Derroche de imaginación, gadgets ridículos e imposibles, situaciones desternillantes, y un Will Smith haciendo lo que mejor sabe hacer: ¡El bobo! Sí, Men In Black 3 está a la vuelta de la esquina, y para ir abriendo boca seguidamente os dejamos el primer tráiler en castellano, para que os regocijéis.
De vez en cuando uno se encuentra con películas como Attack The Block; películas de las que no esperas demasiado y al final resultan ser de las que más te ofrecen. Si bien la idea de base es tan sencilla como absurda, incluso hasta podría decirse que un tanto prima-hermana de un clásico como Critters —concretamente la tercera parte—, el hecho es que he pasado un rato más que divertido a lo largo de todo su metraje, haciéndose incluso bastante corto.
Todo se reduce a la típica película de historieta pulp, de ésas que tanto proliferaron en el cine de los ochenta, y eso bien llevado es de agradecer. Lo que tenemos son unos bichos del espacio que nadie sabe ni cómo ni por qué, pero terminan en un bloque de vecinos malotes en medio de algún suburbio londinense. Allí cercarán a unos chiquillos delincuentes perfectamente estereotipados, y ése será precisamente su error. Como ya hemos dicho esos bichos son algo así como los Critters, solo que más grandes y con muchísima menos gracia. Lo que sigue, tras las primeras tomas de contacto, son correteos varios por todo el edificio haciendo gala de habilidades tipo macgiver, y como no, de la épica de grupo. El final, tras varias secuencias de estilo “tower defense” de corte Hawkiano, como si del mismísimo Rio Bravo se tratase, nos ofrece un desenlace quizás demasiado típico, pero tampoco estaba la cosa como para pedirle mucho más.
Tras ver el tráiler promocional, y sabiendo que el protagonista no era otro más que Justin Timberlake -un sosainas con cierto parecido razonable a Brian Austin Green, hecho éste que de inmediato me trajo a colación el infame recuerdo de Cross (2011)-, ciertamente supuso que de buenas a primeras el amargo sabor de la desconfianza ya se hubiese acomodado en mi paladar antes de los títulos de crédito. Ya sé que son prejuicios sin fundamento, pero ahí están, y nadie está exento de ellos. En el caso que nos ocupa "In Time", quizás sea hasta indecente airearlos como si tal cosa, pues el film en cuestión es cuando menos original (la idea), algo muy difícil en los tiempos que corren; y nunca mejor dicho al hilo de la temática.
In Time parte de una excelente premisa, y en torno a ésta nos cuenta un relato totalmente inverosímil y que, a mí por lo menos, no me entra ni con calzador. Ya lo decía la frase, “El tiempo es oro”, y algún día quizás no muy lejano sí sea posible cierto grado de inmortalidad, lo cual obviamente no puede estar al alcance de todo el mundo, aunque éste es un aspecto sobre el que habría que debatir ampliamente. Ahora bien, si el tiempo es oro, esta película es un desperdicio.
El problema de In Time es que todos los esfuerzos se gastaron en concebir la idea original, pero a partir de ella los guionistas parece que se han quedado estériles. Nos hablan de una sociedad futurista con unas reglas muy extrañas (imposibles de sostener, e incompatibles con ningún modelo de sociedad civilizada y/o productiva), pero la puesta en escena parece más propia de una película corriente y moliente de los años 70. No hay nada de futurista en este relato, supongo que el presupuesto no daba para más, pero es que así no hay manera… Autobuses, cabinas telefónicas, tendidos eléctricos, y unas persecuciones en coches que parecen sacadas de una película de Steve McQueen. ¡Vale…! Tampoco se trata de adornar las secuencias con pseudo molones cacharritos comprados en el todo a cien de la esquina, como en películas ochenteras, véase “Freejack (1992)”; título que no me preguntéis por qué, pero me venía constantemente a la cabeza mientras veía este deslucido film. Pero vamos, si me pongo a citar todas las películas que me iban viniendo a la cabeza secuencia tras secuencia, pues aun listaría unas cuantas. Lo cierto es que la distopía que nos presenta Andrew Niccol es más bien el resultado de poner la túrmix a toda velocidad, y éste no es otro que una mezcolanza de secuencias repetidas en la historia del cine hasta el hartazgo.
