Resulta obvio e indiscutible que el gran éxito de los pulps se debe a sus portadas, y a la calidad de sus relatos, por supuesto. No sé si habrá alguna galería de arte, museo, o lo que sea donde estén todas ellas expuestas, aunque por desgracia lo dudo. La gran mayoría están digitalizadas, y es posible verlas en internet realizando búsquedas con las palabras claves (pulp covers, portadas pulp, image y el nombre de una revista en concreto, etc.), y si hay algo que llama a la atención es el gran caos que te puedes encontrar. Todo el material que hay accesible lo está por el esfuerzo y trabajo de aficionados, que no es poco, pero al estar todo tan disperso da la sensación de que este material no está valorado en su justa medida. Y estamos hablando de arte, arte de verdad con una historia detrás fundamental.
La intención de este artículo no es hablar de las portadas pulp en sí, ni tampoco de los artistas. Todo eso lo dejamos para otra ocasión, pues el tema se las trae. Hoy simplemente voy a compartir con vosotros una de esas curiosidades que de vez en cuando me encuentro por la red, en referencia al pulp. Y si eres un escritor de nuevo cuño, y como la mayoría conviertes en letras de oro la tinta con la que escribes, probablemente seas un desastre a la hora de las ilustraciones. Tranquilo, eso es un problema común. Puedes escribir muy bien pero dibujar fatal, no te preocupes, no tiene por qué dársete todo bien. Y en este caso, los chicos de webomator te traen una solución de lo más ingeniosa. ¿Te gustaría diseñar tus propias portadas pulp aunque no sepas dibujar? Pulp-O-Mizer es la solución que andabas buscando... (va a ser que no, pero aquí dejo el dato como curiosidad).
Aquí tenemos otro de los artículos de Jess Nevins: Where did steampunk come from?, experto como todos sabéis de la cosa pulp. En las líneas que siguen le pega un repaso a los antecedentes del steampunk, y cómo éste subgénero literario se gestó durante el apogeo de la Era Dorada Pulp. A efectos didácticos el autor identifica trece pulps, que él considera como icónicos para las bases del movimiento. Dentro de la amplísima gama de subgéneros retrofuturistas estilo “loquesea” más el sufijo punk (contracultura), el steampunk es de los más conocidos, asociado al vapor, la era victoriana, y las ucronias. No voy a entrar ahora en explicaciones semánticas, ni teorías al uso, para eso tenéis los enlaces a la Wikipedia que la verdad, están bastante bien. Simplemente paso a traduciros el artículo, aportando como siempre mi propio punto de vista y alguna que otra información que considere necesaria.
Como bien reconoce el autor, acotar una definición más o menos consensuada de steampunk puede resultar mucho más complejo de lo que a priori pudiese parecer, puesto que cada uno de nosotros podría mostrar una perspectiva diferente, y todas ser perfectamente válidas. A día de hoy serían dos las tendencias más enfrentadas, por un lado la de corte clásico, londinense, situada en el siglo XIX, y más bien propia de la ciencia ficción especulativa, alternativa; y por otro, la de libre interpretación, firmada por el autor Lewis Carrollian. Sin embargo, y a pesar de las diferentes interpretaciones, todo el movimiento es común a una iconografía y unos principios de uso e imagen que permiten establecer un análisis diferencial difícilmente equívoco. Y en cuanto a ejemplos de uso durante los años de la literatura pulp, sin que el concepto hubiese sido acuñado tal y como ahora lo conocemos, Jess Nevins identifica los que siguen:
El adusto esclavo, que supuestamente debería tener las tres marcas de sumisión en su cráneo, una vez desencadenado, no habrá quien pueda con él. ¿Sumisión? Sí, claro, pero no al amo blanco, sino al irrefrenable deseo por rescatar a su amada, o lo que es lo mismo, toda una epopeya en la que Don Yango, o Mister Yango, tarda menos en desencadenar su instinto asesino, que un chupito de whisky en desaparecer sobra la barra de un bar, y todo por un buen revolcón de alcoba, o de choza, con su maravillosa princesa de ébano. De habilidoso asesino caza recompensas, a experto en mandingos ¿qué demonios significa esta palabra?; de exclavo nato, a erudito, y todo ello pasando por actor, cuya interpretación haría palidecer al mismísimo Paul Newman, o Robert Redford, en El Golpe.
No soy crítico de cine, pero sí sé lo que me gusta, y la mayoría de las veces (no siempre), también sé la razón. Quentin Tarantino llamó a la puerta de Hollywood con una sorpresiva cinta llena de tacos e infinita verborrea titulada Reservoir Dogs, que si bien es cierto que en su día supuso un soplo de aire fresco dentro del género, a un servidor no le levantó las pasiones suficientes como convertirla en un hito dentro de la historia del cine actual, pero lo cierto es que a su director le dio el crédito necesario para rodar la que sería su ópera prima: Pulp Fiction. A partir de ese momento, y a excepción de Kill Bill, pienso que su carrera no hizo otra cosa más que ir en picado. Ni Death Proof, cuyo guión parece escrito por un niño de cinco años tras haber aprendido sus primeras palabrotas, que como todos sabemos repetirá una y otra vez, hasta Malditos Bastardos, con un guión demasiado estúpido y ridículo, como para tomarlo en serio; y como parodia de las hazañas bélicas de la segunda Guerra Mundial, pues tampoco funciona.
