En la entrada de hoy os vamos a presentar otra forma de hacer pulp, más que interesante. Hablamos de un proyecto de animación en forma de cortometraje, obra del autor Roberto Julio Alamo, a quién seguro que ya conocéis, no en vano es uno de los colaboradores de esta casa participando en publicaciones como Amanecer Pulp. Roberto, además de escritor, también desarrolla su actividad creativa con animaciones 3d: Proyectos 3D. Fruto de esta actividad tenemos el cortometraje titulado A Fistful of Zombies (Un Puñado de Zombis), al que apenas le quedan unos cuantos fotogramas para ver la luz y atraer todas las miradas de los grandes estudios, como Dreamworks o Pixar, eso como poco. Desde aquí le deseamos mucha suerte con el proyecto. Actualización: El film ya está disponible en youtube: Ver film A Fistful of Zombies.
«A Fistful of Zombies es un cortometraje, creado y dirigido por Roberto Julio Alamo, que hace homenaje a las películas Grindhouse de bajo presupuesto y de temática Pulp que se pusieron de moda durante las décadas de los 70 y 80. Con ciertos guiños al género y mucha acción, este film pretende alejarse de las películas de animación 3D para todos los públicos a las que nos tiene acostumbrados Hollywood, y sin escatimar buenas dosis de humor negro.
Virginia Wolf fue una de las escritoras más reputadas de principios del siglo XX, cuya actividad literaria fue coetánea a la efervescencia de la Era Dorada Pulp, sin embargo, ella como escritora formal y seria que era, no llegó a involucrarse en este tipo de literatura de consumo instantáneo. O quizás…, puede que sí. El verdadero nombre de esta escritora británica, abanderada del movimiento feminista, es Adeline Virginia Stephen, y según se revela en el artículo publicado por la web io9.com bajo el título Virginia Woolf’s secret career as a science fiction writer who inspired Attack of the 50 Foot Woman, y que a su vez hace referencia a este otro artículo: The Influential Science Fiction of Virginia Woolf; parece ser que la autora habría realizado notables incursiones en la literatura de ocio bajo el seudónimo menos conocido: E. V. Odle.
No está claro quien se esconde tras el seudónimo E. V. Odle pero el artículo de investigación que citamos señala directamente a Virginia Wolf, quien preferiría escribir relatos de ciencia ficción bajo esta firma para no comprometerse públicamente con el género, y así ganar un dinero extra que no le vendría nada mal. E. V. Odle figura como el autor de una conocida obra de ciencia ficción que se titula The ClockWork Man (El Hombre Reloj), una interesantísima novela que aúna dos conceptos revolucionarios, aunque no del todo originales, como son los viajes en el tiempo, y el concepto de Cyborg. El Hombre Reloj es un Cyborg llegado del futuro, quien irrumpe en medio de un partido de cricket, y partir de ese momento comenzará a interaccionar con la población del lugar. Una obra que data de 1923, apenas dos años más tarde de que el escritor checo Karel Capek inventase la palabra «robot».
Cuando alguien emprende un proyecto, bien sea uno como esta página web, o bien sea escribir una novela pulp, lo más normal es dejarse llevar por la ilusión y enfrascarse en todo el proceso creativo que una aventura así supone. No es normal pensar en las dificultades, ni en los problemas, ni en cosas de este tipo. Simplemente lo haces porque te apasiona, y las dificultades ya se irán solventando a medida que vayan apareciendo. Así es cómo funciona esto, y así es cómo funciona un servidor. Lo que no sabía, cuando comencé mi aventura, es que vivía encima de una bomba de relojería; una bomba que finalmente ha explotado, llevándose al cementerio buena parte de mis ilusiones. Una bomba en forma de bar.
