Aquí tenemos un nuevo thriller post-apocalíptico de zombies, zombis, pútridos, infectados…, o como sea que se llamen esta vez. Se titula Feed, y es obra de la escritora americana Mira Grant. Por lo poco que leído, y “googleado”, parece que estamos ante otro de esos títulos que entra con fuerza, y, como no, con polémica —lo de feed supongo que vendrá por unos cuantos blogueros resolutivos que, desde la mismísima Casa Blanca, tratarán de liquidar a los zombis a base de post; y es que los tiempos van cambiando. Tanto comer cerebros, que al final se nos han vuelto... ¿listos?—.
Para ser un simple virus que se escapa de un laboratorio, algo a lo que ya estamos acostumbrados de sobra, no sé para qué tanto lio. Y, por si fuera poco..., ¡estamos ante una trilogía! Lo curioso es que antes de confirmar este dato, en la propia web de la autora -AQUI-, la supsosición ya me rondaba, ya… ¡Trilogías, trilogías everywhere!
Ojeando el argumento lo primero que me vino a la cabeza fue la obra de Justin Cronin “El pasaje”, pues las similitudes son evidentes. Por desgracia aún no he podido leer ninguna de las dos, y eso que la temática me pierde, pero de un tiempo a esta parte no se puede decir que ande muy centrado, y, por este motivo, no tengo opiniones que ofreceros. Tan solo me limito a dejar el apunte, y Feed, por méritos propios, pasa de inmediato a mi lista de “pendientes” — a ver si puedo leer algo de esto antes de que salga la peli, que seguro no tardará mucho—.
En fin…, lo cierto es que la novela pinta bastante bien, las cosas como son. Veamos los detalles…
En primer lugar, el título de esta película no está bien traducido, como suele ser habitual. Existe otra cinta que responde al título de “Spider's Web, 2001” con la que bien podríamos confundirnos, así que antes de nada dejar bien claro que estamos hablando de “Spellbinder, 1988”, de Janet Greek. Una vez aclaradas las distintas trampas arácnidas, ya podemos ocuparnos de la que nos interesa, la de Miranda, que así se llama nuestra querida protagonista.
Curiosa película de relatos pulp, no tan conocida como otras, pero que merece la pena. Su título en español puede confundirnos con uno de Ingmar Bergman que, obviamente, nada tiene que ver. Esta producción de la MGM, dejando atrás a las clásicas de la Amicus o la Hammer, sigue el esquema acostumbrado, siendo el hilo conductor de las diferentes historias un envejecido Vincent Price —éste fue uno de sus últimos trabajos antes de morir, y, según parece, no estaba muy convencido, pero le apetecía ayudar a su joven director, Jeff Burr, primerizo, y responsable de títulos posteriores como “La matanza de Texas 3” o “Puppet Master 4”—.
La idea de base —tomada de una novela de igual título y “presentada” bajo el seudónimo Pittacus Loren (digo “presentada” porque según me ha chivado google parece ser que hay polémica en cuanto a su autoría: Aquí)–, semeja una memez de proporciones mayúsculas, y, además, empieza mal. Los primeros compases son oscuros, luego, de repente, se hace la luz, y lo que sigue no es más que un cúmulo de tópicos, personajes, y situaciones estereotipadas, y lo es de tal manera, que por momentos te dan ganas de quitar la cinta. Si hasta parece el enésimo episodio de Sensación de Vivir…, que si chico nuevo en el instituto, que si friki humillado por el malo malote..., y, como no, mientras tanto, su novia pavoneándose de aquí para allá... Sin embargo, a pesar de los pesares, y una vez superados los primeros minutos, casi sin darte cuenta terminas siendo atrapado por un extraño magnetismo, yendo la trama de menos a más hasta alcanzar el clímax gracias a una batalla final, tan entretenida como trepidante.