Por fin, la nueva Kindle Store de Amazon España es ya una realidad. ¿Esto que significa? Pues al margen de lo que es obvio —comprar ebooks, y hacernos con el dichoso cacharrito para leerlos al módico precio de 99 euros—, cabe destacar que, desde el punto de vista de todo escritor aficionado, o profesional, ahora es posible publicar nuestros ebooks directamente en la versión española de la conocida Kindle Store, sin menoscabo de hacerlo en la versión americana como venía siendo habitual. Para quien publica todo son ventajas, fundamentalmente el tema de las comisiones y los impuestos. Eso sí, Amazon sigue haciendo negocio que da gusto. Para gozar de unos "royalties" del 70% (beneficio que se lleva el autor), el precio de venta ha de estar comprendido entre los 2,60€ y los 8,69€, ojo al dato (si el precio es inferior los beneficios se quedan en el 30%, por lo que directamente penaliza los ebooks "baratos"). Si deseas saber más sobre cómo convertirte en un editor deberías echarle un vistazo a nuestra guía del escritor principiante.
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Interesante y extraña película de los años 70 que bien podría haber salido de algún relato sucio y retorcido, con el mundo del hampa de por medio. Porque sí, Carne Viva es una película de gánsteres, pero de típica no tiene nada. Los protagonistas son de primera línea, con un duelo pletórico entre Lee Marvin y Gene Hackman, pero todo lo que envuelve esta historia es sucio, denigrante, y nada tiene que ver con el lujo glamuroso de otras películas sobre mafiosos; ni tampoco veremos persecuciones de coches, ni trapicheos de drogas, ni fastuosos apellidos italianos silbando por las calles, ni enormes rusos cuadros de hormonas; nada de todo eso.
Tiempo atrás hablábamos de los «Héroes de Acción de los Ochenta»: Historias de videoclub (I). Pelis de acción, años 80; casi todos unos dinosaurios a día de hoy; sin embargo, los de la siguiente década todavía es posible verlos en plena acción, o mejor dicho, arrastrándose por la pequeña pantalla en producciones de bajo presupuesto, otrora ilustres repartidores de estopa, a diestro y siniestro. Steven Seagal, Weslye Snipes, o Van Damme son algunos de sus nombres, en la actualidad único reclamo para unas cintas que solo suscitan el interés de unos pocos nostálgicos (a excepción de títulos tan anhelados como Mercenarios 2, rebelión en el Imserso; la cual no pienso perderme por nada en el mundo), y es por ello que cuando me dispuse a ver Juego de Asesinos lo hice más que nada por curiosidad, sin otra intención que la de perder un rato de mi vida tumbado en un sofá y ejercitando la sana actividad del encefalograma plano, y… ¡oh, sorpresa! Tras la frase lapidaria de Nietzsche que abre la película, y tras unos primeros planos de telefilm anodino, poco a poco ese Juego de Asesinos se va transformando en una buena película de acción; bastante buena diría yo: «La mejor arma contra un enemigo es otro enemigo.Friedrich Nietzsche (1844 – 1900)».
No hay mucho más que decir, así de simple. Patrick Rothfuss se ha ganado al lector con su “El nombre del viento (2007)”, y ahora, con la segunda parte ya a la venta, el éxito está fuera de toda duda. Eso sí, un pedazo tocho de más de mil páginas. ¡Ahí es nada…! No os preocupéis, en realidad no dura más que un suspiro. Seguidamente os adjunto el book trailer, y ya me contaréis si engancha o no.
Patrick Rothfuss es un escritor americano (1973, Wisconsin), profesor universitario de literatura y filología inglesa, pero sobre todo, un experto en crear historias de fantasía; y es tan bueno que ahora, ya consagrado como un genio de este tipo de narrativa, pues ya puede dedicarse y vivir en exclusiva de éste, su nuevo oficio. Y, como no, ha empezado con fuerza; una trilogía como de costumbre: La Crónica del Asesino de Reyes. Dicha trilogía se compone de tres libros; el primero, El nombre del viento (2007), un éxito indiscutible; el segundo, El temor de un hombre sabio (2011), la máxima expectación hecha realidad; y el tercero, Las puertas de piedra (título provisional), la incógnita a descubrir.