David Villanueva no necesita presentación. Es un colaborador habitual de la web y probablemente ya tengas conocimiento de sus trabajos. Administra el blog Pop Culture, y entre sus obras más destacadas -que hasta la fecha ha compartido con nosotros-, tenemos su participación en Amanecer Pulp. Volumen 1, con los relatos titulados «Un trabajo enfermizo»; «Historias de bar»; y «Un signo de inteligencia». También, es el autor de reportajes especializados como Herbert West, Lovecraft y el Prometeo desencadenado, donde nos acerca su particular visión sobre las influencias de Lovecraft en el mito zombie.
Gracias a la intervención de dos de nuestros amigos y contertulios, Eximeno y Salino, he centrado la atención en un tipo de literatura que si bien conocía desde siempre, lo cierto es que no puedo decir lo mismo de la etiqueta que se utiliza para catalogarla. Hablamos pues de Literatura Bizarra, una denominación de origen más o menos desconocida, pero que cada vez suena con más fuerza entre los círculos de autores que, como a un servidor, les falta un tornillo; y eso como poco. Sin embargo, y según la RAE, deberíamos hablar de Literatura Grotesca. El concepto bizarro implica un serio conflicto de significados.
Las bases principales que diferencian unos géneros de otros no siempre son fáciles de entender, y es por ello que, en nuestro afán de catalogarlo todo, no dejemos de crear nuevas etiquetas; muchas de las cuales ya hemos tratado a lo largo de varios artículos, como son por ejemplo los nuevos términos retrofuturistas SteamPunk o DieselPunk; términos necesarios para identificar nuevas tendencias.
Este fenómeno de creación de etiquetas responde a una forma singular de conocimiento, donde partimos de lo general hacia lo concreto, acotando las diferentes realidades, de la misma forma que actúa el método deductivo, y así profundizar en áreas específicas sin perder en todo momento el punto de referencia del que partimos. Una experiencia creativa tremendamente enriquecedora.
En un artículo anterior: Pulp, entre la censura y el pecado, os contamos cómo la meteórica industria de los pulps se vio obligada a echar el freno a causa de la intervención de personajes como el periodista Bruce Henry, quien se tomó muy en serio la amenaza de las revistas Shudder Pulps; tanto que no cejo en su empeño por erradicarlas de los quioscos, hasta que finalmente lo consiguió, suponiendo el ocaso de los pulps en general. Sin embargo, no fue Bruce Henry quien pasaría a la historia como el terrible inquisidor enemigo público número uno de la literatura procaz, y férreo defensor de la ética y la moral hasta las últimas consecuencias; no, no fue él, sino el psiquiatra Fredic Wertham.
Si bien en el artículo que hemos publicado en su día ya os ofrecimos algunas pinceladas sobre el tema, el hecho de que volvamos a incidir sobre ello viene dado por la reciente publicación en una de nuestras web de referencia: io9.com, de un interesante artículo sobre las tribulaciones de este psiquiatra: How one man’s lies almost destroyed the comics industry; por la autora Annalee Newitz, y que en las líneas que siguen revisamos para vosotros.
¿Vivimos fascinados, u obsesionados con los años 20? Pop Culture, contracción de Popular Culture, es decir Cultura Popular, supone un conjunto de manifestaciones artísticas que, como su propio nombre indica, representan un punto de referencia inequívoco y común a toda persona, en contraposición a aquellas otras manifestaciones más bien académicas o propias de clases elitistas, minoritarias, y excluyentes. Término acuñado en el siglo XIX, y que en el área que nos ocupa, tuvo su máxima difusión literaria a principios de los años veinte, los Felices Años 20, con la efervescencia de la industria pulp: Literatura Pulp. En las líneas que siguen no vamos a entrar ni en la génesis del movimiento, ni en el desarrollo del concepto desde su aparición hasta nuestros días, pues sería poco menos que una tarea titánica. Tan solo ofreceros una interesante artículo de opinión publicado por la autora Annalee Newitz para la web io9.com, titulado: Why Is Pop Culture So Obsessed with the 1920s? (¿Por qué la cultura popular está tan obsesionada con los años 20?) Una breve reflexión acerca de cómo el movimiento parece mostrar ciertas fijaciones respecto al citado periodo histórico.