La Segunda Guerra Mundial, al margen de la tragedia que supuso, es para mí uno de los hechos históricos de mayor interés. Me fascina todo lo que sucedió entonces, y además, en tan poco tiempo. En base a hechos reales ni siquiera es necesario tirar de imaginación para sacar buenas historias, pues las hubo de todo tipo. Desde hazañas bélicas increíbles, conspiraciones imposibles, proyectos armamentísticos más propios de la ciencia ficción, planes descabellados, o misiones esperpénticas, como aquélla en la que los aliados simularon el avance de una columna acorazada con tanques de goma hinchables (The Ghost Army, más info Aquí y Aquí), por citar alguna; hasta hubo sitio para el ocultismo y la magia negra. La Segunda Guerra Mundial tuvo de todo eso, y mucho más.
Para un buen aficionado a lo Pulp, pienso que la máxima emoción la encontramos en las típicas historietas que entremezclan horror, fantasía, y acciones bélicas, llegando éstas incluso a firmar un género propio, como es el de los Zombis Nazis; y, en el caso que nos ocupa -aunque por lo que he podido averiguar no tenemos ningún elemento sobrenatural-, sí es cierto que de igual forma podría interesarnos.
Todos sabemos que Hitler perdió la guerra por una serie de errores muy concretos, y en buena parte motivados por la necesidad de combustible, petróleo. Sus tanques eran los mejores, tenían una tecnología muy avanzada, pero sin combustible no tenían mucho que hacer. Ése fue uno de los objetivos de la campaña en África, y supongo que, con esta idea en la cabeza, el autor de THE AFRICA REICH, Guy Saville, habrá “parido” semejante historia.
No tengo ni la menor idea de si es buena, mala, o regular. He buscado algunas opiniones, pero mucho no he encontrado —al margen de las típicas en Amazon—. Simplemente dejo el apunte, pues como digo me parece interesante, y más aún si te gusta ese género de ficción / thriller: ¿Qué hubiese pasado si…?
Veamos los detalles...
Aquí tenemos un nuevo capítulo de nuestra guía…; bueno, más que guía en realidad se trata de una especie de diario con experiencias personales, y, como no podía ser de otra manera, totalmente desordenadas. Lo siento, pero no se trata de algo premeditado. Más artículos AQUI. Bien, en la entrada de hoy le toca turno al tema del ISBN (International Standard Book Number), ese extraño código numérico que aparece en todos los libros que tienes en tú librería, y que, quizás, no sepas ni para qué sirve, ni por qué deberías tener uno. Un escritor aficionado ya tiene suficiente trabajo con pasar a papel todas sus locuras como para aun encima preocuparse por cuestiones como ésas, ¿no? Siendo escritor, es “razonable” que cuestiones como el ISBN te importen un bledo, pero no así como editor. Y claro, en nuestro caso, el de los autoeditores tipo “Juan Palomo”, pues algo sí que deberíamos saber al respecto.
Las discusiones entre críticos gafapastas y críticos palomiteros, sin acritud, claro está, a veces resultan de lo más divertidas. En lo que a mí respecta, creo que no encajo en ninguno de los dos grupos, pero si tuviese que escoger uno de ellos me quedaría con los palomiteros —y eso que no me gusta comer palomitas en el cine, ni pizzas tamaño familiar como vi en cierta ocasión, hace ya unos cuantos años—. Sé que más de uno me pondrá verde, pero las películas excesivamente intelectuales no solo me aburren, sino que no las entiendo. Otro tanto me sucede con las denominadas palomiteras. Hoy en día se abusa de forma exagerada de los efectos especiales hechos por ordenador, dejando en segundo plano tanto la historia como los personajes, con lo que, en mi opinión, el bodrio está asegurado. Un claro ejemplo lo tenemos en las últimas películas de invasiones alienígenas, sin duda mi género preferido, y lo que prometía ser un buen año, al final se está quedado en un “bluff”, un pedo sin consistencia. Primero fue SkyLine, luego Battle: Los Angeles 2011, y ahora Monsters, anque esta última nada tiene que ver, eso es cierto.