Muchas veces me he preguntado de dónde salían las portadas que utilizaba la Editorial Valdemar para los títulos relacionados con la obra de Lovecraft; preguntas que siempre atendían a la peculiar característica que se conoce como memoria de pez. Es decir, sí, me lo preguntaba, pero al poco rato ya me olvidaba de buscar la respuesta, y así, fue pasando el tiempo. Es lo que tiene andar con muchas cosas en la cabeza, y encima mi cabeza es un desastre. Pero…, como suele decirse, el tiempo pone cada cosa en su sitio, y al fin he encontrado la respuesta sin buscarla. Acabo de encontrarme por la red una referencia a las pinturas de este artista polaco, Zdzisław Beksinski, y al instante me di cuenta de lo que había encontrado en realidad.
Para todos los habituales de esta web, Jess Nevins no necesita presentación. Dentro de la serie de artículos que está publicando en la revista especializada io9.com acerca de cómo evolucionó la literatura pulp en diferentes países, precisamente coincidiendo con un momento crítico de la historia, ahora le toca el turno a España. Todos estos articulos tienen en común los regímenes totalitaristas, y la II Segunda Guerra Mundial como telón de fondo. En artículos anteriores, a los que me remito, hemos hablado ya de Alemania: Pulps, Nazis y Ciencia Ficción; Rusia: Russian Pulp. Los Pulp en la Unión Soviética; y Japón: Revistas Pulp Japonesas. Los Pulps en Japón.
Así, Jess Nevins en el artículo titulado Pulp Science Fiction in Spain, Before And During Totalitarianism, nos acerca en primer lugar, algunas pinceladas acerca de lo que podríamos considerar como proto pulp, o periodo literario de ciencia ficción anterior a la efervescencia pulp del siglo XX. Si bien en España no hemos contado con nombres propios de trascendencia similar a Julio Verne, el siglo XIX de nuestra literatura no fue ajeno a la ciencia ficción propiamente dicha, y a vista de la referencia que se cita en el artículo: Encyclopedia of Science Fiction: Spain, contamos con varios títulos que cabe la pena destacar, como son la obra anónima Viage de un filósofo a Selenópolis (Selenopolis, 1804); Viage somniaéreo a la Luna, o Zulema y Lambert (Joaquín del Castillo y Mayone ,1832); Lunigrafía (Miguel Estorch y Siqués, 1857) acerca de los usos y costumbres de los lunícolas, donde el protagonista alunizaba a bordo de un cohete lanzado desde el Himalaya, adelantándose así a la obra de Verne publicada diez años más tarde; Selenia, viaje científico recreativo de descubrimientos en el cielo austral (Aureliano de Colmenares y Orgaz, 1873); Un viaje al Planeta Júpiter: Aventuras del Marqués Belmonte (Antonio de San Martín, 1871); Una temporada en el más bello de los planetas: Viaje romántico a Saturno (Tirso Aguimana de Veca, 1871); El anacronópete (Enrique Gaspar y Rimbau, 1887), una de las obras de ciencia ficción más reconocidas dentro de esta época, y que se adelantaba a la máquina del tiempo de H.G Wells. Además, y entre otros muchos, también cabría destacar la obra Crímenes Literarios (Rafael Zamora y Pérez de Urría, 1906), donde se introducen elementos característicos como los robots, así como los trabajos del periodista Nilo María Fabra (1843-1903), habitual del relato corto, como por ejemplo: Por los espacios imaginarios (1885), Cuentos ilustrados (1895), y Presente y futuro (1897).
Últimamente, y cuando puedo, trato de revisar las películas de serie b clásicas, las de blanco y negro de toda la vida, sobre todo las de ciencia ficción. Sin embargo, anoche he decidido dar un pequeño giro, y adentrarme en el cine de John Huston, y lo hice con su primer trabajo, El Halcón Maltés. Ésta es una de esas muchas películas que he visto cuando era crio, y que nunca más había vuelto a ver, permaneciendo desde entonces en el mayor de los olvidos. Obviamente la perspectiva es completamente distinta, pues en el primer caso te limitas a disfrutarla como inocente espectador, y ahora, ya con unos cuantos años encima, más bien tratas de fijarte en los detalles y de establecer relaciones con los conocimientos que has adquirido, y que cuando eras niño simplemente no existían. De niño lo más parecido a la cosa pulp que yo conocía era el pulpo de los domingos «pulpo a feira», y que bueno que estaba (y que está). En aquello tiempos no estaba yo para muchas reflexiones
Siempre me han gustado las historias de ficción bélicas, uno de los géneros dentro de la literatura pulp más enfocado al público masculino que cualquier otro, las cosas como son. Pero tampoco debemos utilizar tal argumento como excusa para segmentar el público objetivo de novelas como ésta, escrita por Dan Abnett, o cualquier otra de un estilo similar. No hace mucho también hablamos de otro título dentro de esta línea, donde los zombies eran la excusa perfecta para una buena ración de tiros y explosiones: Nueva York: Hora Z. Ahora, volvemos con otra trama bélica, ésta vez futurista y que tendrá lugar en un planeta lejano, la Colonia 86.