Dentro de los diferentes géneros que se abordaron en la literatura pulp a lo largo de sus años dorados, probablemente sea el western el más característico, cuyo público mayoritario veía en los albores de estas publicaciones un tipo de relatos mucho más propios, cercanos, y que, inequivocamente, formaban parte de su herencia cultural, por contraposición a las historias de extraterrestres, estilo Space Invaders.
Destacamos la presente novedad editorial que seguro será del interés de muchos de vosotros. Se trata de una recopilación de relatos de Lovecraft –Edición de Bolsillo: Club Diogenes–, y tendrás que valorar si te merece la pena, pues es más que posible que muchos de los relatos que se incluyen ya los tengas en otras colecciones. Lovecraft es sin duda uno de los autores más replicados en todo tipo de antologías de relatos de terror, así que antes de lanzarte a comprarla, deberías echarle un vistazo al índice de contenidos (ver más abajo). Una buena oportunidad para acercase al maestro de Providence; un escritor pulp totalmente imprescindible, pero que no es precisamente fácil de leer, más que nada si lo comparamos con otros de sus compañeros que solían publicar en la revista Weird Tales, donde comenzó su andadura.
Thomas Ligotti es uno de los escritores de terror actuales más interesantes desde un punto de vista pulp. Sus obras presentan claras influencias de la clásica weird menace responsable de los fundamentos del género, y, concretamente, no resulta nada difícil encontrar la impronta de Lovecraft, palpable en su atmósfera, y es que, al igual que el genio de Providence, la prosa de Ligotti envuelve al lector en un constante horror cósmico y surrealista. Un estilo que o bien te enamora, o bien lo aborreces profundamente.
La primera es una novela de John Verdon, concretamente la tercera parte de su trilogía detectivesca en torno a su personaje estrella, el sabueso David Gurney, quien tendrá que verse las caras con un asesino en serie. Esta tercera parte, que lleva por título Deja en paz al diablo (Let the Devil Sleep), nos muestra la evolución del personaje, al que ya pudimos conocer en las entregas anteriores Sé lo que estás pensando; y No abras los ojos. Así las cosas, la novela negra que nos ofrece Verdon para este verano es apostar sobre seguro, sobre todo si ya eres un adicto a la saga, y la vista del éxito que ha cosechado, seguro no sois pocos.
Robopocalipsis: Últimamente mucho hablamos de apocalipsis, y lo hacemos desde todos los puntos de vista. Cualquiera diría que estamos obsesionados con el tema, pero es lo que está de moda hoy en día y resulta inevitable soslayarlo. Decir, a modo de anécdota que, justo ahora cuando escribo esta entrada, la prima de riesgo de nuestro país acaba de alcanzar el record histórico de los 538 puntos. La incertidumbre está servida, y es precisamente la incertidumbre la madre de la destrucción, o al menos una de ellas, que según parece tiene muchas; demasiadas. Y…, todos sabemos cómo suelen arreglarse este tipo de situaciones..., economía de guerra le llaman. En fin, éste sería otro debate; aunque debatir sobre el apocalípsis no sé yo si tendrá mucho sentido. Sin duda, algún día llegará, mientras tanto, conformémonos con las películas y las novelas, que entretienen lo suyo.
Para este mes de mayo la editorial Valdemar nos ofrece una trepidante lectura en su versión de lujo, la edición gótica. Si te gusta la literatura apocalíptica no deberías perderte una antología de relatos como la que ahora presentamos, cuyo único pero es el precio.
La vida tiene extrañas coincidencias, y esta mañana se dio la casualidad que, tras disfrutar de un agradable café en compañía de Canal Historia, cuyo documental tenía por título «Diez Formas de Destruir la Tierra» (si lo queréis encontrar no os será muy difícil hacerlo), me siento a los mandos de mi internet habitual y me encuentro con esta pequeña sorpresa apocalíptica en la sección de novedades literarias. Claro, la boca se me hizo agua, sobre todo porque es un tema que me encanta. Evidentemente el documental va un paso más allá, y por el momento mejor no destruir el planeta, o de lo contrario poco sentido tendría la presente colección de relatos ¿verdad?
No sé si la obsesión del autor por los números atiende a razones especiales, si ocultan algún mensaje, o si únicamente son fruto de la casualidad —lo cual dudo—, pero lo cierto es que resultan un poco mareantes. Comento esto desde la más absoluta ignorancia, pues a pesar de todos los pesares todavía no he sido capaz de leer ni una sola de sus novelas, y no por falta de interés, sino más bien de tiempo…, sí, tiempo, ese bien tan preciado que día tras días se nos escapa de entre las manos. Bueno, también he de confesar que dentro del género de terror, en lo que a la génesis del mismo se refiere, y a su materialización en todo tipo de monstruosidades imaginables, pues los vampiros quizá sean de los que menos me atraen (creo que esto ya lo he dicho otras veces). Prefiero los zombis —enemigos naturales de estos en términos de popularidad—, o también alienígenas invasores que raptan a nuestras mujeres para procrear… ¡cosas así! Supongo que todo vale a la hora de encontrar una excusa para no haber leído nada de este escritor americano, y eso que en su día lo prometí, o al menos de aquella “manera”. Véase: 99 Ataúdes, David Wellington. Una excusa bastante mala, pues como todos sabréis Wellington no solo escribe sobre vampiros, sino también sobre mis queridos zombis, buenos amigos y mejores personas —al menos quieren a uno por su cerebro, y no por su cuerpo o cartera—.