cosas cambiaron de sentido, y la comunidad lesbiana, entusiasmada, conectó con este nuevo género, defendiéndolo y convirtiéndolo en su caballo de batalla. Según diferentes autores, estas novelas auspiciaron los movimientos feministas que tuvieron lugar años más tarde. Cita: «When the book was republished by The Feminist Press in New York in 2003, it was acclaimed as having inspired a whole new genre of lesbian and feminist» Telegraph.co.uk.
Resulta curioso el efecto que produce en la gente decirle que eres un escritor pulp. La mirada que sigue es como de… «¡Cielo Santo; este señor se ha olvidado de tomar la medicación!»; algo que me tomo con humor, aunque procuro que no se note. Hace unos cuantos meses cayó en mis manos, mejor dicho, en mi pc, una imagen en la que se podía observar como Lovecraft esbozó las ideas básicas de su novela «En las montañas de la locura» (At the Mountains of Madness: Fuente, Slate.com), en el interior de un sobre reciclado (ver imagen abajo). Todo un galimatías imposible de descifrar, excepto para su autor, claro está, y con el que me sentí plenamente identificado. A raíz de dicha imagen comencé a darle vueltas a una cuestión personal. El caso es que, hace ya muchos años, no concluí mis estudios de doctorado por falta de convicción, y por falta de tiempo. Me limité a adquirir la suficiencia investigadora, y directamente me puse a trabajar, mandando al cuerno los estudios. No me gusta dejar las cosas a medias, y ahora, después de los casi cuatros años que Relatos Pulp lleva online, y con toda la experiencia y conocimiento que hemos acumulado entre todos, puede que no sea una mala idea darle a todo esto un enfoque científico. O al menos intentarlo, a ver que sale de aquí.
Esta vez vamos a echar un vistazo a uno de los géneros pulp más espectaculares de cuantos hayan existido, en el sentido estricto de la palabra, de eso no hay duda. Las “Movie Magazine”, “Movie Pulps”, “Film Fan Magazines”, “Fan Magazines”, o lo que es lo mismo “Revistas de Cine”, son el género pulp propio de la farándula, las celebridades, los famosos, y todo tipo de historias, dramáticas, fantasiosas o atrevidas, que tenían a los estudios de Hollywood como telón de fondo. Si bien a finales del siglo XIX y principios del XX existían algunas publicaciones relacionadas con el mundo del teatro, junto con otras más o menos dedicadas a las diferentes perspectivas, y posibilidades que ofrecía el revolucionario invento de los hermanos Lumiere, no fue hasta la aparición de las míticas revistas Photoplay (1911), o Motion Picture Story (1911), cuando se dio el pistoletazo de salida a toda una serie impresionante de publicaciones, las cuales han ido evolucionando hasta nuestros días. Revistas que, asimismo, tuvieron su réplica en España con títulos como Cinopolis (1920), Cine Popular (1921), o Astrolandia (1934).